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Las gárgolas de Notre Dame
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Las gárgolas de Notre Dame

Actualizado 02/05/2019
Manuel Rodríguez Fraile

Las gárgolas de Notre Dame | Imagen 1En marzo de 1314, Jaques de Molay, último Gran Maestre de la Orden del Temple, murió quemado en la hoguera por orden del rey Felipe IV y con la autorización del Papa Clemente V. Fue acusado y condenado a la hoguera por comportamiento poco cristianos, aunque la historia demostró que los motivos eran su atrevimiento a desenmascarar la corrupción de la realeza y el papado. El último deseo de Gran Maestre fue morir mirando la Catedral de Notre Dame y, mientras las llamas devoraban su cuerpo, profirió una maldición contra los que habían conspirado contra él: Frente a esta Catedral, protectora de la cristiandad, os aseguro que antes de que termine el año veré a los responsables de mi muerte ante el Tribunal de Dios. El Papa murió apenas un mes después, el 20 de abril, y Felipe IV el 29 de noviembre.

Cien años después, cuentan también las leyendas, la noche del 30 de mayo de 1431, la joven de 19 años Juana de Arco fue quemada en la plaza del mercado de Ruán, traicionada por Carlos VII, el rey frances por el que lucho, y el Duque de Borgoña que la entregó a los ingles para que fuera procesada por brujería. Esa noche las gárgolas de Notre Dame despertaron de su pétreo sueño indignadas por la muerte de una persona inocente y destrozaron la ciudad dando muerte a miles de franceses como castigo por su maldad. En 1909 la joven Juana fue beatificada en la propia Notre Dame.

Unos días antes del fatídico 15 de abril de 2019 las imágenes de santos y gárgolas situadas en los aleros de los tejados de la Catedral habían sido retiradas para proceder a realizar obras de restauración y Notre Dame ardió. Las imágenes forman parte de la arquitectura de muchas iglesias góticas ya que son consideradas elementos que, durante las noches, alejan a demonios y pecadores para proteger del mal a los creyentes ¿casualidad? Puede ser.

Desde la finalización de la Catedral de Notre Dame en el siglo XIV, incluso antes, ya cierculaban muchas las leyendas sobre ella, como sucede con otras muchas construcciones religiosas y paganas, leyendas que forman parte de la cultura popular.

En estos tiempos en que la ciencia y la razón parecen poder dar respuesta a todas nuestras preguntas, tendemos a menospreciar este tipo de creencia afirmando que son fruto de la ignorancia ¿por qué? Los mitos y las leyendas están ancladas en lo real pero al tiempo traspasan las barreras del tiempo y el espacio y nos introducen en mundos extraordinarios, fantásticos y maravillosos donde todo es posible, su finalidad suele ser siempre dar explicación a algo o aportar alguna enseñanza.

Las leyendas y los mitos, también los cuentos populares, son fruto de la humana necesidad que sentimos de comprender y aprender. Prestar atención a las leyendas es una forma de mantener viva la tradición, la memoria colectiva, sobre todo en aquellas culturas cuyo principal elemento de trasmisión es la narración oral.

Su vocabulario, siempre simbólico, está adaptado al entorno cultural en el que nacen y se continúan creando y narrando hoy en diferentes formatos, desde los universos de Marvel a los ídolos del rock and roll y los múltiples cuentos que leemos a nuestros hijos o nietos. Lo hacemos por su mágica y tambien por sus contenidos pedagógicos. Pinocho, el patito feo, el pastor mentiroso o el gato con botas, son buenos ejemplos. Otras leyendas se cantan o se representan porque forman parte del folclore de muchas regiones.

¿No resulta mucho más bella la explicación que sobre la creación del mundo y los planetas nos da la mitología griega o azteca, plagada de encanto, de sugerentes imágenes y cercanas figuras, que la que nos puede ofrecer un astrofísicos llena de tecnicismos y complicados conceptos?

George Steiner, parisino de nacimiento, profesor y crítico literario afirmaba que: En este momento del siglo, tenemos hambre de mitos, de explicaciones totales, anhelamos profundamente una profecía con garantías. Por supuesto, la retirada de las gárgolas de la Catedral de Notre Dame días antes del incendio no es una profecía con garantías, pero ¿no sería fantástico que lo fuera para dar a luz una nueva leyenda?

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