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El villorejo que contribuyó a parar dos guerras
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Un personaje único

El villorejo que contribuyó a parar dos guerras

Actualizado 05/03/2020
Jorge Trevín

Los inventos del ingeniero Fernando Gallego Herrera ayudaron a acelerar el final de la Segunda Guerra Mundial y a evitar las tentaciones de desatar una tercera en los años 60

El 15 de febrero de 1901, un día después del nacimiento de Fernando Gallego Herrera en Villoria, el Gobierno de los Estados Unidos se opuso a la declaración de Cuba como país independiente. La treta por la que el país de las barras y estrellas había librado a los caribeños del colonialismo español se dio la vuelta en apenas tres años.

Lo sucedido a miles de kilómetros de distancia de Las Villas no fue sino el embrión de lo que ocurriría 60 años más tarde en Bahía de Cochinos; la mecha que encendió las hostilidades que posteriormente dieron lugar a la Guerra Fría, un periodo de enorme tensión bipolar en el que la sombra de la Tercera Guerra Mundial amenazó al mundo hasta bien entrados los años 80. Las diferencias pudieron tener consecuencias trágicas de no ser porque el bloque ruso entendió que no iba a poder llevar a cabo uno de sus planes fundamentales para imponerse, el de bombardear pistas de aterrizaje de sus enemigos. No serviría de nada. En la frustración de ese plan, Fernando Gallego Herrera tuvo mucho que ver.

Para entenderlo tenemos que retroceder casi 30 años en el tiempo. Y es que en plena Segunda República, Gallego desarrolló varios prototipos de un artefacto que bautizó como 'Aerogenio'. Su principal característica era que podía realizar vuelos verticales al utilizar aire comprimido. Esa idea despejaba el horizonte a la pretensión de despegar sin necesidad de una legua de tierra sobre la que tomar velocidad o aterrizar en el menor espacio posible.

La patente que Gallego solicitó en 1933 detallaba "un medio de obtención de refuerzos de impulsión, autopropulsión y sustentación con el empleo de aire comprimido aplicable a todo género de transportes y, en especial, a la navegación en la estratosfera". Casi nada. En el verano de 1935 y tras varias pruebas, el 'Aerogenio' llegó a elevarse verticalmente del suelo durante algunos metros.

Al no producirse unos resultados espectaculares durante esas primeras pruebas, el proyecto perdió apoyos y entusiasmo y terminó durmiendo el sueño de los justos. 25 años más tarde, sin embargo, el ejército británico levantaba del suelo sin necesidad de pista su avión de ataque Harrier, un auténtico emblema del que también disfrutaron otras Fuerzas Armadas, como las españolas. Esa posibilidad de despegue hacia arriba invalidaba la tentación rusa de diezmar al enemigo bombardeando bases y pistas. La semilla que plantó Gallego Herrera floreció en el momento justo para detener el avance de una estrategia militar que ofrecía muy mal pronóstico.

Clave en el desembarco de Normandía

Por desgracia para la paz mundial, tan solo una década más tarde desde que el 'Aerogenio' despegara en Villoria, el mundo tropezaba de nuevo en la misma piedra que en el periodo 1914-1917. La Segunda Guerra Mundial era una triste realidad. Sin embargo, empezó a cambiar su rumbo cuando el 6 de junio de 1944 miles de soldados aliados desembarcaron en Francia para intentar detener lo que hasta ese momento parecía el imparable avance alemán. La Batalla de Normandía fue el origen de la liberación europea del yugo nazi. La operación para detener al ejército del paso de ganso se inició en varias playas en las que miles de soldados desembarcaron desde sus vehículos anfibios. Las plataformas por las que muchos de aquellos militares bajaron al agua precisaban puertos flotantes desde los que poder reaccionar con rapidez y sorprender al enemigo. Fernando Gallego Herrera contribuyó al diseño y construcción de estos puertos. El Gobierno británico jamás se lo reconoció. También en la isla se le hizo el vacío. El orgullo de haber ayudado a parar un desastre, eso sí, nadie se lo pudo arrebatar.

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