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Las Dunas, el hospital salmantino para la fauna silvestre
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Recuperación de animales

Las Dunas, el hospital salmantino para la fauna silvestre

Actualizado 21/01/2020
Jorge Trevín

Durante 2019 cuidadores y veterinarios lograron sacar adelante al 72 % de los ejemplares que llegaron al centro

Disparo, deshidratación, veneno, inanición, atropello, infección, choque con alambradas o aerogeneradores, electrocución? Son las hipótesis -o las certezas- que Belén anota en la hoja de ingreso de cada nuevo 'paciente' que llega a Las Dunas, el Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre que la Junta de Castilla y León mantiene abierto en Salamanca con el objetivo de sacar adelante a víctimas de los más variados infortunios. Y lo logran en el 72 % de los casos, un porcentaje espectacular si se tiene en cuenta el estado en el que se encuentran la mayoría de los recién llegados.

"Aquí hacemos los milagros", explica Belén mientras muestra la pequeña pero bien equipada sala donde los veterinarios tratan de sacar adelante a los heridos. Lo hacen de un modo completamente altruista, igual que las dos clínicas veterinarias de Salamanca a las que se lleva a los animales recién recogidos a realizar la primera valoración y el seguimiento posterior de su recuperación.

Belén es pura verborrea. Detalla minuciosamente el qué, el cuándo, el quién, el cómo y el por qué. Lo hace con humildad pero con mucha pasión. La de quien es consciente de realizar una valiosa labor para la sociedad y el entorno en el que vive. Una profesional que reconoce encariñarse con animales a los que, a veces, llega a tutelar durante años hasta que están listos para volver a su hábitat. "La pena porque se van es efímera. Es mayor la felicidad por verlos salir adelante. Es nuestro trabajo, velar por el bien del animal. Y es un placer conseguirlo". Lo dicho, una profesional.

Podría parecerlo pero Belén nunca está sola. Una pareja de cernícalos la sobrevuelan estos días. Tratan de demostrarle que él evoluciona muy bien de su pata rota y que ella está recuperando la confianza para volver a volar. Es uno de esos casos misteriosos que llegan de vez en cuando a Las Dunas, el de animales a los que aparentemente no les pasa nada -así lo demuestran los análisis- pero que han perdido la capacidad y las habilidades para comportarse como debería hacerlo uno de su especie. "Puede ser víctimas de un problema anímico, como le sucede a una persona", explica.

En la habitación de al lado un mochuelo a punto de recuperar del todo su ala rota no le pierde ojo, ni a ella ni al ratón que se va a comer hoy y que ya tiene apartado en una esquina. Tampoco le pierden ojo, el único ojo que conservan, otros ilustres inquilinos de Las Dunas que, como si de atletas de élite se tratara, se machacan a diario para volver a ser los de antes a pesar de haber perdido visión periférica. Tarea titánica que a veces no se consigue, pero cuando eso sucede, hay alternativas.

Voluntarios

Junto a Belén, a lo largo del año son multitud los voluntarios que aprenden a cuidar a estos particulares pacientes. En su mayoría se trata de alumnos de la granja escuela Lorenzo Milani, con la que la Junta mantiene un acuerdo de colaboración. A veces se sorprenden porque esperan encontrarse únicamente inquilinos alados pero en Las Dunas hay cabida para todo tipo de habitantes de nuestros bosques, también los mamíferos. Garduñas, nutrias o tejones se han dejado ver por allí y han logrado volver a casa como nuevos. A veces son los propios particulares que los rescataron quienes los reintroducen en su medio una vez recuperados. Un momento muy especial. En otras ocasiones de esa tarea se encargan agentes medioambientales, efectivos de la Policía Local o del Seprona.

Como en los hoteles de costa, desde mayo a septiembre es temporada alta en Las Dunas. Muchos animales son víctimas colaterales de la apertura de cotos de caza. Además, a medida que la temperatura sube han de hacer frente a otra terrible amenaza. "Las moscas rondan constantemente las heridas y en ocasiones ponen sus huevos en ellas provocando un desastre mucho mayor pues los gusanos tardan muy poco tiempo en destrozar huesos y músculos", describe Belén con crudeza. Están pendientes, sanean constantemente y aún así, hay animales que siguen malográndose por esta causa.

Los milanos reales son habituales en Las Dunas. Curioso que abunden cuando se trata de una especie en peligro de extinción. En Salamanca, sin embargo, existe una población numerosa. También se dejan ver a menudo busardos ratoneros, cernícalos primillas, vencejos, gorriones, cigüeñas o búhos y lechuzas. Esas rapaces nocturnas son las otras víctimas de las plagas de topillos. La proliferación de venenos para terminar con los roedores termina por intoxicarlas y en muchas ocasiones hasta que no hay vuelta atrás.

La mayoría de animales que llegan a Las Dunas están vivos pero Belén también recibe cadáveres. Cuando esto sucede se activa el protocolo habitual de las necropsias y la cadena de custodia, que garantiza la correcta manipulación de ese cuerpo que podría estar dando pistas sobre un problema concreto en una zona de Salamanca. "Si empiezan a llegar muchos animales de un mismo entorno hay que analizar qué está sucediendo", precisa la trabajadora. Nada en Las Dunas se escapa a la improvisación.

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