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Jesús Hilario Tundidor, un poeta de la Vieja Castilla
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Comentario de Jacqueline Alencar

Jesús Hilario Tundidor, un poeta de la Vieja Castilla

Actualizado 08/07/2019
Redacción

Valoración sobre el poeta zamorano homenajeado en Salamanca, difundida en la revista portuguesa 'Cintilações', presentada en la Feria del Libro de Braga

Sostengo entre mis manos la Antología La tierra que más amo, del zamorano Jesús HilarioTundidor (Zamora, 1935), publicado dentro del marco del VI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, organizado por el Ayuntamiento de Salamanca y la Fundación Camino de la Lengua Castellana en el año 2003, durante el cual se rindió tributo a su obra. Merecido reconocimiento por regalarnos versos tallados con suma exquisitez. Es un arquitecto de la palabra. Para describir al poeta Tundidor usaré un fragmento de su Autorretrato: "El Tundidor es gigante como una muralla, gordo y pesado como una soledad en pie sobre la tierra, majo como unos carnavales de pueblo y completo como una mitología, y se asemeja a un otero lleno de pájaros y labranza arado por la reja magnánima de la ternura. Y poeta, POETA, pítico, mítico, lúdico, mágico, que le responsabiliza con un sentido de la creatividad ancestral y dionisíaca, tan clásica que se viste con tules áticos y apolíneos?".

No ha podido eludir el llamamiento supremo de la poesía. Y, sobre todo, con esa fuerza en la palabra que pareciera viene heredada del mismísimo Cicerón, o de Quintiliano que emanó de esta misma Iberia dejándonos la fuerza de la palabra, lograda para persuadir con sus ornatos, juramentos, proposiciones, refutaciones. Mas diría casi con seguridad que, sobre todo, Tundidor es un poeta de la vieja y ancha Castilla, que desde lejos brilla por el dorado de su piel de piedra milenaria y de trigo, de girasoles y de pacas apresadas desde tiempos ancestrales. Lo conocí por vez primera cuando Salamanca le hizo ese segundo llamado para reconocer su paso por sus calles en los tiempos juveniles, y por haberse empapado de sus saberes otorgados por natura. Lo demuestran esos libros que recogen sus versos y que le han permitido ser blanco de reconocimientos como el Premio Adonais (1962), el González Lama (1972), el Juan de Baños (1987), el Esquío (1980), el Premio de la Academia Castellano-Leonesa de la Poesía (1999), o el Premio Castilla y León de las Letras (2013), entre otros.

Jesús Hilario Tundidor, un poeta de la Vieja Castilla   | Imagen 1Su poesía es universal, pues trasciende por la fuerza del lenguaje, pero no podemos negarle su enraizamiento en la tierra castellana, a tal punto que sus versos brotan de los surcos de la tierra como pan recién hecho; con el aroma del vino de la uva temprana. Huelen a pino, a sauce, a álamo, a encina o a ciprés de sombra alargada. Tiene la fuerza de la azada, del río, o del águila que se enseñorea por el cielo de Castilla. Lo dicen sus versos en el poema intitulado La tierra que más amo: "Esta tierra inmortal, / tierra del vino, /tierra del pan, tierra de campos sola, / otero arriba el mar, la mar, la ola / del cielo azul inmenso sobre el pino. // Otro sueño aún mayor te lleva el sino / y donde el trigo es oro es desconsola- / ción la muerte y es doncella la amapola / enamorada por el sol y el trino. // Barcos de luz y pérgolas de azada / navegan el levante de la aurora / tan silenciosamente acompañada. // Y Antonio y Juan de Yepes y Teresa / bajan de Dios y escriben en la prora / el verso blanco de la luz ilesa".

Cierto que el poeta Tundidor brotó de un pequeño trozo de tierra castellana llamado Zamora, pero sus versos mamaron de toda la tierra fértil y de secano de Castilla. Por qué si no podemos hoy explicarnos su pasión desmedida por el dorado de la piel de Salamanca, que acaricia, alaba, besa, talla en verso: "CON un amor que nunca/ he besado en los pechos, ni besaré, recorro/ Salamanca. Blanca, blanca, blanca/ es la tarde blanca, ligeramente / tiempo la piedra, conocimiento, ¿eternidad/ el hombre? Voy escuchando/ signos, palabras/ megalíticas: no sonidos, no muerte, resonancia/ que ha sido acontecer, que allá / por Clerecía augura y yace y posa / y callejea. Topo / con Dios junto a un zaguán / y conchas. Dios está atado y es mendigo, pasa/ sobre la brisa la memoria/ de Gredos, la cumbre, el águila, Unamuno/ agonizando en nieve pura, sueño/ de su verdad. Poco después, ya bronce / en enseñanza, hénoslo aquí, corvo/ de duda en duda, de muerte en muerte suya/ y enquistada. // Y otra vez en las Úrsulas / que es plaza de memoria, esquina/ de intimidad: ¡Pobre/ semilla! Digo / como quien habla a la ternura, al aire/ que la transporta, pienso / en ovarios, en úteros, en creación / y en alas. Y España, que ha arrimado/ su hombro, su carne pura de mujer decente,/ se sonríe y con Dios. Y que así sea". (Poema Desde las Úrsulas).

