La piedra centenaria, la estancia de la memoria, del olivo que no es olvido, la Salamanca toda que cabe en la pluma de Ignacio Francia?
La piedra centenaria, la estancia de la memoria, del olivo que no es olvido, la Salamanca toda que cabe en la pluma de Ignacio Francia? Y rueda el aro del juego del hijo del maestro en Lumbrales y a Salamanca llega, desvelando sus secretos, círculo de afecto compartido, celuloide y tinta en vena, columna que levanta el edificio insigne de los libros, la tarea periodística, intelectual de Nacho Francia y el prestigio, el título de maestro de documentalistas, hombre libre y valiente de Basilio Martín Patino. Trayecto vital de entrega generosa a la vida y a la obra de ambos que retrataron la ciudad letrada al arrimo amoroso del río que nos lleva más allá de la época que les tocó vivir en fraternal, admirada compañía? Salamanca-Madrid, Ignacio y Basilio, la escuela de Lumbrales, la Universidad cerrada, la capital abierta a todos los vientos, vientos que llevan las cartas a Berta, los paraísos perdidos, la música callada, la soledad sonora de su afecto. Libre quiere a Martín Patino su amigo Ignacio Francia. Niño entregado al juego de la libertad ganada en la conversación valiente, en la épica faena de quienes libres nos hicieron desde el cine, cultura en movimiento.
Charo Alonso: ¿Cómo se comisaria la exposición vital de un amigo íntimo? ¿Desde la admiración, el cariño, el rigor, la pena por la falta?
Ignacio Francia: Todos esos aspectos contaron desde el comienzo, a los que luego se añadió un factor de sorpresa conforme aparecían elementos desconocidos, lo que también generaba una cierta rabia por no haber podido hablar, discutir y completar sus contenidos con Basilio, como hicimos en tantas ocasiones. Aunque a la hora de la selección final fue necesario imponer la racionalidad y marcar distancias, con el buen apoyo de Alberto Martín.
Ch.A.: Es un recorrido de una documentación ingente?
I.F.: Basilio nunca sabía lo que tenía o lo que había guardado. Hasta le encontré el carnet del SEU que hizo trizas delante de mis narices. Me enfadé, claro: ¿Pero por qué me rompes esto? ¡Tú, que te has valido de los documentos para hacer tus películas! En la exposición he puesto el abono de la cuota y el carnet del SEU de su hermana, con toda la voluntad del mundo ¿Me rompes el carnet? ¡Pues ahí tienes la cuota que pagabas por él! Si hubiera estado ahora, lo sé, se habría divertido con ganas.
Ch.A.: ¿Cuándo le conociste?
I.F.: En el 55, hicieron un homenaje en Lumbrales a su padre poniendo el nombre de "Calle del buen maestro" a la que iba a las escuelas. Yo era un niño, me gustaba el cine y cuando se decía "Basi es director de cine" para mí era el no va más, y en esa foto el único muchacho que no estaba en la fila soy yo porque me estoy asomando para verle. Le conocí un poco antes del estreno de "Nueve Cartas a Berta", en el 67, estaba estudiando primero de periodismo en Madrid, se anunciaba una mesa redonda y al final del tinglao, yo que era un jovenzuelo le digo: "Hola, Basi". ¡Él sabía que quien le llamara así era de Lumbrales!
Ch.A.: ¿Este es el homenaje que Salamanca le debía?
I.F.: Basilio tenía una relación de amor odio con la ciudad? Le gustaba mucho como marco escénico pero él conoció una Salamanca muy cerrada. Le interesaba mucho Salamanca y se sintió reconocido con la Medalla de Oro de la ciudad y el Honoris Causa universitario.
Ch.A.: ¿Esa Salamanca cerrada tenía relación con su padre?
I.F.: Recordándolo con su hermano el jesuita, decían que era un gran pedagogo, conservador y religioso ¡Y mussoliniano! Peleó por levantar el nuevo grupo escolar, que la escuela de Lumbrales anterior era como una cuadra, pero tenía cartas desde Italia del 37 donde ponía: "Nos ha dicho Benito que lo de la guerra es cuestión de dos semanas". Él, presidente nacional de los maestros católicos, se identifica con Franco, ¡A Villalobos no lo podía ni ver! La madre maestra, era muy alegre. Su hermano decía: "Si nuestro padre hubiera vivido, tú nunca hubieras sido director".
