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Maite Conesa, la mirada que mira
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DIRECTORA DE LA FILMOTECA DE CASTILLA Y LEÓN

Maite Conesa, la mirada que mira

Actualizado 07/03/2020
Charo Alonso

El suyo es un perfil de sombra china en la pared de piedra en la que se proyecta la memoria audiovisual de esta entera tierra nuestra, porque en la Casa de las Viejas, sede de la Filmoteca de Castilla y León en Salamanca

Tiene Maite Conesa la sonrisa apasionada, el gesto decidido de la gestión rigurosa y firme. El suyo es un perfil de sombra china en la pared de piedra en la que se proyecta la memoria audiovisual de esta entera tierra nuestra, porque en la Casa de las Viejas, sede de la Filmoteca de Castilla y León en Salamanca, se guarda el legado del papel de plata, de la proyección de esta historia compartida con investigadores, usuarios, espectadores y visitantes que se maravillan con los fondos inagotables de este espacio que quiso Basilio Martín Patino lleno de artilugios para fascinar.

Charo Alonso: ¡Fantástica la exposición de Ignacio Francia sobre Patino!

Maite Conesa: Hay hombres muy apasionados por lo que hacen y esta exposición es el trabajo de su vida. Nacho ha dado todo lo que puede dar y lo ha hecho desde la cercanía. La Filmoteca siempre ha sido "el refugio lúdico" de Basilio, él nos trajo esta colección en 1995, aquí se catalogó y se expone desde el 1999 este capricho suyo, el mundo fascinante de la óptica, los aparatos que provocan que los toquemos. Nuestra exposición es como una ventanita perpetua y perenne hacia él y su obra.

Ch.A.: ¿Hemos reconocido lo suficiente a Martín Patino?

M.C.: La ciudad ha ido dando pasos en torno a él y su figura a medida que ha ido creciendo internacionalmente, porque Patino desde sus primeros películas ha sido muy reconocido, querido, y valorado por la crítica y el público. Si ahora le consideramos el maestro del documentalismo en España es por esa visión internacional de todos los festivales y por los estudios de la gente más cercana, como el que le dedicó Juan Antonio Pérez Millán "Basilio Martín Patino, la memoria de los sentimientos" que es una maravilla. Basilio ha tenido un reconocimiento consensuado de la crítica, de estudiosos, de otros cineastas, del público y además, ha sido un maestro admirado por las nuevas generaciones de directores, los "Charro-power" como decimos.

Ch.A.: ¿Nuestros cineastas jóvenes son patinianos?

M.C.: Isabel De Ocampo, Carlos Terón, Rodrigo Cortés, De la Peña, Velázquez, Cenzual? Tenemos una nómina ahí extraordinaria de gente joven que se ha criado a su mirada y a la de Pérez Millán, admirador, estudioso y amigo, y la correa de transmisión estaba hecha. De ahí vienen sus películas y el poso patino que hay en muchas de ellas. Hay un cine salmantino muy fuerte, gente que ha nacido aquí y que tiene las claves de la ciudad, igual que las tenía Patino o García Sánchez.

Ch.A.: O Javier Tolentino.

M.C.: Tolentino es un hombre muy intenso, muy activo, muy empático. Yo creo que la cultura necesita no solo de hacer, sino de transmitir, de implicar, de ir tejiéndonos un poco por dentro, apoyándonos y eso lo hace muy bien y muy generosamente desde su trabajo como periodista.

Ch.A.: Me gusta mucho lo que dices acerca de apoyar la cultura?

M.C.: Yo cada vez que veo un espacio, sea de quien sea, lleno, con gente que ha salido de su casa en el frío invierno castellano a ver, a que le cuenten, a escuchar? ¡Eso es una riqueza impresionante, y lo tenemos en muchos sitios afortunadamente! Un público muy preparado, muy fiel, muy agradecido a las cosas, muy exigente y muy participativo.

Ch.A.: Vosotros lo tenéis muy complicado en este mundo de pantallas?

