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Nocturnidades con Luis Remacha Elvira
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MADRID ME VIVE

Nocturnidades con Luis Remacha Elvira

Actualizado 21/12/2019
Valentín Martín

El salmantino Andrés Sudón, músico y poeta imprescindible en Madrid, actuará próximamente en Salamanca

Cuando la tarde languidece y renacen las sombras, la ciudad abre sus hogares a la tribu en los templos sagrados de la música y la poesía. Los suicidas aparentes se apaciguan y los que dudan siempre del mañana se dan una tregua. Es la hora del son de la vieja molienda, donde grano a grano la noche de alza en libros, guitarras, versos, canciones, compañías que se parecen un poco a la felicidad a plazo fijo. Durante unas horas, la vida subterránea y frutal de Madrid se multiplica. Y al amanecer deberían volver los tranvías.

V.M. En los tiempos del hambre, Luis, hay un derroche de programas de cocina en la tele. A mí me gusta comer, como a todos los de Salamanca donde las bodas se miden y se recuerdan por la comida abundante y rica. No sé si tú llegaste a ver el programa de la mujer de Jaime de Armiñán, Elena Santonja. Era un programa amable con música de "Vainica Doble". En los programas de ahora no se hacen croquetas sin broncas, hay una hostilidad que no sé si es reflejo de la sociedad en que vivimos. Por eso se agradece mucho tu libro "Para chuparse los versos". Eso de enseñar recetas desde la poesía no es solamente una novedad simpática sino un propósito de relacionarse desde la cercanía y casi desde la amistad. Y luego está el corazón del libro donde hay una propuesta distinta para comer. En definitiva, un libro diferente. Tiene sus riesgos, luego hablo del porqué. Para empezar, tengo que decir que los de pueblo oímos la palabra vegano y ya nos ponemos en guardia. Será por desconocimiento.

L.R. Naturalmente que recuerdo a Elena Santonja y su programa, "Con las manos en la masa", hasta sin pensarlo suena en mi cabeza la sintonía como si lo hubiera visto ayer mismo. Y si en algo se puede parecer aquel programa y lo que yo intento hacer con este libro es enseñar que se puede comer de otra forma diferente sin condicionar, sin adoctrinar y sin broncas. Yo soy castellano, de Aranda de Duero, del corazón de la Ribera donde se hermana a la perfección el vino y el cordero. Y a mí también me gusta comer, pero te aseguro que se puede comer bien sin necesidad de comer la desmedida cantidad de productos animales que comemos. Recordando también aquellos tiempos de los que hablas, recordarás también que cada familia, más o menos por estas fechas, mataba un cerdo o dos y que con eso y con los productos que daba la madre tierra se alimentaba una familia todo el año. Pues hoy en día además de pollos, vacas, cabritos, corderos, y demás especies, en España hay más de 50 millones de cabezas de cerdo vivos, sí, Valentín, 50 millones de cerdos, más que ciudadanos, y creo que pensar eso también debería de ponernos en guardia. No solamente por la cantidad, también por la salud. Tendremos que hablar de todo esto. Sin adoctrinar y sin intentar convencer.

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V.M. Dímelo a mí, Luis, que durante los primeros diez años de mi vida cené todos los días patatas meneás y tocino. Y de postre, leche migá. Y eso, casi a las 11 de la noche que era cuando acababan las tareas con el ganado. "Para chuparse los versos" me parece un alarde de ingenio. Pero a la vez un enemigo de Baltasar de Alcázar que a través de su testaferro Lope de Sosa propone una cena donde lo más importante es comer mucho y de todo. También él eligió la festividad de los versos para darse un festín de perdices y literatura.

L.R. No estoy en contra de que quien quiera coma mucho y de todo, pero dime, sabiendo que hoy en día no quemamos calorías en andar, andamos muy poco, no quemamos calorías en mantener el calor, que tenemos calefacción y aire acondicionado no solamente en el coche, también en los tractores y cosechadoras, ya casi nadie tiene trabajos que requieran grandes esfuerzos musculares, fíjate que para paliar esa escasez de ejercicio hasta nos apuntamos al gimnasio. Dime, sabiendo todo esto, ¿Cuántas veces al año deberíamos de hacer una comida de esas de las que hablas? Creo que la pregunta se contesta por sí misma. Comemos mucho más de lo que necesitamos y comemos mucho peor de lo que deberíamos. Había que enseñar que hay otra forma de comer mucho más saludable y hasta más barata y si además se enseña con recetas en verso creo que podemos alimentar a la vez el cuerpo y el alma. Otra alimentación es posible y solamente hay que contarlo, sin broncas y con tranquilidad.

