Probablemente le extrañara que empezara esta serie de noticias, la semana pasada, con un tema sorprendente: la capacidad de ser conscientes de nuestras limitaciones. Pues sí, gracias a ello, a poco que reflexionemos, llegamos a la conclusión que nuestros conocimientos no dan para ser dogmáticos, ni autoritarios. Por tanto, tenemos que ser prudentes, relativistas y respetuosos con los que discrepan de nosotros. También por este mismo motivo, la educación debe consistir, sobre todo, en enseñar a pensar, en lugar de seguir los eslóganes con que nos quieren engañar los políticos, publicistas y usted sabe cuantos más.
Sigo hoy con otra noticia positiva, muy humana: somos una especie festiva y comunitaria. Nos gusta encontrar motivos para reunirnos, cantar y bailar. Y eso está muy bien.
Los paganos celebraban y festejan, en estos días, la fiesta del "nacimiento del sol". No es poca cosa. Eran muy ecológicos y agradecidos, declarando dioses a la tierra y el sol. Y también creían en Dionisos, Dios del vino y la fiesta. Los cristianos bautizaron esta fiesta con el nacimiento de Jesús, hijo del Único Dios. Es la Navidad, con una noche declarada Noche Buena. El monoteísmo fue la gran novedad de los judíos, cristianos y musulmanes.
Pues bien, celebremos esta fiesta, cantando o rezando; o ambas cosas a la vez. Nuestra especie es festiva y comunitaria, respetemos y hasta alegrémonos por nuestras discrepancias, porque, finalmente, nuestra razón y nuestros conocimientos no dan para tener el derecho a "imponer nuestra supuesta verdad" a los demás.
Por eso, os propongo hoy cantar juntos la Navidad.
Hay dos cosas de la Navidad que me resultan contradictorias.
La primera, es la distancia entre lo que celebramos en nuestra cultura (el nacimiento de un niño, en condiciones de extrema pobreza; justo mientras sus padres huían porque un poder perverso quería matar a este crío) y cómo lo celebramos (con una fiesta del consumo, en la que no solemos pensar en los que no tienen familia o duermen en la calle).
La segunda es la obligación convencional de sentirse feliz, compartir con toda la familia la cena y la alegría, incluso en aquellos casos de dramas familiares en los que, para conseguirlo, se necesita mucha educación y autocontrol. Hasta en algunas guerras han llegado a ponerse de acuerdo, para tener esta noche en paz.
Estas contradicciones, tan propias del ser humano, quiero verlas hoy desde otros puntos de vista. No deseo aguarles esta fiesta.
Por un lado, es una historia maravillosa. Se trata de una familia que lucha por salvar a su hijo, consiguiéndolo. Esto merece una gran fiesta. Viajan en burro y nace en la pobreza extrema, junto a un buey y una mula que le dan calor y le prestan el pesebre. ¿Cuánto han ayudado a la humanidad los bueyes, los mulos y los burros? Cinco seres vivos, hermanados en una noche muy fría. Incondicionalidad de los padres y hermandad con otras especies.
Por otro, la Noche Buena en familia, lo es, en la mayor parte de los casos, porque comemos y cantamos juntos villancicos enternecedores; y también porque tomamos conciencia del valor de la familia, tanto por los que estamos juntos, como por los seres queridos que hemos perdido (recuerdo inevitable, casi siempre silenciado, en favor de la alegría que preservamos para los demás, especialmente pensando en los niños).
Bien está que creyentes y no creyentes, abuelos, hijos y nietos, los de derechas y los de izquierdas, en esta España tan absurdamente dividida, cantemos juntos y tengamos una Noche Buena.
Creencias, para en unos, y Tradición, para otros, lo importante es unirnos y cantar juntos.
"Esta noche en Noche Buena y mañana Navidad, saca la bota María que vamos a? CANTAR"
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