Recordarán que entre las poltronas exigidas por Ciudadanos para entregar al PP la presidencia de la Junta de Castilla y León figuraban, además de las alcaldías de Burgos y Palencia, las presidencias de las Diputaciones de Burgos y Segovia. Lo de las alcaldías ya hemos visto que solo se ha podido perpetrar a medias a causa de la negativa de Vox a asumir el papel de "pagafantas" en la capital burgalesa. Y lo de las presidencias de Diputación ha acabado diluyéndose como un azucarillo en agua hirviendo.
Llamaba la atención que el acuerdo de los 100 puntos firmado la pasada semana entre Alfonso Fernández Mañueco y Francisco Igea no mencionara para nada esa descabellada pretensión de que Ciudadanos, con una exigua representación en ambas corporaciones provinciales, se alzara con la presidencia de la mismas. Y ayer supimos que eso no ocurrirá en Burgos y presumiblemente tampoco en Segovia.
Ambos partidos presentaron ayer el pacto alcanzado sobre la Diputación burgalesa, mediante el cual será reelegido el actual presidente, César Rico, quien gobernará durante un tercer mandato, confirmando de paso el papel mojado en que ha quedado aquel veto inicial de Ciudadanos a la reelección de los alcaldes y presidentes de Diputación que ya hubieran cumplido ocho años en el cargo. (De hecho, ya se incumplió al ser reelegida la alcaldesa de Aranda de Duero).
El presunto aspirante naranja a presidir la Diputación burgalesa, Lorenzo Rodríguez, ha rehusado esa opción consciente de que, con solo tres diputados de 25, no era de sentido común asumir dicha responsabilidad (justo lo contrario que ha hecho su compañero de partido Mario Simón, el alcalde de Palencia, aupado a la poltrona previa extensión del pacto a Vox, con su firma incluida).
Rodríguez, alcalde de Castrillo Mota de Judíos y diputado provincial durante la pasada legislatura, sabe el terreno que pisa. Aunque, eso sí, se ha agenciado la vicepresidencia primera de la Diputación y las presidencias de las comisión de Planes Provinciales y de la Junta de Compras, cargos con los que tampoco va mal servido.
Paralelamente, Ciudadanos, que sigue volcado sin remisión hacia el PP, utilizó ayer el voto de su único diputado provincial por Soria para desbancar al hasta ahora presidente de la Diputación, el socialista Luis Rey, cuyo grupo estaba a falta de un solo escaño de la mayoría absoluta. Dicho diputado, Saturnino de Gregorio, sumó su voto al del PP y a los de la Plataforma del Pueblo Soriano (PPSO) para formar un gobierno tripartito que presidirá el popular Benito Serrano, alcalde de Gomayo.
Ni que decir tiene que De Gregorio no se queda de vacío y, pese a constituir un "grupo unipersonal", asume la vicepresidencia primera de la corporación, lo que constituye un capítulo más de la peculiar "regeneración democrática" impulsada por Ciudadanos, el partido que defendía la supresión de las Diputaciones por considerarlas un nido de caciquismo y enchufismo político.
No sé sabe de quien sería la luminosa idea de exigir presidencias de Diputación, pero la genialidad ha devenido en un nuevo "gatillazo" naranja a sumar al de la alcaldía de Burgos. ¿Cuál será el siguiente?
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