El cabo Antonio San Juan charla con SALAMANCARTVALDÍA desde la Antártida
Hace algunos días pudo hablar con sus vecinos más jóvenes, los alumnos del colegio de Villavieja de Yeltes, asombrados por poder conocer de primera mano la forma en que este paisano, militar del Regimiento de Ingenieros, está sirviendo a España a casi 13.000 kilómetros de su pueblo natal.
El cabo Antonio San Juan se siente un auténtico privilegiado por poder participar en esta experiencia en un lugar "único en el mundo", la Isla Decepción. "Su origen es volcánico y su forma de herradura se debe al derrumbamiento del cono del volcán, quedando su cráter abierto al mar y formándose una bahía navegable", explica, a escasos metros del hielo glaciar mezclado con las cenizas procedentes del volcán que actualmente se encuentra activo "pero con poca actividad".
Los paisajes y la fauna de la isla donde se asienta la Base Antártica Española Gabriel de Castilla "son fantásticos y la sensación de silencio que se puede sentir cuando el viento nos respeta resulta indescriptible", añade. En definitiva, una experiencia inolvidable que jamás había pasado por la cabeza de este militar que cumple casi dos décadas en el Ejército de Tierra. "Desde que se me comunicó que había sido seleccionado para formar parte, reconozco sentirme muy afortunado; es un verdadero honor", reconoce.
El clima y las mareas
Los horarios de trabajo de San Juan y el resto de sus compañeros están condicionados por la carrera de las mareas. Así, los inicios de jornada son variables entre las seis y las diez de la mañana y también el fin de cada día. Las condiciones climatológicas, como la presencia de ventiscas, también condicionan los horarios. Las predicciones meteorológicas del personal de la Agencia Española de Meteorología ayudan a realizar el trabajo de la manera más eficiente posible.
También ayudan los 10 megas de bajada de datos con los que cuenta la Base Antártica Española. Todo un lujo por estas latitudes y el hilo que une a San Juan con su tierra con la que habla a diario, especialmente con su mujer, con la que se casó hace apenas unos meses.
Cada día, además, este militar charro procura hacer algo de deporte junto al resto de sus compañeros. "Es todo un espectáculo correr por las playas de la Isla Decepción", confiesa. Allí no hay piedra de Villamayor, "pero sí una serie de paisajes que son difíciles de describir debido a su majestuosidad". Destacan los imponentes glaciares, las escarpadas pingüineras a rebosar durante la época de cría, los majestuosos fuelles de Neptuno, que constituyen la entrada a la parte interior de la isla, la playa repleta de lobos marinos descansando "y así podría estar enumerando todos los diferentes puntos de Isla Decepción". Pero a pesar de todo ello, añade San Juan, "yo siempre me quedaré con un paseo por la maravillosa dehesa de Villavieja de Yeltes".
La experiencia antártica le está permitiendo al cabo San Juan palpar de primerísima mano los efectos del cambio climático, un asunto complejo en el que trabajan los científicos con los que estos días comparte la base Gabriel de Castilla. "Está científicamente demostrado que en la Antártida es donde más ha subido la temperatura en las últimas décadas y es el motivo por el que la ciencia y nuestros científicos tienen tanto que estudiar aquí. Para ellos es un indicador de cómo puede evolucionar el planeta en los próximos años, si siguiera la tendencia de la Antártida", aclara.
Antonio San Juan tiene claro que el ser humano debe concienciarse "sobre la necesidad del cuidado del medio ambiente". Los militares salmantinos desplegados en la Antártida son los primeros en dar ejemplo en cuanto al cuidado del medio ambiente y su Base, al cumplir a rajatabla el Protocolo de Madrid y el Tratado Antártico en materia de reciclaje.
En esa línea, desde la Campaña Antártica se viene realizando cada año una actividad de concienciación, especialmente dirigida a los más pequeños, pero abierta a todas las edades, consistente en la posibilidad de apadrinar un pingüino de la isla de manera gratuita. El padrino puede elegir su nombre y recibe una certificación. Con ese gesto que en ocasiones también conlleva aportaciones económicas voluntarias, los padrinos se comprometen a cuidar del medio ambiente en su lugar de residencia (reciclar, uso responsable de agua y energías, etc.) "con la intención de evitar la llegada de contaminantes a la Antártida donde vive su pingüino". Esa iniciativa se asocia cada año, además, a una acción solidaria. En esta ocasión se trata de la lucha contra el cáncer infantil a través de la Asociación Pablo Ugarte.