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El grupo de teatro Lazarillo de Tormes representa ‘Teresa, jardinera de luz’ en Parada de Arriba
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OBRA

El grupo de teatro Lazarillo de Tormes representa ‘Teresa, jardinera de luz’ en Parada de Arriba

Actualizado 28/07/2019
Redacción

Los espectadores pudieron imaginar a las religiosas de aquella época

Esta vez en lo alto, arriba, o 'suso' como se decía allá por el siglo XIII, cuando se fundara el pueblo de Parada de Arriba y recibiera como denominación primigenia la de Parada de Suso. Más que parada, se trata de un nuevo reinicio del camino de 'Lazarillo de Tormes,' imparable, largo y lleno de satisfacciones con su montaje teatral "Teresa, la jardinera de la luz", que tantos éxitos lleva cosechados, de lo que sin duda dan muestra los también innumerables caminos que ha recorrido para hacer llegar a tantos y diferentes espectadores esta obra que de forma singular nos hace llegar la vida de una Teresa de Jesús, diferente también a lo antes sabido sobre ella. La Diputación salmantina sigue apostando por un trabajo empeñado en llegar a todos los puntos posibles de nuestra provincia, pues continúan abiertas las puertas para acceder a él.

A pocos kilómetros de Salamanca y en plena dehesa charra, Parada de Arriba ofrece un entorno natural e histórico que atrae no sólo a los salmantinos sino también al visitante que se quiera acercar a nuestra bella provincia y ciudad, ya que ofrece sin duda lo necesario para un alto en el camino. Como todo se adecua a las necesidades del pasar de los tiempos, la antigua 'parada' que se hacía en estos parajes por encontrarse tan en alto, y sobre todo por ser el centro para obtener la leche vendida por los ganaderos de la zona, se ha convertido ahora en un punto de encuentro de gentes que viven en las nuevas poblaciones creadas en torno a ella, y que reciben encantados a los viajeros que se acercan a descansar en medio de la belleza de sus campos y de la próxima y monumental ciudad. Una muy especial viajera, como lo fuera Teresa de Jesús, hizo otro alto en su camino, y en el último sábado de finales de julio volvió a ser contada ante el público asistente en Parada de Arriba, por los actores del grupo 'Lazarillo de Tormes'.

La Exaltación de la Cruz es la advocación que da nombre a la parroquia de este pueblo. Un nombre del que también hizo gala allá por donde fue la carmelita del XVI, tan enamorada del Hijo del Dios en el que creía, un Jesús de Nazaret, al que siguió a pie firme por los caminos de la vida, sin miedo a los peligros, ni a las cortapisas que la cerrada sociedad varonil del tiempo en el que vivió le imponían. Esta sencilla historia que encierra una complejidad que se deriva de la propia personalidad de esta monja, es contada en escena con la misma sencillez y complejidad que conllevan todas las facetas que con ella forman un prisma lleno de luces y sombras. Es lo que "Teresa, la jardinera de la luz" ha dado a conocer durante sus más de 260 representaciones, ante un público que nuevo o reincidente no deja de sorprenderse ante el cúmulo de sensaciones que esta obra de teatro llega a suscitar. Siempre nueva y diferente como lo son las propias emociones de los actores que contagian a unos espectadores, que siempre únicos cada vez, miran un perfil de mujer también único porque aparece en su mismo nivel terrenal. En escena, sus hermanas carmelitas van dibujando a su madre con el brillo que ella ha sacado de cada una de sus vidas.

El auténtico a la vez que valioso retablo del XVI, que preside el Altar Mayor de la iglesia de la Exaltación de la Cruz de Parada de Arriba acompaña en su cronología a la vida que se nos cuenta en escena. Hasta él han llegado un grupo de monjas bien reconocibles en sus hábitos de estameña de la época que viven, y que llegan hasta el convento de Alba de Tormes para acompañar a su madre en su hora final. Antes, sorprendidas por la voz inquisitorial que les llega desde un púlpito, reclamando la presencia de la moribunda, deben blindarse ante un padre dominico que demanda sus respuestas, que puedan incriminar a la mujer que les ha enseñado a ser libres. No hay nada que defender. Diálogos frescos, irónicos, valientes, acompañados por la bella obra lírica de la madre, sus cartas, su vida fundacional dedicada a ellas, acaban con un cuadro que nada bueno augura en sus comienzos. La libertad y entrega de una mujer libre y entregada a todos y por todos, arranca al cabo de una hora la ovación de unos espectadores, que vuelven a ser conscientes de lo vivido en su parroquia de Parada de Arriba, que se había convertido para ellos en el convento albense, donde Teresa vivió sus últimos momentos. Despiden así, una vez más a unas carmelitas que vuelven a su túnel del tiempo, universal gracias a su maestra, seguros de que irán a reposar sus cansados pies en la cercana fuente de Piedra, que aunque construida en el XIX, se hará también intemporal para ellas como Teresa. La música genial de un órgano tocado por las manos geniales de un músico renacentista, queda flotando hasta la próxima vez.

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