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La Junta finaliza la restauración del retablo mayor de la iglesia de Sorihuela
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BÉJAR

La Junta finaliza la restauración del retablo mayor de la iglesia de Sorihuela

Actualizado 11/12/2019
Redacción Béjar

El delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Salamanca, Eloy Ruiz, ha visitado la recién terminada restauración en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una obra en la que se han invertido 15.720 euros

El retablo mayor de la iglesia de Nuestra Señora de La Asunción de Sorihuela, de estilo neoclásico español, obra del entallador salmantino Tomás Pérez Monroy y fechado en 1804, ha sido restaurado por la Junta de Castilla y León que ha financiado la intervención con un importe de 15.720 euros.

Se ha llevado a cabo un trabajo multidisciplinar en el que se han retirado los escombros procedentes del muro, el polvo y excrementos así como otros elementos ajenos y además se ha realizado un tratamiento antixilófagos, para combatir los insectos que se alimentan de la madera, de carácter preventivo y curativo, tanto por impregnación como con inyección en aquellas zonas de madera vista, donde se había observado un antiguo ataque de xilófagos, hoy en día inactivo.

Los trabajos de restauración también han intervenido en la carpintería, con operaciones como nivelación y recolocación de piezas y estructuras vencidas o desplazadas, encolando elementos fragmentados y desprendidos, enchuletando y sellando grietas y orificios, y elaborando la pieza del remate derecho en el coronamiento del ático. Además se ha llevado a cabo la revisión de anclajes al muro y la colocación de una nueva base de apoyo de piedra para el tabernáculo.

En este equipo multidisciplinar también han intervenido pintores que han desarrollado un trabajo de tratamientos de conservación y restauración, consistente, principalmente, en devolver a la imagen su apariencia estética, desprovista de barnices oxidados y envejecidos que enmascaraban las calidades del artista policromador y la belleza original de su talla. Además se ha procedido a la fijación y sentado de los estratos pictóricos de toda la superficie del conjunto, dado los fuertes levantamientos y craquelados existentes, en muchos casos con peligro de desprendimiento.

En la intervención pictórica se marcaron unas líneas directrices en las que se probaron diferentes mezclas de soluciones acuosas, con la finalidad de poder eliminar los materiales filmógenos, consistentes en una capa de barniz oxidado y los recubrimientos pictóricos existentes sobre zonas puntuales.

En cuanto al proceso de limpieza, se ha realizado una intervención superficial en la que se han eliminado las partículas de polvo depositadas sobre la superficie, más acusadas en los planos horizontales y en el interior de los volúmenes. Después se ha llevado a cabo una limpieza química con las soluciones elegidas en los test de solubilidad, específica para cada zona a tratar y se han utilizado métodos mecánicos como el uso del bisturí.

Sobre la talla del remate, de nueva factura, se ha realizado el estucado y desestucado y posterior reintegración cromática mediante técnicas acuarelables que han consistido en una entonación afín al original con técnica de estarcido. Por último se procedió a la aplicación de una protección final mediante una capa homogénea de barniz.

El trabajo de restauración ha sido realizado por una empresa especialista en la conservación y restauración de Bienes Culturales, con la participación de los conservadores-resturadores María Hernández Antequera, Sara Macho Vargas, David Rodrigo Rodríguez, Mª Luisa López Ávila y Mar Rodríguez García. La carpintería y ebanistería la ha realizado Jesús Javier Aragón Rojo.

Retablo de Nuestra Señora de La Asunción

La documentación indica que el entallador salmantino Tomás Pérez Monroy concluyó en 1804 el retablo que había sido encargado a Manuel Márquez en 1800, iniciándose la policromía en 1813 por el maestro dorador y jaspeador Cayetano Ortiz, tal y como puede verse en una de las dos inscripciones que se encuentran en los laterales del conjunto. El encargo o patrocinio del mismo lo realizó José Sanz Canal junto con Andrés Martín, su mayordomo; personalidades que aparecen en la otra inscripción citada.

Se trata de un retablo muy sencillo, predela, cuerpo único y ático, estilísticamente correspondiente al neoclásico español. El cuerpo se divide en tres calles, la central alberga el tabernáculo y dos laterales carentes de hornacina. El cuerpo central se compone de cuatro grandes columnas de fuste liso, dos a cada lado en las calles laterales, de capitel corintio dorado que apoyan sobre amplia predela formada por dos plintos o encasamientos cuadrangulares con decoración marmoleada en el frente y ribetes dorados en las hendiduras del frontal. Los intercolumnios están decorados con sartas florales doradas.

La calle central es más ancha, y su desarrollo arranca de un nivel más bajo que marcan las molduras de la predela, acogiendo en su arco de medio punto un manifestador de tres cuerpos: predela, primer cuerpo abalaustrado con expositor giratorio central, y segundo cuerpo de decoración lisa. En el remate un cupulín se corona con un jarrón similar a los que lucen a ambos lados del frontón curvo del ático. La hornacina que acoge al sagrario está decorada en interior con pequeños espejos rectangulares. Actualmente alberga un sagrario metálico del siglo XX.

Un entablamento de friso corrido separa el primer cuerpo del ático, que se compone de un frontón curvo partido en cuyo centro se aloja el relieve rectangular de la Asunción de la Virgen, relieve aparentemente original del siglo XVII y pudiera proceder del antiguo retablo de la iglesia, hoy desaparecido, constituyendo la pieza principal reaprovechada y de mayor relevancia. Sobre él, el coronamiento del ático se compone de frontón curvo que llega al arco central del ábside y un remate que invade la curvatura de la bóveda a modo de cornucopia de tres flores con escudo oval en el centro. A los lados dos remates dorados de ellos, el de la derecha había desaparecido y se ha elaborado entero con esta restauración.

La policromía también es neoclásica, con marmoleados y jaspeados que imitaran a la piedra, ya que en esta época se rechaza la tradición del retablo español en madera, fomentándose su construcción en piedra como se venía haciendo en Roma, de coste enormemente elevado para una pequeña parroquia. Dominan los tonos fríos en frontones y soportes, los cálidos en los fondos de los tableros y, los dorados al agua en capiteles, basas y relieves decorativos como rocallas y molduras.

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