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Adiós a las cabinas telefónicas
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Adiós a las cabinas telefónicas

Actualizado 05/08/2019
María Jesús Sánchez Oliva

Después de noventa años las cabinas telefónicas están a punto de desaparecer por completo. Durante nueve décadas han formado parte del paisaje urbano y nos han sido muy útiles. ¿Quién no ha entrado en una cabina para solicitar un taxi, hablar con la familia, quedar con alguien o simplemente para resguardarse de un chaparrón aunque no fuera éste su cometido? Recuerdo que hubo un tiempo en el que había que llamar con fichas que se compraban en los bares, después se adaptaron para poder llamar con monedas y aquello fue un gran avance, ya no era preciso abastecernos de fichas por si teníamos que llamar a deshoras o desde lugares donde no había bares. Algunas veces entrabas en la cabina de costumbre para hacer una llamada y sorpresa: no funcionaba, pero ni era culpa de Telefónica, ni era culpa de la cabina, los causantes de la avería eran los tramposos que intentaban hablar con monedas falsas o sin monedas para luego presumir de trucos para engañarlas aunque dudo que surtieran efecto. Soy de las personas que tuvo que utilizar mucho las cabinas telefónicas, y tan sólo en una ocasión, llamando desde Alicante a Salamanca, pude hablar de balde, pero no porque intentara poner en marcha ninguno de aquellos trucos que me daban risa por no decir pena, fue porque alguien se dejó las monedas en el cajetín e incluso me devolvió algunas. De todos modos los tramposos nunca consiguieron que me quedara sin hablar, siempre había otra cabina cerca y lo mejor de todo: la avería no tardaba en ser reparada. En honor a la verdad hay que decir que las cabinas telefónicas nos han prestado un gran servicio, pero como todo tiene fin, el suyo está próximo.

La "enfermedad" que acabará matando a las cabinas telefónicas tiene un nombre que todos conocemos: telefonía móvil. Ya apenas se utilizan, seguro que muchos de nuestros jóvenes nunca las han utilizado, hasta las personas que ni quieren oír hablar de las nuevas tecnologías disponen de un teléfono móvil, y hasta en las familias de bajos recursos, lo normal es que cada uno de los miembros tenga su móvil. ¿Qué sentido tiene pues que las cabinas telefónicas sigan en pie?

En España es Telefónica la que se ocupa por ley de su mantenimiento. Ninguna compañía privada ha querido hacerse cargo del servicio como es natural. No hace falta recurrir a los datos para darnos cuenta de que es un negocio totalmente en ruina y sin visos de recuperación. Si hasta ahora lo ha mantenido es porque estaba obligada por ley, pero en breve la ley permitirá que sea ella quien decida si retirarlas todas, conservar algunas o aplicarlas para otros fines. ¿Qué decisión tomará?

Parece que, tanto en España como en otros países, se estudia la posibilidad de darles otros usos más rentables, como puntos para recargar las baterías de los coches eléctricos, por ejemplo, pero eso está por llegar. De momento lo que se ha hecho en Japón es convertirlas en peceras, pero esto, sin que sirva de desprecio, es una simpleza comparado con lo que se ha hecho en nuestra ciudad. La noticia nos alegraba hace unos días: los vecinos del barrio del Oeste han convertido una cabina telefónica en una biblioteca. Ole por los vecinos y ole por Telefónica que ha dado su permiso para este fin.

Por esto y por el espléndido servicio que nos han prestado durante tantos años este comentario sólo puede terminar dándole las gracias a Telefónica y prometiéndoles a todas las cabinas telefónicas que seguirán vivas en nuestro recuerdo.

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