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Juguemos al "como si"
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Juguemos al "como si"

Actualizado 05/10/2019
José Ramón Serrano Piedecasas

Hoy miércoles 2 de octubre las bolsas están cayendo a plomo, las europeas y la de Wall Street. La razón reside en el temor creciente a una crisis económica global. Nada nuevo. Sin embargo, al igual que muchos ciudadanos que no tenemos ni idea de economía, venimos percibiendo síntomas alarmantes. Síntomas que nos indican que todo este entramado exotérico se resquebraja. Exotérico, por incognoscible, ingobernable e ineficaz.

Un dato alarmante lo constituye la increíble concentración de la riqueza en unas pocas manos. Treinta y cuatro millones de personas posee el 45,2% de la riqueza global, mientras que 71% de la población cuenta solo con 3% de la riqueza mundial. Esto quiere decir que el 1% más rico tiene tanto patrimonio como todo el resto del mundo junto. En España el 1% más rico tiene 24,42 de cada 100 euros de riqueza, mientras que el 50% más pobre se tiene que repartir 7 euros de cada 100. El resultado es evidente, las clases medias se están "proletarizando". Así se decía en mis tiempos. Algunos me dirán: "siempre ha habido ricos y pobres". Cierto. No obstante, desde 1980 en occidente, la desigualdad económica entre unos y otros se ha disparado.

Otro dato. El cuarenta por ciento de los beneficios obtenidos por las empresas multinacionales se desplazan a los llamados "paraísos fiscales". En España uno de cada cuatro euros destinados a la inversión termina en alguno de ellos.

Seguimos ejemplificando: la corrupción generalizada en el llamado mundo desarrollado. Según el FMI, sesenta mil millones de euros anuales pierde el estado español. Según el ABC un medio nada sospechoso de progre, estima: noventa mil. ¿Qué se podría haber hecho con esa inmensa cantidad de dinero? Supongan, tan sólo supongan, que se destina a subir las pensiones, el salario mínimo, el número de becas, aumentar la plantilla del personal médico, invertir en investigación y ciencia? Sin embargo, unos políticos corruptos se dejan comprar, cobran comisiones, reciben sobres, mienten a la hora de percibir dietas y emplean a sus "amiguitos del alma". Se trata de conductas deleznables, diría imperdonables. Esas gentes, integrantes de los llamados "partidos sistémicos", están logrando, que más de la mitad de los españoles los consideren el segundo gran problema nacional. El paro primero, los políticos después.

Hablando de la democracia. ¿Quién manda en España? ¿Quién en la Unión Europea o Estados Unidos? ¿Nuestros representantes electos? Hace unos cuarenta años, formaciones financieras y multinacionales, detentan mayor poder decisorio que un parlamento nacional. Sus influencias alcanzan hasta las sentencias de un Tribunal Supremo. Tenemos mil ejemplos. El que detenta el poder es el que manda. El poder ha dejado de sustentarse en la voluntad del pueblo y sí en una oligarquía. El discurso de nuestros políticos se reduce a una retahíla de eslóganes. Dicho de otra manera: "se quedaron sin discurso".

Llegamos a la libertad de expresión. Los medios, a su vez, pertenecen a esa oligarquía. Algunas de ellos defienden el aborto, otros la eutanasia, la homosexualidad, Carlos V o el Cid Campeador. Sin embargo, todos coinciden en algo: ¡No toquen nuestros intereses! En otras palabras: llegamos al "como sí". Una legión de periodistas, analistas, contertulios, se encargan de ello. Se encargan de enmascarar la realidad. De vendernos una libertad de expresión inexistente, de una política independiente y de una justicia equidistante. En suma, de convencernos de que esta democracia es la leche. Quiero decir: de "como si" fuera la mejor de las leches.

Según llegas a Madrid por la A6, desde que sales del túnel y te diriges a Villalva, ves una boina que cubre toda la capital. Me pregunto: ¿Qué resulta más perjudicial: fumarte un paquete de tabaco al día o respirar el aire de la Castellana al día? Desconozco la respuesta. Llega una alcaldesa y se saca de la manga la "almendra central". Llega un alcaldeso y la convierte en un grano de arroz. Entretanto, a uno y otro, ni se les ocurre mejorar los servicios públicos y abaratar su uso. Ejemplo, un billete combinado de diez viajes cuesta al viajero 18,30 euros. En números redondos 60 euros mensuales. Supongamos que ese madrileño/a gana 900 euros y tiene dos hijos? Recomendación: trasladen su domicilio a Peñaranda de Bracamonte. Problema: ¿a vivir de qué?

¿Y qué me dicen de la vivienda? La señora Botella, una de las alcaldesas más "eficientes" que ha tenido Madrid, vendió 1860 viviendas protegidas a dos fondos buitres. Resultado: un sinfín de desahucios con algún suicidio incluido. Ana salió indemne. En efecto, la justicia se preguntó: "¿en esa venta ha perdido el ayuntamiento dinero? ¡No! Entonces, obró como corresponde". El destino, sin embargo, de esas casi dos mil familias carece de la menor importancia. Así funciona el sistema: al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará lo poco que tenga. Hoy en Madrid no alquilas un piso de 60 metros por menos de 700 euros y el sueldo medio es de mil euros. Lo mismo sucede en Los Ángeles, Londres o Paris. ¡Viva la democracia!

Podría seguir y seguir. ¿Para qué? Muchos de Vds., sé que opinan lo mismo que yo. Otros, los que tienen la vida asegurada, siguen jugando al "como si". Preciso:" los que creen tener la vida asegurada".

Mi admirado viejo de las barbas, el que está enterrado en un cementerio londinense, ya lo decía: "el capitalismo terminará suicidándose". Lo mismo, pero dicho a lo Sábato: "el destino ciega a quien quiere perder" (Sobre héroes y tumbas).

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