Cómo explicar que sin necesidad de ayuda haya conseguido romper las cadenas que lo aprisionaban y las mordazas que le taponaban la boca y gritar a los cuatro vientos su amor a la tierra, hacer de él un poeta telúrico. Es el ADN de Teresa, la andariega, recorriendo su sangre. O el de San Juan de Ávila, Fray Luis, sorteando las tijeras que querían cortarle las alas, o enjaularlo sin tinta ni pergamino. "Del monte en la ladera / del espíritu. // Sedentario habitante / del espíritu. // Orea el huerto el aire / del espíritu. // Tu plaza recogida / del espíritu. // Abre Fray Luis el mundo / del espíritu // y convoca la paz / de la materia", escribe en el poema Poblamiento, como homenaje al de los Cantares. Y tiene la fuerza del Tormes, dada también al mismo Lazarillo que nació al borde de sus riberas. Así exclama en su poema En la orilla izquierda de noviembre: "ENTRE estos árboles debe / haberse escondido mi alegría, agua / del Tormes, hasta media cintura, / como la piedra / de la puente". Solo quien se ha entrañado con Salamanca sabe del encanto del río que sube y baja según arde o se apaga el fuego de nuestro espíritu. Solo así se puede gozar del encanto amical: "? También ellos conocen / bajo el turbio cubil de sus ensalmos / el esplendor del iris / la pureza del cielo / la luz de las estrellas / o el color de mi alma/ donde la amistad yace?". Solo él puede decir "? Salamanca mía, dorada / en la inocencia de las hojas, / cercenando la altura de amarillo tributo?".

Solo el que conoce la tierra y se ha hecho uno con ella puede decir: "El viento escoba, raspa / la Meseta central. / Hay un lamento como / de un dios que allí domado / de pronto comprendiera / su nostalgia y rugiese?" (El viento sobre la meseta). Sólo él puede confirmar que "FÁCIL en la meseta castellana / es el cielo, franco / el espacio, sin puertas, extendido, / país puro del águila? Pero / hondamente aquí / oxígeno mortal llevan sus aires / y un moho la libertad que quema el ámbito / de su llanura, ¡tanta contraria ley / marchitó a quien la puebla! ?" (País del águila). Sabe que "Esta tierra / que piso me estremece, esta mirada / entre sierra y baldío? / Y un poco más, llanura. / Y un poco más, azul. Azul / que es cuerpo y mano y amenaza / hasta que el sol revienta en el espíritu/ y la tierra no es tierra, ni lo azul / es azul?" (Caminos de Ávila).

"Nunca escribano alguno mejor narró Castilla" (Elegía castellana en el Museo del Prado).

Y ¿quién que no ame Castilla puede dejar de lado, como una cenicienta, a la otra orilla ibérica, apenas separada por una raya invisible que no logra cercenar los afectos? De ahí que Tundidor se haya acercado incluso más allá hasta llegar a la docta Coimbra y hoy nos la acerque en los versos de su Viaje a Portugal II: "CON los ojos albos de la luz en Coimbra / escribo este poema. / Un dilatado espacio / ocupa el corazón, sueño y conocimiento / planean en el aire purísimo, golondrinas / y pájaros, todo es una subida del saber en el alma, / una caída misteriosa hacia / lo azul que eterno impera. / No hay tiempo / pues no hay muerte, sino una dulce y suave / melancolía de existir. Y es mediodía. // Con los ojos albos de la luz en Coimbra / recibo este poema. Un dilatado sueño / ocupa el corazón, una llanura / de sabiduría donde / como el río Mondego / en lo hondo, Dios al fin, serenamente, / presenta su transcurso.".

He aquí, unos breves esbozos sobre la poética de un bardo de la Vieja Castilla, territorio que, a fuerza de trazar la palabra, ha trascendido más allá de Iberia.

(*) 'Cintilações' está coordinada por Oliveira Mateus y Maria José Cabrita, y se publica en Fafe bajo el sello de Editora Labirinto, dirigida por João Artur Pinto.

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