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Gabriel Calvo y la fabulosa retahíla incendiaron Galinduste
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Gabriel Calvo y la fabulosa retahíla incendiaron Galinduste

Actualizado 29/07/2019
Valentín Martín

"Gabriel Calvo es serrano, salmantino, y universal. Volvió a demostrar junto a Alfredo, David y Jorge, que es mucho más que un músico, que domina la escena por encima del folklorista, que lo suyo es ser artista y demostrarlo en teatros y plazas"

Ya pueden dormir contentos Santiago y Santa Ana, que en una noche de ardor tan mimoso, Gabriel Calvo y la Fabulosa Retahíla ( Alfredo, David y Jorge) sembraron de ganas y sueños la plaza mayor de Galinduste.

Así la España vacía, donde cada año los pueblos son más chicos, sintió que renacía al azuzar musicalmente los sentimientos no sólo de los vecinos, sino de pueblos linderos como Santa Inés que también acudió a la llamada y se cobró en el viaje de vuelta la felicidad que subió buscando.

Gabriel Calvo es serrano, salmantino, y universal. Volvió a demostrar junto a Alfredo, David y Jorge, que es mucho más que un músico, que domina la escena por encima del folklorista, que lo suyo es ser artista y demostrarlo en teatros y plazas. Y que la seducción implacable y pícara de nuestra lírica popular está en buenas manos si él la proclama.

Pero toda esa luz que aparece encima de un escenario cuando Gabriel pone el pie y se pronuncia, es emocionalmente fecunda. Porque viene de la eternidad del pasado que parece dormido en escasas memorias que el cantor despierta al trajinar los recuerdos, hurgar en lugares y gentes, revolver costumbres y recobrarlas durante dos horas al menos.

Si amor con amor se paga, ya está Salamanca tardando en devolver parte del talento tan amante de este hijo de Monforte de la Sierra que es de todos y de nadie. Porque el genio creador no tiene dueño, pero sí merece la patria como tierra del padre, que la cuenten, que la canten, que la bailen. Y al mismo tiempo está obligada a sentir noble orgullo del hijo que pone a su nombre tantas cosas que van quedando tan cerca del olvido. Ay, cuánto debemos a nuestro Gabriel Calvo.

Incluso ese corazón expansivo al acordarse de un hombre que desbrozó la nostalgia para que cantase: aquel Nino Sánchez que se nos murió un día de sorpresa en Madrid cuando andábamos esperándole junto a otros 40 cantautores que llegaron de lejos. Y dolorosamente Benigno emprendió el viaje contrario y se fue caminito del olvido si alguien aquí no lo remedia. Estamos a tiempo.

Galinduste lo entendió muy bien. Desde el primer instante en la noche hubo una complicidad tan firme como feliz. Tanto a la hora de Gabriel Calvo, como en los turnos del acordeón de David, o las panderetas, dulzainas y flautas de Alfredo, o la batería de Jorge donde nunca un solo de orinal boca abajo llegó tan lejos.

Gabriel Calvo se sabe muy bien el tiempo que habita, trae a él otros tiempos, construye sementeras muy nuestras. Y después de disfrutarle anoche en Galinduste junto a la Fabulosa Retahíla, confirmamos que hay una España diferente, menos españolista, menos andalucista, más cercana y reconocible. Es esta tierra del padre que antes mentaba y que abunda en una historia tan rica que no cabe en un escenario.

Anoche en Galinduste supimos otra vez quienes somos y de dónde venimos. Anoche se encendió una candelita de amores por todo lo nuestro. Anoche, la vida, según Gabriel Calvo.

Fotos: Carmen María Briz

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