El riojano impregna de torería La Glorieta y corta la única oreja de la tarde; Aguado sublime con el capote y Ginés Marín sólo detalles
El toreo de verdad sólo es uno. El clásico. Así lo creo. Hay maneras de estar en la plaza que son impagables. Urdiales lo sabe. Mirada al frente, paso seguro, fe en uno mismo, pureza. En todo, y para todo en una misma persona, la del riojano que ha visto pasar muchos 'septiembres' sin ponerse el traje de luces en La Glorieta pero lo hizo hoy para que 'Liricón' le permitiera impregnar la torería en cada lance. Torería hasta cuando buscaba en los tendidos la complicidad en Santiago Martín El Viti y se disponía a brindarle el toro de su presentación en Salamanca. De maestro a maestro.
De frente, el humillador y bravo de Montalvo. Ni el aire pudo frenar esa pelea. Desde la colocación hasta el modo de echar los vuelos para ofrecerle la diestra en redondos de hondura y clase. Y una zurda dormida y ralentizada en series continuadas. Todo muy despacio. Rotundos hasta los pases de pecho mientras los tendidos rugían con la sensación de que lo que viniera después sería difícil de superar. No pudo completar su versión con el áspero 'Zapatilla', cuarto. Intentó romperlo siempre hacia adelante, desde el bello saludo a la verónica a la media altura por ambos pitones. La faena fue medida, templada, exigiendo al toro que no acababa de humillar. Estocadón final. Los tendidos contrariados, con ganas de más de ese toreo que Urdiales maneja con tanto gusto como pocos saben hacerlo.
Ese toreo lo conoce también Pablo Aguado, en tarde también de debut. En él se intuye todo. Pronto mandará porque ese aroma que brota de sus muñecas se tiene o no, eso no se entrena. Y Aguado lo tiene. Su carta de presentación fueron tres verónicas templadísimas y una media de empaque. Brindó también al maestro Viti. Recital capotero ante 'Fardón' que no tiraba de verdad hacía delante. La propuesta siempre fue la de dar el pecho por delante y esa forma tan sublime de estructurar la faena. Series iniciales por la derecha de temple y largura y naturales a ralentí con un toro con menor fuerza y transmisión que se fue parando como se paró el aplomado 'Zamarro', sexto y último que se rajó y todo quedó en tres series con la derecha sin trasmisión.
Fueron ellos los nombres de una tarde en la que no brilló Ginés Marín. Del extremeño sólo quedaron detalles cuando encajado saludó a la verónica a 'Candelito', una pintura de Montalvo se seria presencia e importante comportamiento; también cuando a este mismo segundo se dobló en los inicios hasta llevarle a los medios con mando y ambición, aunque se perdió luego todo en la colocación y falló con los aceros. Tampoco brilló con 'Mandadero' que repetía, humillaba, tenía codicia y bravura. Exigente para estar con él en el sitio y le costó a Marín encontrar los terrenos. Derechazos sin más hasta las series finales, faltó ligazón con la zurda y no vio su sitio nunca para después otra vez fallar con la espada. Su tarde fue fría y sin gloria.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Glorieta. Tercera de feria. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada. Toros de Montalvo de impecable presencia. Bravos y humilladores primero, segundo y quinto.
Diego Urdiales, oreja y ovación.
Ginés Marín, silencio y pitos.
Pablo Aguado, ovación y silencio.