V.M. Todo lo diferente ha generado desconfianzas. Ser diferente se paga, individualmente y como comunidad. Recordemos el movimiento hippie con los valores de la anarquía no violenta, el pacifismo, la revolución sexual, la preocupación por el medio ambiente y el rechazo al capitalismo y al materialismo de Occidente. Los hippys eran opuestos al consumismo y querían una vida sencilla. Pues algo así quiso dos siglos antes Proudhon al fundar el anarquismo y ya vemos cómo acabó. O los jóvenes franceses de Mayo del 68 que estuvieron a punto de cambiar el mundo si los obreros no les hubiesen abandonado. En el terreno más intimista, yo tuve un muy amigo obispo, Alberto Iniesta el de Vallecas. No pidió permiso para cambiar la iglesia, sino que la cambió día a día. Eso resultó tan intolerable que planearon matarlo. Y Tarancón tuvo que meterlo en un avión y mandarlo a Roma. Esto de ser diferente la iglesia lo ha llevado muy mal siempre. El mismo Lutero, cuando propuso volver a los orígenes del cristianismo fue excomulgado en cuanto los que mandaban se dieron cuenta de que en los orígenes estaba la pobreza. Yo admiro mucho a Joan Baéz aunque ahora parezca físicamente más escocesa. Creo que ha sido fiel a su música y a su compromiso. Un compromiso que yo veo mucho en poetas y músicos de nuestras noches de Madrid. No sé si en ciudades más pequeñas, clasistas y cerradas podrían ser como son. Pero viene gente de fuera, canta o recita y aquí se sienten más a gustito, creo yo.

L.R. Lo diferente, lo nuevo, suele generar desconfianzas y más si entra de repente. Pero si echamos la vista atrás y recordamos cuándo comenzamos a celebrar en España Halloween, o cuándo comenzamos a comer hamburguesas, o cuándo decidimos que era mejor comer la fruta o verdura que nos apetecía a comer fruta o verdura de temporada, veremos que ni nos acordamos, hemos cambiado los hábitos de consumo, o quizá debería decir que sin darnos cuenta nos han cambiado los hábitos de consumo. Nos han creado la necesidad y no nos hemos dado cuenta, nos creemos que todo ha sido así durante toda la vida. Los hippys se oponían al consumismo y ahora los hippys-pijos, hijos de aquellos hippys, son una nueva plaga urbana, mentalidad alternativa y mediocre, donde las palabras, siempre grandilocuentes, nunca dicen nada, metidos en sus burbujas de consumismo, en muchas ocasiones desmedido, en apariencia controlado. Son de esas personas, capaces de lavarse en primavera con agua calentada al sol y tener en casa contratada la mayor potencia de luz posible para poder tener encendidos todos sus electrodomésticos que siempre consideran necesarios. Si mi abuela viviera te aseguro que diría que estamos locos.

Si tu amigo, Alberto Iniesta el de Vallecas, no lo consiguió fue porque no tenía detrás de él el suficiente poder económico para conseguirlo y además tenía frente a él a quienes viven gracias a la pobreza y miedo de otros. Recuerda: "Con la Iglesia hemos topado querido Sancho". Las revoluciones hoy en día las hace el capital y ni nos queremos dar cuenta, así nos va. Menos mal que hay pequeños reductos como La Fídula y Libertad 8, y ya iremos viendo que también existen en pueblos y pequeñas ciudades, donde poetas y cantautores, hombres y mujeres, logran seguir con su pasión, aunque no les dé ni para comer. Intentan llevarla por toda la geografía, aunque eso les suponga regresar con menos dinero que con el que partieron. Son personas que creen en lo que hacen y que saben que su principal moneda es comunicarse, ser conocido, ser escuchado, por eso es por lo que luchan cada día. ¿Sabes?, Valentín, próximamente va a Salamanca Andrés Sudón, un salmantino que ahora vive de la música y la poesía en Madrid y que ha comenzado un nuevo proyecto: "Perdidos". Sudón es una de esas personas que, con sonrisa perenne, luchan para que la música de cantautor y la poesía se mantengan viva y crezca, lucha por sus proyectos y por los de otros muchos compañeros, y lo hace por igual con compañeros con los que mantiene una amistad de décadas como con artistas nuevos que surgen de repente y encuentran en él el apoyo, el impulso y sobre todo el refuerzo, para intentar dar a conocer sus sueños. Porque sabe que compartir es la única forma de avanzar y será la única forma de llegar al infinito.

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V.M. Me gusta que nuestro Andrés Sudón, imprescindible en Madrid, vaya a nuestra tierra salmantina que es la suya también. Le admiro como persona y me seduce su proposición musical. Yo cada noche homenajeo a personas como Julián Herráiz o Daniela Riso, gente que aparte de su aporte comercial han hecho de lugares como Libertad 8 o La Fídula un punto de encuentro titiritero y audaz a través de la música y la poesía. Julián estudió filología para que en su local donde ya los ferroviarios conspiraban contra la monarquía, hoy sirva copas y te deje andar los caminos que conducen todos a la libertad a través de la música y la poesía. O la dos cosas a la vez. Nunca una palabra se pronunció mejor después de que en sus mesas que hoy nos sentamos para escuchar tanta seducción se zurciese parte de la reciente historia de nuestro país. Allí se reunían a escondidas representantes de todos los partidos e ideologías, parlaban, acordaban, y luego salían a la luz y firmaban. Y Daniela vino de su Paraná para levantar de los escombros -literalmente- un sitio para las voces que llegan, cantan, se van, y vuelven. Mágica es La Fídula. Tiene que serlo si mi oncóloga, que es violinista profesional, dice que es más feliz tocando allí que en Teatro Real con una orquesta sinfónica.

