Ir en dirección opuesta en los grandes temas que tienen en la actualidad las ciudades españolas y europeas, es muy significativo de qué está ocurriendo en la ciudad; los temas a los que me refiero son los dos más importantes de salud pública y medio ambiente, (la contaminación del aire y el cambio climático) el nivel de empleo y la tendencia a la despoblación.
Veamos qué ocurre a grandes rasgos en la ciudad de Salamanca, en estas tres cuestiones. En cuanto a la contaminación del aire que respiramos, parece que los indicadores manifiestan que no solo no disminuye, sino que hay una tendencia a aumentar. Las políticas municipales no apoyan la lucha contra la contaminación atmosférica; a veces, directamente, van en contra. Como la tala de 24 chopos al lado del Puente Romano que ordenó ejecutar este Ayuntamiento hace un par de semanas. Cuando la tendencia en la gran mayoría de ciudades españolas es plantar más árboles en todos los barrios, en Salamanca no solo no se plantan más sino que se cortan magníficos ejemplares, completamente sanos. Da la impresión de que una parte de los salmantinos y de sus dirigentes locales adoran el asfalto, puro, duro y libre de verde. Como me contó una vez Basilio Martín Patino sobre unos constructores que se habían cargado un precioso olmo, al lado de su casa: su comentario a las quejas del cineasta fue "¿Los árboles? ¡Lo único que dan es trabajo, cobijo a insectos y suciedad!". ¿Qué dirían estos constructores con la medida que acaba de anunciar A. Hidalgo, la alcaldesa de París, de origen español, de plantar ya 170.000 árboles en la capital francesa?
Asfalto y más asfalto para que los coches no paren: ese parece ser el mandamiento número uno del urbanismo salmantino; aquí parece que no nos hace falta ningún "Madrid central", ninguna norma contra la polución del tráfico, aunque las consultas estén llenas de niños y adultos, con trastornos respiratorios los inviernos, y con alergias de todo tipo las primaveras. En Salamanca, en lugar de ir restringiendo el tráfico dentro de la ciudad, como hacen nuestros vecinos más próximos ( Valladolid, Zamora, León, Pontevedra, etc.) previendo ya las normas obligatorias que se avecinan, los automovilistas tienen carta blanca para moverse y aparcar en la totalidad de la ciudad (incluyendo zonas supuestamente peatonales, parques y zonas de recreo).
Las políticas de creación de empleo, que son las más eficaces contra la despoblación que ya estamos sufriendo, en la capital y en la provincia, no alcanzan ni siquiera para mantener los niveles actuales. Salvo el sector de la hostelería y los guías turísticos, los demás sectores siguen disminuyendo, incluida la construcción.
Avanzamos hacia un tipo de ciudad museo de fin de semana, con más turistas que habitantes en su núcleo central y una población envejecida, pues la gente joven tiene que irse fuera de su ciudad a buscar trabajo.
¿Será que una ciudad con tanta riqueza conservada de los pasados siglos es incompatible con las exigencias de un presente lleno de problemas, que han de enfrentarse con mentalidad abierta y creativa?
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