Los castellanos y leoneses realizaron el año pasado un total de 105.690 donaciones de sangre, cifra que supone un incremento del 1,26% respecto al año anterior
Los castellanos y leoneses realizaron el año pasado un total de 105.690 donaciones de sangre, cifra que supone un incremento del 1,26 % con respecto al mismo periodo del año anterior, en el que se contabilizaron 104.373 colectas, según el balance aportado por el Centro Regional de Hemoterapia y Hemodonación (Chemcyl). En el caso de Salamanca, el número de donaciones registradas ascendió a 13.731.
De la cifra global de donaciones, 34.152 provienen de los puntos fijos establecidos a lo largo de toda la Comunidad, otras 64.919 de las colectas que organizan tanto el Chemcyl como las hermandades de donantes de sangre de la Comunidad -un año más hay que agradecer su trabajo diario-, mientras que el resto corresponden a donación de hemoderivados (aféresis de plaquetas y plasmaféresis).
Por provincias, el número de donaciones de sangre registradas en 2019 ha sido el siguiente: Ávila, 5.676; Burgos, 20.429; León, 16.062; Palencia, 6.304; Salamanca, 13.731; Segovia, 6.729; Soria, 4.914; Valladolid, 26.678; y Zamora, 5.167.
Gracias a la solidaridad de los castellanos y leoneses, el Chemcyl puede realizar cada año, con todas las garantías de seguridad y calidad, su labor de coordinación y distribución de derivados de la sangre para atender las necesidades diarias de los hospitales de Castilla y León.
La sangre donada se somete a un complejo proceso de separación en tres componentes principales (el denominado fraccionamiento), que son los glóbulos rojos, las plaquetas y el plasma, pues cada uno tiene unas características concretas y sirve para tratar distintos tipos de enfermedades.
Los glóbulos rojos se utilizan sobre todo en operaciones, trasplantes, anemias o hemorragias, mientras que las plaquetas se van a transfundir a enfermos de cáncer y leucemia, prevención y tratamiento de hemorragias o déficit en plaquetas.
Por su parte, el plasma se puede utilizar directamente en transfusión o destinarlo a extraer unas proteínas que se usan para el tratamiento de diversas enfermedades como la hemofilia, hemorragias, quemaduras, enfermedades del riñón, prevención de la enfermedad hemolítica del recién nacido o tratamiento de déficits inmunitarios, entre otros.