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Hallazgos sorprendentes, peticiones pintorescas y reservado el derecho de admisión a las palomas
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Espacio para lo inesperado

Hallazgos sorprendentes, peticiones pintorescas y reservado el derecho de admisión a las palomas

Actualizado 21/01/2020
Jorge Trevín

En ocasiones, el día a día de la atención animal termina provocando situaciones curiosas

Belén Martín, la encargada del día a día de Las Dunas, tiene una explicación precisa para casi todo pero incluso a ella le resulta difícil justificar la aparición de la pardela cenicienta rescatada no hace mucho en la zona del Hospital Clínico. Y cuesta comprenderlo porque se trata de un animal que habita en las costas. Se mueve, migra, "pero siempre lo hace en zonas costeras". En todos los grupos hay alguien más despistado y eso le debió de suceder a esa ave durante la migración. En un momento dado se separó del grupo y, no se sabe cómo, terminó a orillas del Tormes.

Esa anécdota ocupa un lugar destacado entre las curiosidades del día a día en Las Dunas que, como es de lógico, darían para libro. Y en ese libro, un capítulo habría que dedicárselo a la mujer que llegó al centro con una cigüeña con las dos patas al borde de la amputación. Todo apunta a que habría tenido la mala suerte de chocar contra un tendido de luz o una alambrada a una altura fatal, insalvable, "porque las cigüeñas pueden vivir bien con una sola pata pero sin las dos, no tienen nada que hacer". Ni corta ni perezosa -y en un enternecedor arrebato de amor por aquel ave- la señora propuso que se le colocaran dos ruedines como a los perros que pierden las patas traseras. La diferencia radica en que, mientras los canes disponen de las dos delanteras para traccionar, una cigüeña de esa guisa no vería en absoluto solventado su problema. Le costó asimilarlo.

Más allá de los veterinarios, en Las Dunas problemas hay pocos y así ha sido históricamente porque ha mantenido cerrada la puerta al único ave al que se le aplica el derecho de admisión. Las palomas no son bienvenidas en el centro al ser habituales portadoras de infecciones. "No podemos arriesgarnos a que infecten a otro animal en proceso de recuperación al que se le han dedicado multitud de recursos y mucho tiempo", explica Belén sin perder la calma, la misma receta que aplica ante aquellas personas que exigen una respuesta convincente cuando ven que no pueden dejar allí la paloma que han encontrado en malas condiciones. La mayoría, reconoce, suelen entenderlo.

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