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Inés Luna y KOMO Teatro en el Casino de Salamanca
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por charo alonso

Inés Luna y KOMO Teatro en el Casino de Salamanca

Actualizado 05/11/2019
Charo Alonso

A la luz de Carlos Luna, quien fuera Presidente del Casino de Salamanca en 1901, la institución salmantina nos devuelve el espejo en la lluvia de los Luna, Carlos e Inés, la Dama Luna de Traguntía

Hace 118 años, el Casino de Salamanca tenía un presidente llamado Carlos Luna. Socio del Casino en el que transcurrían sus tardes de negociante solitario ?su esposa, la heredera Inés Terrero y su hija pasaban largas temporadas en Madrid con su suegro, el Senador Antonio Terrero- Carlos Luna se afanaba en sus negocios salmantinos, su fábrica de la luz, su curtidería, su gestión de las tierras de la esposa y acababa sus días industriosos en el Casino de los Señores donde compartía copa, café y periódico ?El Adelanto, el Fomento- con los hombres que hicieron la modernidad en Salamanca.

La Salamanca de Maculet, de los Huebra, de los Moneo, los Mirat, de Miguel de Lis, los Tabernero, Joaquín de Vargas. La Salamanca que se daba cita en este espacio del Palacio de Figueroa, en este Casino del que fue Presidente Carlos Luna desde octubre del 1901 hasta diciembre, mes en el que presentó su dimisión y decidió trasladarse a Madrid. Un hombre que, en palabras del catedrático de Ingeniería de la Universidad de Salamanca, Eladio Sanz, hizo la modernidad con el empeño de su iniciativa y su convencimiento de las bondades de lo nuevo. Esa novedad que, sin embargo, en las mujeres era motivo de escarnio, porque su hija, Inés Luna Terrero, ha quedado en el imaginario salmantino como la "Bebé", una figura mítica a la que el actual presidente del Casino de Salamanca, Don Alberto Estella, contemplaba como una aparición cuando bajaba de su coche en la Plaza de los Bandos para dirigirse al bufete de su padre, una dama con el empaque de las antiguas actrices de cine mudo, envuelta en pieles, la boquilla larga, el sombrero cubriendo una cabeza peinada à la garçon.

¿Quién era Inés Luna Terrero, tan presente en el imaginario popular salmantino? Para el profesor Alfredo García Vicente, quien le ha dedicado un ingente trabajo documental, Inés, vinculada estrechamente con su madre y su abuela, supuso el choque de una modernidad cosmopolita, adinerada y viajera con la provincia atrasada de un campo salmantino sumido en formas de producción casi medievales. Inés Luna, que ha fascinado a cronistas como Salvador Llopis, historiadores como Luis Arias, sociólogas como Macu Vicente, cuyos trabajos iluminaron las dos películas de Martín Patino que tratan sobre el personaje de Traguntía, políticos como Jesús Málaga y "archiveros" insignes como el Director del Archivo Histórico Provincial de Salamanca, Luis Miguel Rodríguez Alfajeme, no solo fue un personaje de novela ?que la tiene como protagonista de Dama Luna publicado por la Diputación de Salamanca en el 2016- sino que es el símbolo de una provincia a remolque de la modernidad donde se cuenta la historia casi mítica de aquella muchachita transgresora, la supuesta amante del dictador Primo de Rivera, viajera incansable, gestora de un patrimonio agrícola y ganadero que, tras su muerte en Barcelona de un cáncer, pasaría a formar parte de la Fundación que a tantos jóvenes y niños ha becado para que pudieran realizar sus estudios. Becas que, en un quiebro del destino, han estado dirigidas también a los estudiantes maronitas libaneses, rama del cristianismo a la que se acercó la Dama de Traguntía, el caleidoscópico personaje de una historia mítica para las gentes del campo de Vitigudino.

Inés Luna merece nuestra atención, nuestro detenernos en su casa convertida en espacio de encanto, escenario bellísimo de su extravagancia: la primera piscina, el jardín inglés, la casa plena de comodidades en medio de la dehesa salmantina. El Cuartón de Traguntía sigue siendo el lugar sorprendente donde el viajero descubre la historia de una mujer singular que le daba de comer de la mano a uno de sus toros bravos. Inés, Inés, Inesita Inés.

De Inés hablamos desde la cercanía familiar, como Alfredo García Vicente, desde la exquisita prosa del profesor Eladio Sanz, quien sabe dotar de lirismo y sugerencia a la divulgación científica en su libro sobre los orígenes de la electricidad en Salamanca y la vida de su promotor, Carlos Luna, publicado por la Universidad de Salamanca y desde la historia novelada, pero nunca hubiéramos soñado el verla convertida en montaje teatral. Komo Teatro nos ha hecho que la dueña del Cuartón cobre vida, nos ha desplegado su historia como un abanico que nos descubre pinceladas de este personaje legendario. Porque el tiempo en el teatro tiene otro ritmo, tiene su tiempo, su medida, sus pausas, sus entregas?

De ahí que este montaje sea tan innovador, tan sorprendente y tan fascinante. Inés aparece sentada con su inseparable Miss inglesa, con un coro alrededor que no solo ilustra su vida, sino que se convierte en cada uno de los personajes sin dejar de ser ese pueblo que tan pronto critica a la "Señorita" a la "Bebé" deningrándola, como la alaba. Inés, en este montaje, evoca su infancia feliz, su adolescencia caprichosa, juega con el enamoramiento de los dos hombres más importantes de su juventud, el joven labrador Froilán y su prometido, el Conde de Alba de Yeltes, hasta la llegada, ya en la madurez, del sorprendente Miguel Primo de Rivera.

La historia de la charra, amante escondida, y el político de verbo inflamado es uno de los hallazgos de la obra. Como lo es el uso de la música popular salmantina que ilustra la vida de Inés Luna, los momentos más álgidos de una existencia que, como todas, fue embestida por la fuerza de la guerra. Inés Luna, convertida en una presa fácil para los vencedores de la contienda, se refugia en su casa, en sus recuerdos y sale para morir en Barcelona de un cáncer. Un viaje en el que estuvo acompañada por Consuelo, la mujer que lo fue hasta el último momento. Vida que se despliega, a través de los parlamentos, de la música, de un montaje muy logrado con el uso de elementos simbólicos y el intercambio de personajes, que apenas precisa de utillaje.

En el silencio del hermoso salón del Palacio de Figueroa, todo tiene un eco a despecho del tiempo. La Salamanca rural, la Salamanca industriosa, la Salamanca del privilegio y de la falta se trenzan como las mimbres que nos contienen, espacio común de una tierra orgullosa de su identidad. La historia de Inés Luna nos reconcilia con esta Salamanca de la provincia que creemos apartada, pero que vive y respira cerca de nosotros, pidiéndonos atención y entrega. Y lo hace en un espacio que ha sido testigo y escenario de la vida cotidiana, de la intrahistoria unamuniana. Aquí donde Carlos Luna leía su periódico, cerca del rector vasco, coincidían los hombres que hicieron la modernidad salmantina. En este mismo espacio donde ahora se abren las puertas, generosa, gentilmente, a todas las manifestaciones artísticas. De ahí la emoción de devolverle a la Dama del Cuartón el aplauso de la ciudad a la que quiso y detestó a partes iguales. De ahí la emoción de verla vivir entre las gláciles columnas de un lugar que es plaza, que es encuentro donde baila, a través de la magia del teatro, liberada de todo, a despecho del tiempo y del olvido, Inés Luna Terrero, la Dama del Cuartón de Traguntía.

Charo Alonso.

Fotografía: Carmen Borrego y Fernando Sánchez.

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