Ch.A.: ¿Tan fuerte era el carácter de su padre?
I.F.: Sí y era muy beaturrón. Franco había dado orden de que a los moros, que se los llamaba así en los papeles, no se les obligara a ir a actos religiosos ni a comer cerdo. Franco les conocía de sobra y les necesitaba para mandarlos al matadero. En Lumbrales había un hospital de sangre y llega el médico un domingo ¿Dónde están todos? Y le dicen "Don Desidero, que les les ha metido a Misa" Se montó un Cristo? Don Evelio, el médico, era liberal y me habló de Villalobos, de Baroja al que había conocido estudiando medicina.
Ch.A.: ¿Por qué titulas la exposición "Pasión por el juego"?
I.F.: La exposición arranca con unos juegos físicos, el aro, el costal de las carreras de sacos que recordaba Basi con felicidad. Para él el juego físico era Lumbrales. Venía de un pueblo que representaba la libertad, y cuando llegó a Salamanca se encontró con el maestro de Garrido que les pegaba. Tardó mucho tiempo en volver a Lumbrales, lo tenía idealizado. Luego llega el cine, el montaje es el juego, manipular las imágenes, crear, la libertad creativa viene de ahí. La libertad y el juego le son fundamentales.
Ch.A.: ¿Prefiere el montaje porque ahí está solo y libre? El cine precisa del concurso de mucha gente.
I.F.: A Basilio no le gustaba rodar, me lo confirmó Mario Camus. Sus amigos fueron Camus, José Luis García Sánchez, Summers, Saura y Daniel Sueiro, el escritor que está en muchos de sus guiones no filmados. Camus decía que a Basilio le aburría rodar. Él señalaba: yo quiero material, ruedo, después me siento y hago mi montaje. Así fue con "Torerillos" y antes con "El noveno", rodaba, jugaba, se entretenía, creaba de esa forma, de ahí le venía la innovación, la búsqueda de soluciones, esa capacidad de que cada película fuera distinta. Porque en otros directores, las películas son distintas, pero los esquemas narrativos suelen ser los mismos, pero en él no, incluso cuando ya tenía la memoria tocada como le ocurrió con "Libre te quiero".
Ch.A.: Yo vivía fuera cuando se estrenó "Octavia". ¿Gustó en Salamanca?
I.F.: Sí y no, aquí en Salamanca, a mucha gente no. Hay que reconocer la carga literaria que tenía Basilio. Sus guiones de tienen calidad literaria, propios más de un escritor que de un guionista.
Ch.A.: ¿Crees que los directores salmantinos son herederos de Patino?
I.F.: Puedo decir que De la Peña y Velázquez son unos admiradores totales de Basilio, pero cada uno es hijo de su tiempo y circunstancias. Pero los dos hacen un cine que sí es muy basiliano, cuando Basi se va de la industria y empieza a autoproducirse y crea la productora la Linterna Mágica, marca un camino que ellos conocen bien.
Ch.A.: Nacho, yo estoy un poco cansada de ese discurso de que en Salamanca la cultura importante era la que se hacía antes?
I.F.: Yo también lo estaría, en Salamanca antes había escasa cultura, ahora tampoco es mucha la que hay, pero más que antes. Lo que ocurre es que en la etapa de la transición había actividad cultural de activistas: los cineclubs, el teatro, la música. Cuando yo era joven, contra Franco todos estábamos mejor, se generaba actividad, como ahora la hay, pero lo que me revienta mucho es que sea toda institucional.
Ch.A.: Uno de esos activistas culturales impresionante fue Patino.
