Tras tres años y medio con las instituciones británicas y europeas pelando la pava sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea, decidida por los británicos en referéndum el 23 de junio de 2016, con la llegada de febrero de 2020 ya se ha hecho efectiva la consumación del Brexit.
Ahora, está por ver cómo afectará en los campos económico y político, tanto al Reino Unido como a los países miembros de la UE, esta salida del espacio comunitario europeo de una de las economías más potentes tanto en PIB como en nivel de renta de Europa, así como una de las que posee un mayor prestigio a nivel internacional, con Londres como mejor escaparate británico en el mundo.
Sin embargo, cabe apuntar en el campo económico que la condición de miembro de la UE no es una condición necesaria para formar parte del Espacio Económico Europeo, del que pueden participar tanto los Estados miembros de la UE, como los que, sin formar parte de ella, integran la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC o EFTA), caso de Islandia, Noruega, Liechtenstein y Suiza, y de los cuales Suiza es el único que decidió no participar en el Espacio Económico Europeo (aunque sí participa desde 2004 en el Espacio Schengen).
En todo caso, tras haber ido aumentando su número de miembros paulatinamente, con la salida británica, la Unión Europea sufre por primera vez una reducción de su ámbito territorial, quedando reducida de nuevo a 27 Estados, situación que nos retrotrae a antes de 2013, año en que Croacia se convirtió en el 28º miembro de la UE, y hasta ahora el último en entrar en ella.
Por su parte, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (extenso nombre que es el oficial del Estado británico), cierra con su salida de la UE un capítulo de casi medio siglo de su historia reciente, formalizando el 1 de febrero de 2020 su salida de unas instituciones a las que se había adherido el 1 de enero de 1973, cuando a España o Portugal aún les faltaban trece años para pasar a ser miembros de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE).
Sin embargo, mientras la mayor parte de Estados europeos (entre ellos España) no tuvieron demasiados reparos en ir cediendo parte de su soberanía a la Unión Europea, el caso del Reino Unido siempre fue diferente, y los británicos se mostraron tradicionalmente recelosos de perder parte de su independencia y soberanía como Estado.
En este sentido, Reino Unido no quiso desprenderse de su moneda, la libra esterlina, a favor del euro, ni tampoco quiso ratificar en su totalidad el Acuerdo de Schengen, que sólo firmó parcialmente, reservándose parte de las atribuciones que como Estado soberano consideraba debía mantener sin ceder al espacio europeo.
Por otro lado, la permanencia del Reino Unido en las instituciones europeas siempre creó cierta controversia en tierras británicas. Y si en 1973 se integraba en la CEE, el 5 de junio de 1975 tuvo lugar un referéndum en el que los británicos debían decidir entre ratificar dicha integración en la CEE, o abandonar la misma.
Entonces, el 67% de los británicos apoyó la pertenencia del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a la Comunidad Europea, con un apoyo proeuropeo veinte puntos superior al registrado en el referéndum sobre el Brexit de 2016, lo que muestra una desafección que ha ido in crescendo hacia el proyecto europeo en las Islas Británicas.
No obstante, llama la atención, si comparamos ambas consultas, cómo ha evolucionado el apoyo a la UE en las cuatro naciones que forman Reino Unido. Así, si en 1975 Inglaterra y Gales eran las más favorables a la Comunidad Europea, en 2016 eran las que mostraban un rechazo mayoritario respecto a la pertenencia a la UE. Por el contrario, Escocia e Irlanda del Norte tuvieron la evolución contraria, siendo las más proeuropeas en la actualidad, cuando en 1975 eran las más esquivas a su pertenencia a las instituciones comunitarias.
Apoyo proeuropeo en los referéndums de 1975 y 2016 en Reino Unido
| Referéndum de 1975 | Referéndum de 2016 |
Inglaterra | 68'7% | 46'6% |
Gales | 64'8% | 47'5% |
Escocia | 58'4% | 62'0% |
Irlanda del Norte | 52'1% | 55'8% |
TOTAL Reino Unido | 67'2% | 48'1% |
En esta coyuntura, el proeuropeísmo de Escocia e Irlanda del Norte ha sido esgrimido por los nacionalistas escoceses y norirlandeses de cara a intentar buscar su salida política del Reino Unido, alegando que hay una voluntad mayoritaria de permanecer en la Unión Europea en dichos territorios, que solo lograrían ahora independizándose del Reino Unido.
Ciertamente, el asunto escocés es una patata caliente que tiene ahora encima de la mesa el gobierno británico. Y es que, si bien el abandono de la UE fue el principal motivo alegado por quienes se oponían a la independencia de Escocia en el referéndum de 2014, ahora el gobierno escocés considera que las condiciones han cambiado de manera radical respecto a aquel referéndum y que los escoceses deberían volver a votar sobre si quieren que Escocia recupere o no su condición de Estado.
Sin embargo, el gobierno británico que encabeza Boris Johnson ya ha manifestado su rechazo a que se celebre un nuevo referéndum de autodeterminación en Escocia, recordando el compromiso tomado entre los principales mandatarios británico y escocés, de que no volvería a darse una nueva consulta al respecto hasta la siguiente generación.
No obstante, tanto el parlamento como el gobierno escoceses reclaman un nuevo referéndum alegando el cambio radical de condiciones con respecto a la UE, y el asunto no parece que sea de una fácil resolución, pues el Partido Nacionalista Escocés (SNP) cada vez tiene mayor fuerza en Escocia, y el partido conservador británico de Johnson sigue siendo minoritario en tierras escocesas.
De hecho, en las elecciones generales celebradas en diciembre en Reino Unido, los nacionalistas escoceses se hicieron con 48 de los 59 escaños que elegía Escocia en el Parlamento Británico, frente a los 6 asientos escoceses que logró el Partido Conservador. Una situación, sin duda incomparable con la que poseía el SNP hace apenas una década, cuando apenas logró 6 de los 59 escaños escoceses, 42 menos que en las últimas elecciones.
Asimismo, la cuestión se antoja más difícil de gestionar por parte del Partido Conservador británico si tenemos en cuenta que el Partido Nacional Escocés controla gran parte de los ayuntamientos de Escocia, y es la formación mayoritaria en el parlamento escocés, con 63 de los 129 diputados (el doble que los 31 conservadores) y el independentismo escocés alcanza en el mismo la mayoría absoluta con los 6 diputados que posee el Partido Verde Escocés.
De esta manera, el Brexit plantea ahora una serie de asuntos trascendentales al Reino Unido, que no se ceñirán sólo a cómo gestionar económicamente el asunto, sino también a cómo hallar soluciones que den una continuidad al proyecto territorial del Reino Unido tal y como se encuentra planteado actualmente, con Escocia como asunto más espinoso, pero con frentes abiertos también en Irlanda del Norte y Gibraltar, con una sensibilidad pro-europea mayoritaria.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.