Los Trescientos

Cuando se habla de los trescientos como dice el título se habla sobre todo de los Trescientos espartanos de Leónidas en las Termópilas, aquel enésimo intento de invadir las tierras occidentales que siempre tuvieron los pobladores del Asia más cercana; después vendrían otros hasta casi hoy. Allí, cuentan las historias y narra Tucídides, trescientos hoplitas espartanos, con la ayuda de otros quinientos soldados mercenarios, resistieron durante tres días el ataque del ejército persa que les superaba seiscientas veces en número. Eso fue hace dos mil quinientos años.

Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, recuerdo lo de los trescientos porque ese es el número de los artículos que he publicado hasta hoy, a uno cada sábado, en SalamancartvALDÍA. Es una cifra alta y redonda. Y cada viernes vengo luchando como un veterano hoplita con la página en blanco en busca de ochocientas palabras. Y así trescientas pacíficas y pequeñas batallas

Sin especial pretensión ni objetivos especialmente calculados, he venido presentando mis reflexiones sobre casi todo lo que pasa y existe alrededor, desde Dios a Odiseo, desde la mina de Retortillo a las Primeras Comuniones, pasando por la paz, las veletas o el príncipe don Juan, por las procesiones y los abusos de la pederastia sin olvidar a los emigrantes, a los pobres y a los políticos. Siempre con suficientes datos para poder escribir sobre ello, pienso yo, con cierto rigor y con la claridad sincera que cada tema requiere a mi entender. Y aunque los temas son absolutamente variados, sin embargo creo que se nota en todos cierta intención coincidente, se hable de lo que se hable. Es un pequeño y casi escondido servicio ciudadano y cristiano que intento prestar a la sociedad en la que vivo y a la Iglesia a la que debo mucho y quizás devuelvo poco.

Espero haber ayudado a algunos a pensar y repensar, a repasar hechos y realidades, a descubrir riquezas y deudas, a agradecer dones y bienes de todo tipo, a crecer en alguna fidelidad social o cristiana. Y espero no haber animado a nadie a la ira o al abandono, ni a la crispación ni a la indiferencia, sino más bien a la honestidad de cada día, a la admiración de cada semana y al trabajo de cada mes. Espero que mi pequeño trabajo haya sido fructuoso; sí ya sé, pero el adjetivo encaja perfectamente con lo que quiero decir. Está justificado.

Pero a mi humilde entender lo más interesante de este ejercicio de trescientos pasos ha sido mi oportunidad semanal, que aunque parezca larga es una cadencia muy corta, de observar y mirar para poder ver y desde ahí pensar; la necesidad obliga y a veces, al ser repetida, hasta crea el órgano. Y eso gano, cosa que en estos tiempos no es poca ganancia. A la vez con esa mirada semanal se desarrolla el espíritu crítico en su mejor sentido, es decir la costumbre de intentar ver más hondo y más allá para ver causas y razones; así se crea y se perfecciona la capacidad de juicio y de tasación a cualquier nivel. Aunque todo esto sea, como efectivamente lo es, en medidas pequeñas y en dosis muy modestas, no deja de ser un privilegio semana a semana. Y pienso seguir aprovechándolo?

El autor se siente agradecido a todos los posibles lectores, a los que de vez en cuando mandan, a su vez, el agradecimiento o la observación pertinente y de modo especial a los que luego lo reenvían a sus contactos con lo que se convierten para mí en preciosos colaboradores. Y por supuesto agradezco al equipo de gestión de SalamancartvALDÍA la oportunidad de un espacio para escribir con absoluta y total libertad; esto vale hoy más que su peso en oro y así lo valoro y lo agradezco; de paso le deseo a todo el equipo buen trabajo, buen resultado empresarial y, especialmente, buena salud.

Y a cada lector le deseo que esta pequeña colaboración a la dieta semanal de pensamiento le sea de buen provecho.

Gracias a todos y un abrazo.

P.D. Y por varias razones no puedo menos de recordar que hoy es la fiesta cristiana del Corpus Christi y eso para nosotros es cosa seria, porque es memoria viva del Señor, porque es comunión y fraternidad, porque es fuente y raíz de compromiso con los más heridos de la vida, porque es misión encomendada y siempre pendiente? y por más razones todas bien sabidas pero quizás vividas a medias. De hecho es, como decimos, el Día de Caridad y el lema de la Procesión lo dice todo: Los pobres, custodia de Cristo. Ahí es nada? Y que cada uno se apunte a lo que el corazón le diga.