En una tarde triunfal de ley por el juego noble de los novillos bien presentados de Ignacio López Chaves y de los novilleros Antonio Grande y Manuel Diosleguarde, mencionar muy positivamente la figura del Sobresaliente
Una novillada para el recuerdo, la de ayer domingo en Ledesma. Pero doctores tiene la Iglesia para contarla, que yo ya soy viejo cura provinciano de cansinas y resabiadas homilías. Pero me gustan los detalles, por si no se han dado cuenta, digo?momentos de la lidia (o no) que suelen pasar inadvertidos para el llamado respetable.
La constante y excelente actuación de Domingo Siro 'Mingo', siempre atento a cualquier circunstancia de la lidia, fácil banderillero y lidiador poderoso y exacto, oportuno en los quites a las salidas de los pares de banderillas (normalmente apurados por perseguidos por el toro) de sus compañeros. Y cuando le tocó lidiar, un curioso detalle cuya lectura creo que solo entendemos quienes estamos cansados de ver toros y toros durante muchos años: estaba dando breve capa a un novillo para ajustarlo en la recta del compañero que entraba con los palos. El toro estaba ligeramente oblicuo, Mingo, sin dar un lance, sencillamente se cruzó entre uno y otro y con su cuerpo el toro movió la testa y se enderezó.
Pero quiero ser breve y en una tarde triunfal de ley por el juego noble de los novillos bien presentados de Ignacio López Chaves y de los novilleros Antonio Grande y Manuel Diosleguarde, mencionar muy positivamente la figura del Sobresaliente. El de ayer, sabrán perdonarme, no sé cómo se llama, pero el joven aguantó con estoicidad y siempre bien colocado, las casi tres horas de festejo. Cumplimentando a la perfección el ingrato papelón del Sobresaliente (que normalmente se visten para no estrenarse, así es la nula generosidad de los compañeros titulares).
Ayer Diosleguarde cedió escasos minutos al Sobresaliente y éste dibujó dos delantales con el brazo alto y un remate de deliciosa textura y templanza; una torerísima suavidad que a mí ya no se me olvida. Andando saludó con despaciosidad al iniciar su paseo final de la plaza.
Pues eso, que el anónimo Sobresaliente, nos cautivó por unos instantes a unos pocos. Asunto éste que, seguro, seguro, nadie contará.