Juzbado atesora el primer museo geológico de Castilla y León para explicar con todo lujo de detalles la peculiaridad de esta fractura del terreno que se prolonga a lo largo de 160 kilómetros
La Geología es un área del conocimiento con apenas representación en el espacio museístico español. Por eso resulta llamativo que en la comarca salmantina de Ledesma podamos disfrutar del primer museo geológico de Castilla y León. Se trata del Museo de la Falla, en la localidad de Juzbado, que se consagra a un accidente geológico de aproximadamente 300 millones de años de antigüedad descubierto hace poco más de medio siglo-. Esa fractura del terreno une este pueblo salmantino con Penalva do Castelo, en Portugal, a lo largo de 160 kilómetros puede ser observada por el visitante a escasos centímetros de distancia dado que el museo tiene un afloramiento granítico que forma ya parte del inventario de lugares de interés geológico de España. Y sin temer ningún peligro pues, aunque las fallas suelen asociarse a terremotos, fallas como la de Juzbado están totalmente inactivas dado que la actividad sísmica del noroeste de España es escasísima.
El museo es un centro de interpretación abierto en 2014 que ofrece información geológica y está concebido como un espacio de participación por lo que acoge multitud de actividades a lo largo del año. En todas ellas, la banda de cizalla dúctil que une España y Portugal es siempre protagonista.
Como corresponde a cualquier museo, este se convierte también en un gran centro de conocimiento gracias a multitud de actividades que permiten poner en valor su riqueza y su excepcionalidad. Así, desde hace 5 años participa en el 'Geolodía' organizado por la Sociedad Geológica Española. También impulsa el proyecto Geo Experimenta, pensando en los más pequeños
Este museo único dispone, además, de diversos recursos divulgativos entre los que llama la atención el cortometraje La Falla, rodado expresamente para formar parte de la riqueza de su oferta. Visionándolo, el visitante puede conocer la historia detrás del descubrimiento, en 1968, de esta espectacular herencia de la naturaleza nacida a la vez que las principales cordilleras del entorno de Salamanca.