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Unión y desunión de Castilla y León (II)
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Unión y desunión de Castilla y León (II)

Actualizado 06/01/2020
Rubén Martín Vaquero

Fernando I rey de Castilla y León (1037-1065) dispuso que al fallecer se repartiese su patrimonio (entiéndase el reino) entre los cinco hijos/as que había tenido con la reina Sancha: A Sancho, el primogénito, le correspondió Castilla; a Alfonso, León y Asturias; a García, Galicia y la "Terra Portucalense" hasta el río Mondego; Elvira fue nombrada señora de Toro y Urraca señora de Zamora.

El reparto y la posterior división sólo se mantuvieron hasta la muerte de la reina Sancha, acaecida tres años después, cuando estalló la guerra civil entre los hermanos en la que resultó vencedor Alfonso reunificando de nuevo el reino al apoderarse de toda la herencia del padre y eliminando, bien físicamente a Sancho en el sitio de Zamora o recluyendo a su hermano García, y coronándose rey de Galicia, de Castilla y de León como Alfonso VI, monarca que entre su logros arrebató a los musulmanes las ciudades de Salamanca, Ávila, Madrid y Toledo, y aunque consolidó el poder cristiano en esas ciudades fue derrotado por los almorávides en las batallas de Sagrajas y Uclés.

Entre sus muchos amores legales e ilegales contrajo matrimonio con Constanza de Borgoña con la que tuvo dos hijas, Urraca y Teresa. Las dos se casaron con unos nobles franceses, Raimundo y Enrique de Borgoña, parientes de la reina borgoñona, que habían venido como cruzados a ayudar a Alfonso VI frente a los almorávides. Urraca se casó con Raimundo y Alfonso VI les entregó el reino de Galicia, y Teresa con Enrique[1], que recibieron el condado Portucalense.


[1] Enrique de Borgoña y Teresa, recibieron la "Terra Portucalense" -territorios comprendidos entre el Miño y el Tajo que dependían de Galicia- con carácter hereditario y el título condal. Enrique defendió la independencia del condado y consiguió para Braga el arzobispado. Su viuda, Teresa, actuando como regente de su hijo Alfonso Enríquez siguió defendiendo la independencia y se proclamó reina. Sus amores con un conde gallego provocaron que la nobleza portuguesa se sublevase dirigida por Alfonso Enríquez, quien derrotó a su madre y la expulsó de Portugal. Alfonso, tras la victoria de Ourique contra los almorávides (1139), fue proclamado rey como Alfonso I dando origen a la dinastía. Alfonso VII lo reconoció como rey de Portugal en el tratado de Zamora (1143) y otro tanto hizo el papa Inocencio II.

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