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Otra parada en el camino
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iglesia de la asunción

Otra parada en el camino

Actualizado 23/12/2019
Redacción

El grupo de teatro 'Lazarillo de Tormes' ofreció una nueva puesta en escena de su obra "Teresa, la jardinera de la luz".

Paradas, remansos en el camino para hacer un alto, para descansar por lo general al pie de una elevación, monte o repecho en el que resulta difícil avanzar. Son estas paradas lugares para hombres y ganados que cansados de las faenas del día o del viaje, se detienen en su jornada al pie de arroyos o cañadas. Éste es el caso del pueblo salmantino Parada de Rubiales, que surgió en la primera edad Media y que debe su topónimo a la ubicación que le correspondió a los pies del monte Rubiales donde estaba también la población del mismo nombre y que dio su apellido a Paradas. Ambas se fusionaron en el siglo XVI para dar lugar a la actual localidad, que seguramente fue habitada por gentes del norte durante la repoblación impulsada por el reino de León en tiempos de Alfonso VI. Historias remotas que cada punto de nuestra geografía, cada lugareño que lo habita llevan interiorizadas a lo largo del devenir de los siglos. En el XVI también se desarrolló la historia de una mujer emblemática en muchos aspectos, llena de fuerza e inteligencia y viajera irredenta para llegar a todos con su especial luz.

Este es el relato que durante los últimos cuatro años ha ido contando el grupo de teatro 'Lazarillo de Tormes' mediante la particular puesta en escena de su obra "Teresa, la jardinera de la luz". Siempre en camino, siempre dispuestos a acercarse a todos cuantos han querido saber de esta monja que mujer ante todo y demasiado lúcida para la época que habitó, supo llegar con humildad y sabiduría a los que la conocieron. Quizá de algo así se ha imbuido este montaje, que a pesar de las paradas en su camino, no lo ha hecho con su compromiso con la Diputación salmantina para llevar al mayor número posible de espectadores un trabajo lleno de calidad, calidez, esfuerzo y sencillez.

Quizá ésta sea la clave que la está convirtiendo casi en un clásico en lo referente a la vida y obra de la carmelita del XVI por interesar a todo tipo de espectadores que siguen solicitando su presencia en sus localidades. Fuera y dentro de las fronteras de nuestra Comunidad Autónoma, en ciudades y pueblos, con calor o frío, lluvia o viento, ha sabido saltar las fronteras de adversidades, ideologías o creencias, para acceder, como lo hiciera Teresa, al corazón de los ávidos de conocimiento, verdad y calidad profesional, nacida de un grupo de actores aficionados. Nuevamente en este particular jardín salmantino que es la Comarca de La Armuña. Los habitantes de Parada de Rubiales abren las puertas de su iglesia parroquial de la Asunción a "Teresa, la jardinera de la luz" para iniciar el solsticio de invierno, y en la huracanada tarde del 21 de diciembre de este 2019, la magia se produce de nuevo con este montaje.

Sobre una base románico-mudéjar y añadidos barrocos típicos de las reformas del XVII, la iglesia de la Asunción de Parada de Rubiales recibe en su altar, una historia que no por tantas veces repetida, deja de ser única y diferente en todas y cada una de sus más de 265 representaciones. Un altar que como siempre se transforma en escenario porque toda localidad puede ofrecer el suyo, y que en esta ocasión tiene como espectador de excepción la bella talla de un Cristo del XV probablemente procedente de la primitiva iglesia de Rubiales. Pero cuando siete hermanas carmelitas vestidas con sus hábitos de estameña entran en el recinto y se aproximan al altar, todos los presentes se trasladan casi de inmediato al convento de Alba de Tormes donde una anciana y enferma Teresa agoniza. Desde un púlpito, un padre dominico representante de la Inquisición, impide que estas mujeres acompañen a su madre y enfrentadas a su interrogatorio, vuelven a deshilvanar toda una vida que como un tapiz está llena de coloreados hilos, luces y sombras, escenas, paisajes... Es la vida de la maestra, mujer valiente ante hombres poderosos que no admiten tal arrogancia femenina. La fluidez de los diálogos, los poemas de Teresa, la fuerza inquisitorial del dominico y la inteligencia y ternura que transmite toda la obra hacen el resto.

Los aplausos emocionados devuelven a la realidad a todos los presentes que despiden a unas mujeres que siguen en camino, a un religioso que emocionado ha visto la luz, mientras que la música que sale de un bellísimo órgano que toca el maestro Salinas hace indudable la verosimilitud de todo lo visto en escena. Fuera es noche cerrada, el tiempo es inclemente pero hay calor en el ambiente como el del vino que tantas bodegas han guardado en este pueblo durante muchos años y que siguen formando parte de él, como el paisaje que se ve desde lo alto de su monte Valdemoros, y que nos habla de los cereales que sustentan esta tierra, espigas que están en el pan, al igual que Dios en el hombre, y Teresa en el corazón de todos. La magnífica torre cuadrangular de la parroquia de Parada de Rubiales es una metáfora de la fuerza de una vida bien contada. Muchas historias así se escucharán entre las mujeres de este pueblo mientras elaboran sus dulces para la fiesta de las Águedas, porque "también entre los pucheros anda Dios...", y está a punto de llegar.

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