Hoy me siento contento por tener la oportunidad de iniciar una actividad tan noble y satisfactoria como es la de escribir una columna, para un medio de comunicación que se dedica a informar sobre un territorio y a entretener a las personas que lo ocupan y lo disfrutan. Es justo compartir con ustedes, queridos lectores, esta satisfacción que me embarga. En el castellano de Siglo de Oro español la palabra "cabo" se utilizaba para referirse a un asunto o pormenores. Es una de las acepciones que ha quedado y la que utilizaremos en esta columna, conectando así tanto con el saber popular como con el académico, los cuales, vienen a decir que el significado de la expresión "estar al cabo de la calle" es que alguien conoce toda la información sobre algún asunto, aun cuando ese asunto es algo que se intente ocultar o mantener en secreto. La expresión tiene un significado muy sencillo, aunque no tenga mucho que ver con el significado individualizado que tiene cada una de las palabras que la componen. Soy consciente de que ni yo, ni nadie, puede pretender conocer hoy día la totalidad de la información que haya sobre un asunto dado, por eso quitamos el verbo estar, porque también se podría no estar, al cabo de la calle. Pretendo, eso sí, que mis lectores, ustedes, y yo mismo, entendamos y comprendamos juntos todas las circunstancias del asunto que tratemos.
Aquí estaremos periódicamente con los lectores que tengan a bien seguirnos, para hablar de lo que pasa en nuestra tierra y en el mundo, con todo lo que conlleva. Teniendo en cuenta nuestro punto de partida, que no es sólo el pasado, es también el presente y ambos como requisito inexcusable para proyectar el futuro.
Contribuiremos a rescatar aquellos aspectos que no son individuales, sino de muchos, de todos y que son los que hacen la historia. Aquello que reclama contarse, que es la riqueza que nos dejaron nuestros antepasados. Una cultura peculiar que nos identifica y que hizo de la Universidad de Salamanca una de las lumbreras del mundo, allá en la época Moderna, hace unos 400 años y que llega a nuestros días.
Las muchas cosas o asuntos para abordar en este espacio serán variopintos e inagotables. Pero cada tema aquí tratado no será único, porque de ellos emanarán otras muchas historias. Relatos variados, por parte de ustedes, habrán de derivarse y construir el color, olor, sabor, y el valor intrínseco o pintoresco de un territorio, de una ciudad que en su vida cotidiana conjuga tanta pasión, que llenarán las páginas de esta columna con la riqueza inagotable sus fuentes y a las que, a buen seguro, habrán de añadirse las que ustedes, amigos lectores, recordarán, porque la pertenencia colectiva a un territorio y a una gente, arrastra a muchos.
Tiempos mejores vendrán, pero hoy no quiero despedirme sin traer a estas líneas la lamentable situación que nos envuelve a todos, debido a la pandemia del Covid-19. Mi lamento por todas las muertes habidas, reconocimiento y agradecimiento a los profesionales que luchan denodadamente por contenerla. Pedir a todos que sigamos las instrucciones dadas por las autoridades. Es una responsabilidad social que tenemos todos. A nuestros padres o abuelos les pidieron ir a la guerra, a nosotros solo nos piden que nos quedemos en casa. #YoMeQuedoEnCasa.
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