Profesor de Derecho Penal de la Usal
El pasado martes la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo aprobó, por unanimidad (6 magistrados) la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos y la inhumación en el cementerio de El Pardo. Es una decisión ajustada a Derecho que tiene como finalidad restañar las heridas provocadas por el enfrentamiento "incivil" entre españoles en la contienda de 1936-39 y de la represión de una dictadura de cuarenta años. No se trata de reabrir viejos odios, rencores y resentimientos, como afirman algunos sectores sociales y políticos que nunca se atrevieron a condenar aquélla ignominia, sino de fomentar la convivencia pacífica y la tolerancia entre todos los españoles. Resulta vergonzoso que seamos el único país civilizado que mantenga un mausoleo de tal envergadura para quién dirigió las atrocidades contra los ciudadanos de esa media España que disentía del pensamiento único del
La resolución del Tribunal Supremo coincide con la de los otros dos poderes del Estado: la del Ejecutivo y la del Legislativo; en este ultimo caso por partida doble en el Congreso de los Diputados, en mayo de 2017 y en septiembre de 2018. En ambas ocasiones, la derecha política no apoyó el acuerdo. Craso error, puesto que en un Estado Social y Democrático de Derecho que consagra los valores de libertad, igualdad, pluralismo, justicia distributiva y tolerancia y que ampara los derechos fundamentales de todos los ciudadanos, sin privilegios ancestrales y que garantiza una sociedad cohesionada, solidaria y avanzada, ninguna formación política sensata y coherente debería ni apoyar ni ser condescendiente con dictadura alguna.
Pero parece que España es diferente y me temo que lo seguirá siendo por muchos años aún porque, si bien con la muerte del dictador y la posterior transición política, se puso fin a un régimen político más propio de las Monarquías Absolutas anteriores a la revolución francesa, el "franquismo sociológico" se ha mantenido aún y me temo que perdurará durante muchos años más. Las formas de ser y pensar de buena parte de la sociedad conservadora de esta nuestra España del siglo XXI sigue respirando aquél aire de los años 40 y 50 del siglo pasado. Y lo podemos percibir en las conversaciones entre amigos, en muchos articulistas de periódicos, locutores de radio y televisión y tertulianos de todos los medios, que nunca se han atrevido a condenar la dictadura de Franco; es más, incluso la justifican porque siguen pensando que la Guerra Civil y la dictadura fueron necesarias para acabar con la anti España y con los "malos españoles" que eran todos los que pensaban de forma diferente.
En ese contexto, estos sectores nunca han estado de acuerdo con una ley, como la de Memoria Histórica, que lo único que pretende es consolidar definitivamente la concordia y reconciliación de todos los españoles, dignificar a todas las víctimas de uno y otro bando que lucharon fratricidamente en una guerra que nunca se tenía que haber producido y las que aún siguen enterradas en lugares indignos sin que sus familiares hayan podido llorarlos, dignificarlos y darles la sepultura que merecen. También corresponde al Estado atender las peticiones de aperturas de fosas comunes y entregar los restos de aquéllas personas a sus familiares. Y eso no se ha hecho aún, porque quedan más de cien mil cuerpos de republicanos que lo único que hicieron fue actuar a las órdenes de un gobierno legítimo, democrático y constitucional como fue el de la Segunda República Española. Incluso algún presidente del gobierno, como M. Rajoy, se vanagloriaba de haber aportado "0 euros" para actividades de reconciliación previstas en la Ley de Memoria Histórica.
Estos días, además de reflexionar sobre la exhumación de los restos de Franco, tenemos la oportunidad de ver una excelente película que nos recuerda el inicio del enfrentamiento fratricida, en 1936 y nos da pie a seguir trabajando para no volver a toparnos en la misma piedra, en esa que tantas veces hemos tropezado los españoles durante los últimos 2 siglos de nuestra historia: "Mientras dure la guerra", de Alejandro Amenábar, que ahonda en una figura clave de nuestra historia reciente como fue Miguel de Unamuno, escritor, filósofo, político y rector de la Universidad de Salamanca. He tenido ya la oportunidad de verla y disfrutarla y, desde luego, la recomiendo a todos. Nos hará pensar y nos dará impulso para seguir avanzando en la normalización social, esa que tanto necesitamos los españoles para seguir tejiendo sólidamente los jirones de nuestra convivencia.
La exhumación de Franco, desde esta disyuntiva, no es una venganza, sino una justicia histórica que, aunque se producirá con 40 años de retraso, tenia que llegar. Es un aliciente para vivir definitivamente una "libertad sin ira" que nos una en los ideales democráticos y no nos divida más.
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