Desde hace dos meses y medio profesionales sanitarios y pacientes vivimos en la expectación de una anunciada reordenación de la Atención Primaria, que afectará a las numerosísimas zonas básicas de salud que salpican nuestra comunidad autónoma. Indiscutiblemente necesaria (la reordenación, no la comunidad), pero con múltiples elementos que sí merecen discusión antes de reordenar.
Uno de los puntos de coincidencia, que he escuchado y leído a profesionales, sindicalistas, presidentes de colegios de médicos y políticos de espectros ideológicos muy distantes entre sí, es criticar que los médicos rurales, o muchos de nosotros, pasemos gran parte de la jornada laboral conduciendo para desplazarnos entre los consultorios de los diferentes pueblos. Sostienen que es un desperdicio, que nos degrada, que somos sanitarios y no conductores, que no hay derecho a que nos pasemos tantos minutos al volante? En una interesante mesa redonda celebrada hace meses en el Colegio de Médicos salmantino una compañera propugnó que en los pueblos los pacientes lo que necesitan no son médicos sino "cuidados", más o menos en la línea que ahora defiende otra compañera, la consejera de Sanidad. Cuidados de los que se nos aleja a los médicos, como si la profesión más antigua de las sanitarias no consistiera básicamente en la cercanía con el que necesita cuidados. Claro que si uno defiende que los médicos, antes de nada, prestamos cuidados, enseguida se activa el resorte contra la "medicalización"?
Desde la discrepancia abierta con estos profesionales, sindicalistas, presidentes de colegios y políticos, me molesta que desdeñen los minutos que paso al volante para ir de un consultorio (¡todavía consultorio médico!) a otro. No, yo no creo que en los pueblos pequeños necesiten más enfermeros que médicos, ni más trabajadores sociales que médicos, ni más terapeutas ocupacionales que médicos? Seguramente necesiten enfermero, y trabajador social, y terapeuta ocupacional, pero también, y antes, necesitan que los médicos cojamos el coche (uno como éste) y nos acerquemos allí, a pasar las consultas que hagan falta (no más: algo ya escribí) y a visitarles en los domicilios cuando sea necesario. La alternativa única, fletar taxis y autobuses para que sean ellos los que se desplacen, también se la he oído descalificar a bastantes de esos mismos profesionales, políticos y sindicalistas. O quizá sea culpa de los ancianos leoneses y castellanos por vivir muchos años, en muchos pueblos diferentes y dispersos a lo largo de un ancho territorio.
Desde la conciencia de minoría, porque la reordenación de la Atención Primaria bebe de inspiraciones urbanas y los de vocación rural ya somos poquísimos, me resisto a aceptar que tachen de desperdicio cuando acudo a un pueblo pequeño y alejado. Seré un raro, pero no me siento degradado por conducir por carreteras estrechas y de firme irregular en mañanas de niebla para abrir la puerta de un modesto consultorio, todavía consultorio médico mientras la reordenación no diga lo contrario. Veremos qué dice y qué hace. Yo seguiré defendiendo que ir en coche por los pueblos también es Medicina. Al menos en la que yo creo.
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