Antonio Ferrera corta tres orejas con su mejor versión mientras que Juan del Álamo logró un trofeo en cada uno de su lote y Manzanares obtuvo uno del segundo de un excelente y completo encierro de Núñez de Cuvillo
La verdadera maestría trasciende cualquier arte particular. Maestría suena a sintonía con uno mismo. De ahí nace la habilidad. Desde que Antonio Ferrera hace ya un tiempo refleja ese encuentro con su interior, su maestría va creciendo hasta llegar al punto de rozar la perfección. Sólo verlo andar en la plaza es algo sublime. La importancia de cada gesto, de cada desplante y de cada mirada. La importancia de los tiempos y de la colocación. El entendimiento y la comunión entre torero y toro. Tan difícil para muchos y tan simple parece en otras manos. Las de Ferrera saben mandar e imponerse como sólo lo hacen algunos elegidos.
Así lo hizo cuando de frente muy templado lanceó a 'Rescoldito', noble de Núñez de Cuvillo que empujó en el peto. Torerísimo en el quite con media belmontina y siempre ese sabor añejo. Lo mimó en inicios con series en redondo de mucho pulso a media altura para que rompiera hacia adelante y rompió cuando le propuso el toreo al natural. El de Cuvillo aminoró y ya más templado seguía humillando en series por ambos pitones a las que se añadieron circulares invertidos y un cambio de mano monumental. A pies juntos cerró la obra y un pase de pecho de principio a fin para cobrar la estocada recibiendo. Un conjunto de cómo hacer bien las cosas y así prosiguió ante su segundo. A 'Aguafría' le faltó humillación y ritmo desde los primeros trasteos con las verónicas de mano bajó que le recetó el extremeño. Galleando por chicuelinas lo llevó al peto. Se fue a terrenos del 6 para iniciar la faena de muleta. Le dio distancias y tiempo para aumentar en intensidad. Todo muy despacio y estalló con una serie por la derecha templadísima de mano baja. Desmayado para seguir al natural. Verticalidad y oficio. Sin ayuda la última con la diestra. La ligazón siempre se mantuvo y su exquisito trazo como apuesta segura.
La apuesta segura de Juan del Álamo se basa en la entrega y la raza. La exposición sin trampas, el todo querer, el ansia de triunfo que tanto necesita. Lo que hace es todo verdad, como lo fueron las series hilvanadas que le dio con la derecha a su primero, dejando siempre que no parara, así como una una serie de naturales y las ajustadas manoletinas de broche; o el trazo exquisito de algunas series en el cierra plaza con el que tardó en encontrar el sitio y la rotundidad en las telas; sí firme fue la certera estocada final. Manzanares fue su versión de empaque y clasicismo en cada toque suave y preciso, siempre imponiéndose en ambos de su lote a base de técnica, suavidad y temple aunque por momentos afloraron las ventajas. Lo mejor fueron los series iniciales por la diestra a su primero cuando el animal respondía con codicia porque ante su segundo se echó de menos cogerle el pulso con menos técnica y más entrega por la trasmisión que sí tenía el bravo 'Farfonillo' que fue otro buen toro. Todo eso fue cierto pero yo a estas hora sigo paladeando ese concepto tan puro que le brota al extremeño y me sigue preocupando el camino de triunfalismo que ha tomado La Glorieta, y en concreto esta tarde.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Salamanca. Quinta de abono de la Feria de la Virgen de la Vega. Toros de Núñez del Cuvillo manejables, nobles y de buen juego. Destacaron 1º, 3º y 5º. En el primero y cuarto se desmonteraron Fernando Sánchez, Juan José Trujillo tras parear al segundo y Mambrú y David Sánchez con el tercero y Jarocho con el sexto.
Antonio Ferrera: dos orejas y oreja
José María Manzanares: oreja y ovación
Juan del Álamo: oreja y oreja