Sábado, 27 de abril de 2024
Volver Salamanca RTV al Día
El infectado callo del señor Voto
X

El infectado callo del señor Voto

Actualizado 18/05/2019
Tomás González Blázquez

El infectado callo del señor Voto | Imagen 1

-Ahora es un problema de opciones, ¿me entiende? Hay partidos para todos y usted debe votar la opción que más le convenza. Nosotros, por ejemplo. Nosotros aspiramos a redimir al proletariado, al campesino. Mis amigos son los candidatos de una opción, la opción del pueblo, la opción de los pobres, así de fácil.

El señor Cayo le observaba con concentrada atención, como si asistiera a un espectáculo, con una chispita de perplejidad en la mirada. Dijo tímidamente:

-Pero yo no soy pobre.

(Fragmento. El disputado voto del señor Cayo. Miguel Delibes, 1978)

"Hemos venido a redimir al redentor", concluía con acierto el candidato de la novela de Delibes. Aquel señor Cayo sabía de la vida, de la suya, mucho más que aquellos que llegaban a cambiársela seguramente a peor. No era estrictamente un conservador, sino esencialmente un sabio, aunque a menudo ambas circunstancias coincidan y así también, y sobre todo, progresa la humanidad.

El señor Cayo llevaría varios lustros enterrado en uno de estos cementerios tan llenos de la España vacía, o vaciada, o puesta de moda de un tiempo cercano a esta parte pese a que lo de la despoblación, o el vaciamiento, viene de antiguo. Ya el bueno de Cayo la padecía, sin que el sufrimiento doblegase a su sentido común, hace cuarenta años.

El pueblo vacío de Cayo, y unos cuantos cientos más esparcidos por veintitantas provincias españolas, abren debates de éstos que se organizan entre los aspirantes a gobernar León y Castilla y otras regiones, pero la dureza de la piel de estas tierras, lo superpoblado de sus cementerios, son ya un inmenso callo. Un callo más que infectado, que supura hastío y huele a incredulidad. La barrera existe, y es amplia, entre los lejanos gestores de la cosa pública y los gestionados (de aquella manera)/representados (de aquella otra)/olvidados/utilizados. No todo está perdido, claro, surgen proyectos para la esperanza en algunos pueblos, personas que se resisten a rendirse, pero los intereses de partido o el desconocimiento de la realidad rural, que no se aprende en laboratorios capitalinos, lastran decisivamente.

Coincide que al señor Voto, que no es tan sabio ni tan resistente ni tan insondable como el señor Cayo, también han querido esta vez reducirlo a moneda de cambio. Elecciones generales el 28 de abril para escoger senadores (sospecho que Iceta olvidó presentarse) y diputados, que ya elegirán presidente del gobierno más adelante, cuando cuadre. Elecciones europeas el 26 de mayo, cuando toca, que esa fecha no la ponemos nosotros. Y elecciones autonómicas y municipales también el 26 de mayo, salvo excepciones de las que tanto gustamos en este reino. Cinco urnas en menos de cinco semanas y todo por decidir después, a la vista del escrutinio de las cinco y, no sería extraño, haciendo intervenir a alguna que otra urna limitada a militantes de partidos. Cuando el "pactismo" posterior cobra tanta fuerza se resiente el gran pacto democrático, el que hace que pese el señor Voto, emitido por el votante raso, sin carné de partido, sin ambición de poder, sin obsesión por un escaño o por un bastón de alcalde. Cuando se reparten las cartas una vez que el votante ha abandonado el juego, se pervierten las reglas. Cuando en un mes agitado se consulta todo, sin otorgar al fundamento de cada urna su tiempo y su espacio, se cubre el expediente pero no se hacen las cosas bien. Y el callo seguirá infectado.

Que yo tampoco soy pobre. Ni tonto. Pero al pobre señor Voto le toman por pobre y por tonto. Con Cayo no se atrevieron. Lástima que a él le cubra el olvido, como una lápida en un rincón perdido de una España que fue. Voto, convencido de que es mejor así, sigue entrando en la urna: aunque sea blanco, aunque sea nulo, aunque sea sin entusiasmo? que ya algún año, o algún siglo, su callo se ha de curar. Votemos pues.

La imagen corresponde a la versión cinematográfica de la novela (Antonio Giménez-Rico, 1986); Paco Rabal en el papel de señor Cayo.

La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.

Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.

La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.

En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.

Comentarios...