I.F.: Basilio se convirtió en un activista cultural dentro de la universidad, pero sin él buscarlo. Basilio estudiaba para salvar la beca porque al morirse su padre, su madre se queda con cinco hijos y un sueldo de maestra, por eso le mandan a Comillas. Él quería proyectar sus ideas, su capacidad creativa. En la universidad hacía guiones radiofónicos, teatro, estaba en los recitales de poesía, en el coro, participaba en concursos literarios, los ganaba y se pasaba el tiempo en el cine. Él era de la primera promoción de lenguas modernas, italiano e inglés, y no se presentó a los exámenes finales de quinto ¡Principalmente porque tuvo que salir corriendo de Salamanca! Exámenes que fueron cuando estaba conspirando para Las Conversaciones, instrumentando el SEU para Las Conversaciones. Él no se presentó y nos engañaba, nos decía, no recogí nunca el certificado y luego Pascual me lo explicó, a él lo que le interesaba era el cine, el día que le dicen "Vete de la ciudad, que te meten un cargador en la barriga" sale pitando a Madrid, y no piensa nunca más en acabar Letras.
Ch.A.: ¿Cómo sobrevive en Madrid?
I.F.: Busca una beca que sí logró y se pone a escribir crítica, de eso vivió mientras estudiaba. Luego, publicidad, Basi tenía muy claro que no iba a hacer cine por necesidad, era un tipo muy demandado por las empresas de publicidad. Él hizo el anuncio más caro de la publicidad española de entonces que fue el lanzamiento del libro de Hugh Thomas La guerra civil española, en la exposición tenemos el guión.
Ch.A.: ¿Un anuncio publicitario precisa un guión?
I.F.: Sí porque reproducen hasta la muerte del miliciano de la foto de Capa. Él se reía y se cachondeaba de todo el mundo porque resulta que cuando analizaban la imagen los expertos, decía "La foto que está saliendo ahora es la mía, no la de Capa". La reprodujo tan bien que se confunden, y él, el gran falsario, se divertía con el equívoco.
Ch.A.: ¿Le hubiera gustado la peli de Aménabar?
I.F.: Para nada, igual que no me gusta a mí. Es ficción y puede ser lo que le dé la gana al director pero, por ejemplo, lo del Paraninfo es tremendo, no mira, allí estuvo aquel día la bienpensante sociedad salmantina absolutamente franquista y cuatro jefes militares, pero no la soldadesca. Y lo de la mano extendida de doña Carmen, la hija que fuma, que lo llama papá? ¡En casa de Unamuno llamar papá a Unamuno! Y lo de Salvador Vila, yo ahora voy a hacer el prólogo del libro de Mercedes del Amo, su biógrafa, que cuenta que no fue así, como lo de la elección de Franco? ¡Qué castillo si fue en un mísero barracón aquí al lado, que estaban todos apretujados! Y Millán Astray no estuvo ni influyó para nada. Si Basilio ve esto, él que era un manipulador? Josefina Cuesta decía que las películas de Basi son una lección de historia.
Ch.A.: A mí sí me ha gustado la peli de Amenábar?
I.F.: La película de Amenábar es una prédica, es un sermón, Basi no predicaba, no imponía, abría vías de reflexión para que la gente pensara. Esa peli hace que muchos españoles estén aprendiendo historia mal, sobre todo con eso de que Millán Astray determina la historia de España, lo que la determina es lo que Franco le dice al hermano de que hay que alargar la guerra porque esto tiene que durar. Franquito el Cuquito.
Ch.A.: Paso página ¿Salamanca le tiene que hacer un jardín a Basilio?
I.F.: Allá los salmantinos, yo creo que Basilio es un gran salmantino, ya le dieron su reconocimiento en la universidad donde no acabó sus estudios. Y lo mejor, caminando por la calle la gente le reconocía. Hablando de caminar, Basilio se encontraba una situación que podía integrar y lo hacía, variaba los guiones permanentemente, cuando van a rodar al Tormes en "Octavia" hay alguien con un barquito y se acerca ¿Me lo deja media hora?? Faltaba más, Basi, le dice el hombre ¿Eres de Lumbrales?... Esa escena representa el tiempo, el agua? "Octavia" es una reflexión sobre el retorno y Basilio sabía que era su despedida. De ahí que quisiera tener el mejor sonido, lo que fue un problema cuando se puso en los cines, porque no todas las salas tenían ese sistema y se oía mal.
Ch.A.: Adoro esa película. Me has dicho que cuidaba mucho los guiones?
