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Adelaida Rodríguez se lleva los aplausos en el desenjaule
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feria taurina 2019

Adelaida Rodríguez se lleva los aplausos en el desenjaule

Actualizado 08/09/2019
Fermín González

Los toros de Garcigrande-Domingo Hernández no entusiasmaron al público, mientras que la corrida de Montalvo fue aplaudida sin énfasis y la novillada apenas dijo nada

Si bien es verdad que pasaron aquellos tiempos tantas veces evocados en los que las calles y avenidas que conducían a las plazas de toros se llenaban de curiosos para ver el ir y venir de los concurrentes al coso taurino, que ya de por sí constituía un agradable, bullicioso, alegre y pintoresco espectáculo que dejaba constancia que nadie era ajeno, ni podía sustraerse a una tarde de toros.

El gentío tomaba posiciones en puntos estratégicos de las calles, balcones y aledaños de las puertas de cuadrillas para ver y al ser posible cruzar la mirada, sonrisa o el saludo del matador del matador más o menos ídolo o figura, que lograba adueñarse de su atención. Era aquel un arte de ese espectáculo gratuito, callejero, tan vistoso, tan alegre y tan simpático. Es por tanto verdad que la fiesta de los toros, además de incertidumbre, seriedad, cogida y grito angustioso, nos ofrece vistosos momentos que captan la bondad, la luz, el colorido y no pocas veces la auténtica alegría.

En esta feria próxima a comenzar hemos arrancado con el tradicional desenjaule, que en otro tiempo era un acontecimiento muy importante, y al que se acercaban con un lleno espectacular en sus tendidos. El desenjaule o desencajonamiento de parte de las reses que se van a lidiar en la Feria ha sido siempre el primer festejo con el cual se abría la cortina, que daba paso a espectáculos mayores en la plaza de toros de La Glorieta. Y se caracterizó siempre por ser festejo muy popular y bien acogido; sobre todo por las gentes de la provincia, y también por los barrios de la ciudad, dándose un día de descanso después de tanta labor campesina. Por ello la plaza generalmente era (hoy menos) un hervidero de gentes que venían a presenciar dicho evento con el fin de elegir entre las corridas que saltaban a la arena, las de mejores hechuras, las más que se mostraban más codiciosas, más igualadas, en definitiva, era una muestra del sugestivo empaque o trapío de las reses para aquellos que pasarían por taquilla.

Pues, en esto estábamos cuando anunciaron la primera corrida a desencajonar, la de Gracigrande-Domingo Hernández, que no entusiasmó precisamente, "regordia", cómoda de cabeza, alguno anovillado, sorprendentemente todos de capa negra, cosa que no estamos muy acostumbrados en este encaste. División de opiniones, donde sonaron los pitos muy contundentemente.

Montalvo fue la segunda corrida que fue enseñada a la concurrencia; si bien es verdad que la corrida fue un paso menos, de lo presentado por Juan Ignacio en otras ferias, se vieron todos de excelente trapío, finos de cabos y bien rematados, sin ninguna exageración, y que tuvo mejor respuesta de los parroquianos ? pocos- que se dignaron a venir a la plaza- y se aplaudió, sin mucho énfasis.

La corrida, en cuanto a toros que se quería ver era la tercera en aparecer, la de Adelaida, que en su vuelta a La Glorieta nos mostró el toro, en tipo, cuajada la corrida desigual en cuanto a caras, con romana, seriedad pero sin estridencias, salvo un corniveleto, que parecía de otra época. Fue la más aplaudida de la tarde.

Y finalmente la novillada de Casasola, de bonita lamina y hechuras, reunida pero con limitaciones, escasa de romana, de caras cómodas, una novillada que no dijo nada, apenas, se fue entre el silencio y algunos pitos a los corrales.

Y eso fue todo, toda vez que no hubo novillada de los escolares avanzados, como se venía realizando cada año. Eso sí, el sorteo de abonos y la cartera de piel con 300 euros siguen teniendo su aquel.

Fotografías de Miguel Hernández

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