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Cinco horas río arriba
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Cinco horas río arriba

Actualizado 13/07/2019
Fructuoso Mangas

Hablaba la semana pasada de Yecla como dos pueblos en uno y hoy quiero hablar, de otro tercer nivel de atractivos de este pueblo salmantino. Son los dos ríos, Yeltes y Huebra, que atraviesan su término. Sin entrar ahora en mi vieja reclamación contra el uso del nombre de Huebra para el río que de forma mayoritaria y razonable se llamó desde siglos Yeltes, una vez que los dos se unen en Ríosvueltos. Esto es otra vieja cuestión.

Los dos ríos atraviesan de este a oeste el término, uno, el Yeltes, como límite en todo su tránsito, y el otro, el Huebra, que atraviesa generosamente todo el término municipal de este a oeste y que por cierto a lo largo de todo el término sólo tiene dos vados para ser atravesado, además del Puente Un Ojo, lo que crea no pocas dificultades para las tareas ganaderos y agrícolas, con bastantes kilómetros de recorrido para poder pasar a la otra orilla. Como es lógico el amplio terreno, de varios kilómetros cuadrados, que queda entre los dos ríos se llama Tramborríos, topónimo perfecto.

Y quiero proponer un recorrido a lo largo del Yeltes y del Huebra atravesando todo el territorio de Yecla; en total serán unos doce kilómetros de camino por el lecho del río y sus orillas, según se pueda, y supondrán unas cinco horas de dificultad media o baja, aunque depende del tiempo que se le dediquen a los diferentes elementos que van surgiendo en el camino, especialmente los siete molinos de diferentes arquitecturas y en muy distinto estado de conservación que iremos encontrando.

Se llega en coche hasta la "fábrica de Gema", un complejo sorprendente de larga pesquera en diagonal, con gran molino, ejes y poleas que mueven y suben y bajan de piso a piso, perfecta puente de doce ojos que atraviesa el río y demás dependencias auxiliares. Lástima del abandono que desde hace años ha padecido este enorme molino de tres pisos cargado de ejes, ruedas dentadas, tolvas, tuberías de madera, automatismos con imaginación y muchos elementos más. Produce tanta consternación como sorpresa y admiración.

Río arriba se van encontrando pequeños valles y orillas escarpadas que hacen disfrutar al caminante de espacios inesperados y diferentes. Hay algunos pasos más difíciles hasta llegar al puente "Siete Ojos", largo y esbelto, con doble cuesta en la carretera para salvar la gran altura del ojo central. Al lado están la presa y el molino todavía en pie aunque ya sin su oficio habitual. Es un espacio que da para todo, para el baño y la fotografía, para la buena merienda y la admiración del paisaje.

A pocos metros tiene lugar la unión de los dos ríos, Yeltes y Huebra, en lo que se llama por buen nombre "Ríosvueltos"; con pequeño molino y una buena pesquera que convierte en amplio remanso de agua el pacífico encuentro de los dos ríos. Siempre es un atractivo ver a dos ríos unirse en paz y en este caso no deja de ser curioso que ninguno se une al otro, sino que los dos confluyen en igual ángulo agudo sin que ninguno prevalezca; el espacio de unión es excepcionalmente muy abierto, cosa que no sucede en ningún otro punto de sus cauces.

Al llegar aquí se puede subir algo más de un kilómetro de camino fácil por el Yeltes, por su orilla izquierda, hasta dos molinos, que ya en el término de Bogajo forman un conjunto original que sorprende al que llega, pasando junto a una graciosa pontonera que permite pasar a la orilla de Los Cañales. Se baja de nuevo hasta el punto de encuentro de los dos ríos y se sube ya por el Huebra y sin sendero ni camino se puede recorrer con total facilidad un kilómetro y medio aguas arriba hasta el llamado Vado de Abajo, uno de los dos puntos en los que es vadeable el río en todo el término de Yecla, aunque tampoco es un paso fácil para pasarlo con ganado; en días de fuerte corriente era una verdadera aventura con su riesgo incluido por eso cuenta con una hermosa y larga pontonera con setenta pontones altos y otros más bajos, que a veces no eran tampoco una solución fácil y sin peligro. Ahí hubo de todo. Fue un acierto la idea, para un concurso de fotografía, de colocarse sobre los pontones otros tantos jóvenes en pie vestidos de negro. Es una fotografía impresionante.

Más arriba se llega hasta la fuerte curva de Cachón entre orillas cortadas y escarpadas donde el río se quiebra casi en ángulo recto, que únicamente se salvará yendo por la orilla más abierta, la del lado norte, a la izquierda según se sube. Recuerdo cuando en aquellos tiempos íbamos desde el pueblo en los días de lluvia torrencial a escuchar de cerca el enorme estruendo de las aguas rompiendo contra los peñascos. Por la noche se oía el estruendo de las aguas desde las casas del pueblo; es un recuerdo muy claro de mi niñez con el dicho de que "el aire se ha vuelto de abajo porque se oye Cachón" y eso era a casi dos kilómetros de distancia.

Y en la cima de la orilla escarpada e inaccesible los nidos de buitres, milanos, quebrantahuesos y últimamente de cigüeña negra, que complicaban más que otra cosa la vida de los ganaderos al ser especies protegidas, por lo que cualquier incidente era investigado y temido.

Poco más arriba está la desembocadura del Arroyo Barlaña, casi al lado el molino del señor Hipólito, que funcionó hasta hace unos cuarenta años, el difícil paso del Puente Un Ojo y después de la curva los cincuenta pontones medio perdidos para atravesar antaño el río en este punto. Llega luego el lugar de La Presa, con su controvertida demolición, y por la orilla de Tramborríos que es más abierta se llega hasta los restos del viejo puente del Camino de los Zapateros. Finalmente siguiendo hacia arriba por la orilla izquierda y respetando la finca particular se rinde viaje en el molino del Vado de Arriba, hermoso y venerable en sus ruinas dignas de ser inspeccionadas por dentro, se admiran las flores de loto de la zona, especialmente en el sorprendente remanso que se forma junto a la vieja pesquera y se pasa ya a los canchales que llevan a la raya con Pozos de Hinojo casi imposibles de atravesar.

Sería más prudente quedarse en las praderas junto al molino y disfrutar del merecido descanso. Pero si todavía se buscan impresiones fuertes hay que volver hacia Yecla por uno de los caminos de concentración que llevan a la carretera de Pozos, hasta topar con "La Mina". Se saltan paredes como sea y se afrontan las sorpresas.

Pero de esto ya hablaré otro día.

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