M.C.: El cine tiene tirón y gente dispuesta a disfrutarlo. La fotografía y el cine son los artilugios de este mundo que hemos creado. Y nosotros estamos en ello. Tenemos un mundo propio, lo mimamos mucho, no nos metemos en grandes conquistas, ni por recursos ni por espacio podemos hacerlo, pero sí una línea muy continuada y muy nuestra, que se dirige ahora a la creación de talleres en la búsqueda de nuevos públicos.

Ch.A.: ¿Cómo lo conseguís?

M.C.: Nosotros lo hemos ido supeditando todo al lenguaje de la exposición, de lo audiovisual. Lo ofrecemos a estudiantes, a gente de la ciudad, a turistas, porque todo el espacio de abajo está abierto al turismo los fines de semana con un horario que hace que sea un lugar monumental más. Y contamos qué es una linterna mágica, qué es un zoótropo, tenemos talleres con padres e hijos, con personas que no tienen acceso a la cultura, hacemos ciclos de cine?

Ch.A.: Marzo es el mes de la mujer. ¿Reivindicas su papel en importantes puestos de gestión cultural?

M.C.: En el 2013 se jubiló Pérez Millán y yo he sido hasta hace nada la primera y única directora de Filmoteca de España. La cultura es un mundo más abierto a nosotras, pero cuesta muchísimo todo y en el cine especialmente. En la SEMINCI, desde hace tres o cuatro años, hay una mesa de mujeres que debaten sobre cine y han llegado a la conclusión de que, entre 2015 y 2018, de las 187 películas hechas por mujeres, (imaginaos que cada año se estrenan unas doscientas películas) solo seis son de Castilla y León. De esa escasez somos conscientes, y más yo, como mujer, y como gestora.

Carmen Borrego: ¿Notaste esa dificultad de la mujer que accede a un puesto de gestión?

M.C.: Hay un foco especial en nosotras. Nada es fácil en la gestión y menos cuando llega la crisis económica. Nosotras hemos bregado lo más duro del duro invierno. Las mujeres estamos más acostumbradas a trabajar en condiciones extremas, somos realmente esforzadas de la ruta.

Ch.A.: Vuestra gestión y trayectoria son muy reconocidas.

M.C.: La gente quiere este espacio, lo venera, lo tiene muy interiorizado y eso es gracias al trabajo de todos, desde el primero al último. Esto era un caserón húmedo y vacío y se ha convertido en referente, en un dinamizador de la zona y en un espacio imprescindible para quien quiere acercarse al mundo audiovisual. A eso han contribuido muchas mujeres muy fieles y muy transmisoras. Y en las horas más bajas, cuando no sabíamos qué iba a pasar, ha habido un equipo y un público absolutamente entregado que viene a las actividades de la Filmoteca, que nos dice que lo valoran. En nuestras proyecciones, que siguen teniendo un formato clásico, con la presentación, el coloquio y entre medias el visionado de lo que sea, aunque salgamos de aquí tardísimo, el público es participativo.

Ch.A.: ¡Qué mérito porque peleáis contra la comodidad!

M.C.: Antes había que salir de casa para ver algo, sin embargo, ahora desde el confort del sofá accedes al mundo, entonces todas esas cosas siempre tienen que tener un plus. Arrancar a una persona y convertir a un cliente en espectador es una inversión impresionante de todos, pero especialmente de él mismo en su crecimiento personal que rompe todas las comodidades. Pensad que es alguien que sale de su casa, toma un bus para venir, o busca un sitio para aparcar el coche, que llega y se sienta? Y luego dice, ya estoy aquí otra vez, oye Maite, cómo me ha gustado?

Ch.A.: Lo que gusta es la pasión con la que lo cuentas.

M.C.: Esa pasión me la trasmitió Juan Antonio y yo espero transmitirla. Tengo la fortuna de trabajar con una gente maravillosa a la que quiero con locura y, además, que ha demostrado que este espacio les interesa tanto como a nosotros que tenemos que dar más la cara que ellos. Esto lo da el mundo de la cultura, esto lo dan espacios especiales, y cuando estás en un espacio especial y entras aquí y consideras que este edificio se levantó en 1620 y que ha sobrevivido a la piqueta... En este momento me interesan más las reflexiones personales de cómo puedes llegar a implicarte tanto en un trabajo, que los datos que tenemos, que también son por cierto, extraordinarios.

