Iba a cumplir con mi tradición de escribirle una carta a la Unión Deportiva Salamanca al llegar su cumpleaños, pues mañana día 9 de febrero habría cumplido los noventa y siete, pero se me ha adelantado en el marcador y no tengo ninguna intención de remontar. Este gol me ha metido por toda la escuadra?
Estimado Tomás, abonado 686:
Antes de nada, deja que te agradezca las cartas que me has escrito cada febrero desde 2014. Me han llegado todas aquí arriba, como me llegáis al corazón cada vez que recordáis las tardes de domingo en que vinisteis a verme, cada vez que ponéis en Youtube esa gesta de la que fui capaz aquella noche de Reyes o cada vez que contáis dónde estabais aquella otra noche gloriosa de Albacete. Dale muchos recuerdos a tu padre que te enseñó a quererme, a tu madre que tanto me animó, a tu hermano con el que tantos partidos compartiste, y también a tus hijos, que ojalá hubieran podido venir a verme jugar.
Por aquí las cosas marchan muy bien. Voy primera en una liga que nos hemos montado el Málaga, el Logroñés, el Lérida, el Compostela, el Burgos, el Palencia, el Mérida, el Badajoz, el Extremadura, el Poli Ejido, el Manchego, el Orense y el Alicante. Además nos han subido hace poco el Vicente Calderón y ya sabes que competir ahí es una gozada. No te imaginas los colchoneros celestiales lo que animan aunque no juegue su Atleti. En Atocha también disfruto mucho, y en el viejo y catedralicio San Mamés. ¡Y no digamos en El Calvario! Procuraré enviarte crónicas de Evaristo Trilla y fotografías de Antonio Valle, a los que mandé aquí de avanzadilla.
Me está entrenando García Traid y en sus alineaciones a menudo aparecen dos jugadores a los que sé que tenías mucho cariño, Antonio Díaz y Dubravko Pavlicic. Últimamente no falta a mis partidos un aficionado que fue tu vecino allí en la Preferencia del Helmántico, cuando te sentabas en el asiento 114 de la fila 23: José Gajate, un gran unionista. Le doy recuerdos de tu parte, que le agradará saber de ti.
Sé que en estas semanas ha habido algo de ruido con mi estadio, el que dejé en herencia a Hacienda porque, con todo el dolor de mi corazón, no hubo quien me sacara del pozo de las deudas, ¡y cuánto lo siento! Debo decirte que me alegré mucho al veros, a ti y a los demás entrañables "pisteros" que sostenéis el club que me homenajea, Unionistas de Salamanca, permanecer fieles a vuestra esencia y a vuestra idea de lo que debe ser vuestro club. Sois otros pero sois míos, y os quiero. También quiero a los que apoyan al Salamanca CF UDS, y a los que no apoyan a ninguno, y algunas noches sueño con que en el futuro, cuando el tiempo haga su trabajo, los tres grupos compartáis de nuevo afición animando quizá a un Reunión Club de Salamanca, con otro escudo diferente al mío, porque, comprendedlo, ese escudo era de todos y tuvo su momento; con otro himno diferente al mío, porque, entendedlo, ese himno era de todos y tuvo su época; con otra historia diferente a la mía, porque, aceptadlo, la mía duró noventa años y no me dejaron prolongarla más.
Por último, te pido que publiques esta carta en esa Calle de la Fe tuya de los sábados. Así aprovecho para darle las gracias, desde el cielo de los equipos hasta su grada vieja, a Ángel Martín Fuentes, que con su amor a mi historia ha logrado que Marca haga justicia con mi porterazo D´Alessandro y le haya reconocido como Zamora tantas décadas después. Hice mucha fiesta al verle recoger el trofeo correspondiente a las ligas 74-75 y 76-77.
Aquí, querido Tomás, en el cielo salmantino con la encina y el balón, sigo jugando al fútbol con los deseos y la ilusión de seguir siendo añorada por ti y por tantos. No creo que mienta al decir que Unión sólo fui yo y que, por desgracia, tuve que irme y ya no vuelvo. Así es la vida. Así es la historia. Con todo mi cariño, recibe, recibid todos mis aficionados, un abrazo como los que os dabais después de mis goles.
Fdo. El Salamanca
Ilustro el texto con una fotografía recientemente publicada en Desde mi grada vieja, en memoria de ese entrenador que ahora tiene la Unión Deportiva Salamanca en su liga celestial, el gran José Luis García Traid.
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