L.R. No sé si sería capaz de hablar de La Fídula y de Libertad 8 sin pasión, pero además es que no quiero despojarme de la pasión para hablar de esos dos lugares. Para mí son casa, son familia, son parte de mi vida. Estoy convencido que las vigas de Libertad 8 mantienen el peso de mis días y las paredes de La Fídula amortiguan ese ruido que diariamente intenta distraerme de lo realmente importante, son dos lugares donde el tiempo se para, donde el mundo adquiere otra dimensión, donde no hay edad, donde se sabe que en cada intento hay un premio. Julián y Daniela son dos de esas personas esenciales en la vida cultural de Madrid, la Cultura de esta ciudad no sería la misma sin ellos, viven, aunque debería decir sobreviven, haciendo lo que les gusta, roban horas a su sueño para que los demás podamos seguir soñado despiertos. Ojalá los políticos actuales se dieran una vuelta de vez en cuando por estos lugares, ojalá se sentarán alrededor de esas mesas y pudieran comprobar que hoy en día siguen existiendo personas que luchan en equipo, que a pesar de desear lo mismo no son ni siquiera adversarios, mucho menos enemigos, comprobarían que existe la alegría por el éxito ajeno y que la música no solamente amansa a las fieras, que la música y la poesía unen y que, como le pasa a tu oncóloga, subirse al escenario de esos templos, que han pisado y seguirán pisando tantos dioses, es uno de esos placeres que todos los que aman el mundo del arte deberían de experimentar algún día. Otro gallo nos cantaría si nuestros políticos fueran capaces de mirar a los ojos a personas como Daniela y Julián. Otro gallo nos cantaría si vieran la capacidad de empatía de personas como Andrés Sudón o Daniel Hare, sabrían que con la verdad por delante, colaborando y aunando esfuerzos, como te decía antes, es la única forma de llegar al infinito, aunque a veces el infinito lo tenemos muy cerca y no somos capaces ni siquiera de olerlo.

V.M. Maldita carretera, se nos llevó a Patxi Andión. Siempre que se muere alguien te quedan muchas asignaturas pendientes. A mí algo que me impidió estar en la presentación de su libro. Y el grato recuerdo de cuánto me ayudó al escribir yo uno mío, también musical, que supongo algún día verá la luz. En una larga conversación me dio una lección sobre la secuencia histórica de los cantautores, para venir a concluir que el primero de todos ellos fue un vasco. Y su riña por no contar lo que sé. No puedo, pero él argumentaba que el compromiso no sirve de nada si no se comparte. Quedamos en que no, que el compromiso no es superior a la fidelidad a los muertos. Hoy el muerto es ya él, quién nos lo iba a decir. Rubalcaba dijo aquello de que en este país se entierra muy bien. Y es cierto que tendemos a sublimar a los que se van, especialmente a los suicidas. La muerte de Patxi me ha traído a la memoria charlas sobre su exilio en París. Últimamente he leído que él empezó de verdad al conocer a Violeta Parra y a Paco Ibáñez. Lo que a mí me dijo de Violeta, enorme compositora, es que miraba por encima del hombro a todos los exilados españoles como él. No estamos obligados a ser como Baudelaire, sublimes sin interrupción. Por ejemplo, hemos escrito y cantado la muerte de Alfonsina Storni como una caricia poética. Y todo es más terrenal: cuando le diagnostican el cáncer, se acerca a un acantilado y se arroja por él. Yo creo que la visión que me dio Patxi sobre Violeta Parra se acerca mucho a como en realidad era y no a quien escribió las canciones más hermosas de amor a la vida.

L.R. Me enteraba de la noticia esta mañana y me estremecía, una vez más la carretera se lleva a uno de nuestros grandes músicos. Siempre son muchas, a veces demasiadas, horas de carretera. Cuando algo así sucede brotan de repente los recuerdos, esos recuerdos que se habían deslizado al fondo de la memoria y que pudieran parecer olvidados. Pero las buenas conversaciones nunca se olvidan, esas charlas alrededor de una mesa, o de paseo por los campos de Castilla aquellos días de otoño donde todo se pintaba de colores ocres, esos momentos aunque pasen años sin recordarlos nunca se olvidan. Valentín, se me hace difícil saber si la fidelidad a los muertos está por encima al compromiso a los vivos, prefiero que no me llegue la ocasión en la que tenga que decidir. Entiendo que desde el punto de vista moral esa fidelidad a alguien que no está y a quien no se puede explicar por qué se hace, haga que no contemos lo que sabemos, pero. ¿Dónde queda el compromiso que tenemos hacia los vivos para que sepan más y puedan estar mejor preparados para decidir? Creo que sería un buen tema de conversación mientras paseamos por Castilla.

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