Ch.A.: ¿Se nos olvida que esta es la Filmoteca no de Salamanca, sino de toda Castilla y León y que no está en Valladolid?

M.C.: En los años ochenta se dieron una serie de coincidencias extraordinarias que hicieron que viniera aquí: todavía se estaba construyendo autonomía y Salamanca aspiraba a ser capital de la cultura. El peso dentro de la Comunidad de una ciudad como Salamanca, su carga cultural, su proyección y el hecho de que estuviera Pérez Millán aquí, fue vital. El proyecto se impulsó con esa fuerza de la política de entonces y el tesón de Charo Diego, que era presidenta de la Diputación, y se inauguró el 18 de marzo de 1991. La Filmoteca funciona porque el Ayuntamiento puso el personal, la Diputación cedió y restauró el edificio y la Junta de Castilla y León, el presupuesto necesario de la gestión y además la dependencia orgánica directa de la Dirección General de Políticas Culturales.

Ch.A.: Pero ahora parece que priman los grandes museos.

M.C.: Esas propuestas son muy necesarias, pero también lo es defender los archivos, los museos que han estado ahí tan implicados en los tejidos culturales del sitio donde están. Hay que apoyarles más para dar ese salto necesario a todo lo que nos espera, para dejar una consolidación independiente de lo que sean las políticas venideras. Para eso se necesita un reconocimiento por parte de quien ostenta la gestión, y la responsabilidad de dotarlo para que pueda cumplir sus fines.

Carmen Borrego: ¿Un fin de la cultura es crear riqueza?

M.C.: Claro, los grandes museos son fuente de riqueza, de trabajo, de colocarnos en muchos sitios como el Museo de la Evolución Humana, pero hay que mirar también a esos museos o archivos históricos provinciales que tienen la responsabilidad histórica de guardar, preservar y seguir ahí.

Ch.A.: Aquí custodiáis un legado impresionante?

M.C.: Tenemos como seis millones de documentos fotográficos, la riqueza patrimonial de la fotografía en Castilla y León es tremenda, de primera línea. Ha sido nuestro quehacer, en una comunidad no especialmente rica ni inquieta en lo que a producción cinematográfica se refiere, guardarla. Somos una fuente tremenda de creación desde los ámbitos fotográficos y cinematográficos. Pero todo necesita, después de un trabajo tremendo de acopio de fondos y de habernos concienciado como sociedad de la importancia de lo audiovisual, darle una salida continuada, no esporádica.

Ch.A.: Es decir, no se trata de custodiar y montar una exposición?

M.C.: Hay que acostumbrar la mirada, hay que acostumbrar a saber, a no improvisar. Somos un puntal en el mundo del cine, es muy rica nuestra aportación a todo, desde los archivos a las actividades. Todo necesita además del acopio de fondos, la conservación y la difusión. Necesitamos transmitir, enseñar.. Yo peleo con que procesos cinematográficos antiguos no se pierdan, que seamos capaces de poner habitualmente un proyector de 35, un súper 8, una linterna mágica, electrificada, o sin electrificar.

Carmen Borrego: ¿Existe el tirón de Valladolid?

M.C.: Esto se pudo hacer porque tres instituciones se unieron y funcionamos todavía como un modelo. A mí la competencia entre instituciones me parece un derroche de recursos y un derroche de fuerzas que no nos podemos permitir y en un sitio en el que no somos ricos por nuestra casa, menos. Se puede hacer un museo en Valladolid del cine, por supuesto, pero lo que está hecho merece la pena potenciarlo. Y es cierto que en esta legislatura se ha declarado que lo audiovisual es una prioridad y ha habido una cercanía que agradecemos mucho. Yo creo que hay una sensibilidad actual hacia sitios que han demostrado su implantación en el tejido cultural de la región, su solvencia, lugares a los que les falta un pequeño empujón para convertirse en más oportunidades de puestos de trabajo, en más oportunidades de riqueza y de refugio del espíritu de cada ciudadano que viene a ver una buena película y a identificarse con un grupo.