I.F.: Sí, pero estaba abierto a todo. En "Nueve cartas a Berta" lo de los excombatientes en la Plaza no figuraba en el guión. Va a rodar y hay una concentración en aquel momento, si has visto los contactos, ves que Basilio saluda al alcalde al que ya conocía, que vean que está hablando con él y los dos cámaras están rodando mientras tanto, sin darle importancia? Esas imágenes, García Escudero las censura, y Basi le dice que le trae el permiso de los alféreces provisionales, pero lo que no sabe el censor es que el padre de José Luis García Sánchez era de ellos y cuando se ven en las imágenes dicen que refleja su espíritu y que muy bien.
Ch.A.: Vaya pájaro? ¿La tuya fue una tesis sobre el cine de Patino?
I.F.: No, fue sobre la primera protesta colectiva en la España franquista, debía ser sobre un aspecto periodístico y para justificarlo, lo encuadré con Cinema Universitario, la revista. Yo estudié de dónde salió lo de Las Conversaciones. Mis noches eran toledanas porque trabajaba, escribía la tesis, me examinaba... Las Conversaciones se organizan aquí, pero están instrumentalizadas. Cuando se dieron cuenta que se habían entendido todos, que habían hablado gentes de derecha, de izquierda, de todo tipo, el poder dice "nos han traicionado, nos han engañado". Fue una tesis que no gustó a algunos, pero Basilio y compañía estaban encantados porque se veía que había un cuerpo en torno a Las Conversaciones, y que todo estaba documentado.
Ch.A.: ¿Incluso está documentado que el poder se sintió engañado?
I.F.: Tenemos las actas de las reuniones que se hicieron, Luis Miguel Rodríguez Alfagueme, el director del archivo supo dónde estaban esos documentos. Fue como si se nos abriera el mundo.
Ch.A.: ¿Has descubierto más cosas que no sabías?
I.F.: Sí, por ejemplo, él decía que había quemado su novela, y ahora aparece La agonía de los luceros, novela que presentó al premio Seix Barral en el 61 y quedó finalista. Y el propio Carlos Barral le dijo que la enviara a Ruedo Ibérico. No volvemos a saber más hasta que en una carta Tuñón de Lara dice que va a intentar negociarla en México, que es extraordinaria, pero que cambie el título de Generalísimo. Y le pone Calle Toro 36, una dirección postal porque es una novela epistolar, la historia de "Nueve cartas a Berta". Él decía que le costó poco hacer una película sobre universitarios. Mentira, además, hay siete tratamientos distintos, y eran once las cartas pero el tiempo fílmico solo dio para nueve.
Ch.A.: Es historia del cine, pero sigo con "Octavia", nunca le agradeceré a Baslio lo bastante el haberme descubierto a Pergolessi.
I.F.: Para Basi la música es fundamental. En "Verdugos" por el tema, la música es importantísima. Yo a Basilio le llevé al Cuartón de Inés Luna un día de sol, le fascinó, y delante de la ermita dijo, "Si aquí nevara, sería cojonudo"; pues como no metas el ordenador, que te crees tú que te va a nevar. Cuando grabamos allí se puso a nevar y Basi le dijo a Teresa Berganza y a su hija "Si no podéis cantar no cantáis". No, contestó ella, vamos a cantar. Fue mágico, emocionante.
Ch.A.: ¡Y "Canciones para después de una guerra"!
I.F.: Canciones estaba subvencionada, la ve Carrero Blanco y dice que hay que quemarla. Lo mejor es "El Cara al sol" del inicio, que tienen de modelo los falangistas sin saber que fueron los del rodaje, todos rojos perdidos, y los del bar de al lado los que lo cantaron con Basilio de director de orquesta. Tiene una altura, una marcialidad, un sentimiento?
Ch.A.: Vaya paradoja, Nacho ¿Cómo resumirías esta exposición?
I.F.: Ha sido una búsqueda constante para documentar ese trayecto, buscar de dónde sale esa libertad interior que partía de su infancia y que le acompañó hasta el final. Ha sido todo un privilegio.
Ch.A.: ¿Qué hubiera dicho Basilio al verla?
I.F.: Basilio era una persona muy compleja. Quizás su reacción primera hubiera sido "¿Y de dónde has sacado esos cacharros y tanto argumento?" Pero pienso que al final le hubiera saltado la sonrisa irónica y hubiera dicho: "Bueno, se puede ver".