Ch.A.: ¿Esa es la vocación de la cultura?

M.C.: La cultura nos hace sentir arropados por los otros, hay mucho humano exigente que la busca continuamente en ese deseo de sentirnos parte de un todo y yo soy partícipe de ese grupo.

Carmen Borrego: Maite, ¿quién eres y de dónde vienes?

M.C.: Yo soy de Béjar, fui a Madrid a estudiar periodismo y regresé a hacer unas prácticas en los años ochenta, durante la época apasionante de la segunda corporación municipal de la democracia. Yo he tenido dos jefes extraordinarios, Jesús María Santos, fuente de mi entusiasmo y Pérez Millán, quien me pidió que regresara cuando yo ya estaba trabajando como periodista en Madrid. Al principio me sorprendí cuando me dijo que se trataba de un archivo, aún le recuerdo ahí, sentado en un despacho donde no había nada, solo Rosa, Auxi, Maribel, Juan Antonio y yo. Fijaos que dijimos: "Vamos a tener que traer los libros de casa para inaugurar" y ahora tenemos una biblioteca con 14.000 libros? Yo le echo mucho de menos.

Ch.A.: Has escrito textos muy bellos sobre Núñez Larraz, cuando yo era niña sus fotos eran postales icónicas, sin embargo, mi hija no las ha visto. ¿No se puede exponer su obra de forma permanente?

M.C.: Es cierto, se trata de un problema de espacio. Habría que tener un espacio Núñez Larraz lo mismo que hay un espacio Patino. Pepe Núñez Larraz fue el único fotógrafo Premio Castilla y León de las Artes. El depositó aquí sus fondos, lo hizo por cercanía personal y hay que pensar dónde, cómo y cuándo exponerlo. Yo le disfruté mucho, venía con sus cajitas de puros llenas de negativos, con esos ojos, esa presencia? tuve la oportunidad de hablar mucho con él, felizmente. Era muy grande.

Ch.A.: Tienes la responsabilidad de la obra de gente muy grande?

M.C.: Somos depositarios de un tesoro y yo estoy esperanzada, el aval que llevamos a la espalda es mucho, y seguimos adelante. Abrir una puerta pública cada día es una responsabilidad. Abrir la puerta de un hospital, de un colegio requiere un protocolo, una responsabilidad colectiva. Pero abrir la puerta de una institución cultural, también, se trata de que, cada vez que alguien la pase, sienta algo especial. La gente buscaba antes consuelo en las iglesias, ahora hay que buscar también en la cultura más cercana. Un espacio de cultura es un espacio muy íntimo. Se entra y se siente uno arropada por otros, son los valores que están en el circuito público de nuestra vida.

Ch.A.: Créeme que se siente cuando entras aquí.

M.C.: Este espacio es nexo cultural con la ciudad y con la región, porque desde aquí hemos hecho ciclos de cine donde no se llega. Y nuestra fuerza está ahí, en el número de visitas que hemos conseguido, en las actividades, en el plan de la escuela de cine. La puerta pública que se cierra jamás va a volver a abrirse. Y hay que abrirse al público nuevo, Laura y yo decimos que esta casa tiene forma de linterna mágica. Ha sobrevivido y está muy vinculada a la ciudad: ha sido fábrica de hielo, asilo de gentes sin recurso, casa de la caridad, casa de mujeres solas, la casa de un capellán que es nuestro casero? pero no nos da guerra.

Acervo de lo nuestro entre piedra, ladrillo, madera y placas de cristal donde duermen el juego y la memoria su sucesión de fotogramas, imagen en movimiento, cine que nos hace vivir, fotografía que nos retrata. Y abriendo la puerta del laboratorio de los milagros, de la cámara oscura, la fuerte, generosa, entregada, la mano que son muchas, de Maite Conesa.

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