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Equipaje 
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Equipaje 

Actualizado 26/04/2019
Redacción

Su voz me huele a rosquillas fritas. A deberes de colegio. A página de multiplicaciones de cuaderno de Rubio (y me llevo dos). A otras voces tarareando. A tarde de música en la radio, cuando lo que se oía era variado; también, a veces, en francés o en portugués. A domingos enormes, de tan larga duración como los LP de vinilo.

Nació en 1940, en Rancul, La Pampa, Argentina, un 11 de Marzo. A los seis años realizó uno de los aprendizajes que más se usan a lo largo de la vida: leer y escribir, y su madre le apuntó a clases para aprender otro lenguaje: el musical. Así, a los doce años, comenzó a componer canciones. Pronto perteneció a un grupo de folk, pero por poco tiempo. Su padre no estaba de acuerdo con los resultados académicos de su hijo, José Alberto García Gallo.

En 1958 entró en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires. Obtenía ingresos cantando en salas de fiesta. Tuvo una propuesta de un grupo de Jazz para actuar por todo el país, y apostó por ello, dejando los estudios. Se bautizó artísticamente como Alberto Cortez.

Viajó a Europa (1960) con un contrato temporal y conoció a su gran amor, Renée Govaerts. Se metió en el bolsillo al público belga con el tema "Sucu-Sucu". De allí, a Canadá y EEUU; después, a Francia.

En 1964 se casó con Renata, como siempre la llamaría, residiendo desde entonces en España. Su corazón estaba "empezando a padecer", y triunfó en nuestro país con "Las Palmeras", que acercaban una voz inconfundible, unos instrumentos que apenas se oyen ya, contando aquellas historias, en blanco y negro, de un amor entregado, pasional, romántico, perdurable.

Llegar a conquistar el mundo de la música a edad tan temprana no es fácil. En 1967 dio en Madrid sus primeros conciertos en solitario, cantando poemas de Atahualpa Yupanqui, Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Machado o Neruda. Llegaron los discos, creo que son más de 40, las giras, las actuaciones televisivas? Cuatro Discos de Oro, cuatro Heraldos de Oro, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Grammy a la excelencia musical, y un largo etcétera.

Nos entregó muchos temas de gran belleza: En un rincón del alma, Como el primer día, A partir de mañana, El abuelo, No soy de aquí ni soy de allá, Callejero, Mi árbol y yo, Cuando un amigo se va, Castillos en el aire, Qué suerte he tenido de nacer, Camina siempre adelante, Distancia? La lista es interminable. En algún lugar he leído que era autor de más de medio millar de composiciones.

Los libros, a veces, nos salen a buscar a la calle. Una Feria del Libro me regaló su "Equipaje". Un volumen que publicó la editorial Pomaire en el 81 y que forma parte, como un sólido sillar, de mis librerías, a las que a veces escalo y quito esa primera pared para buscar esa segunda fila, a veces transversal sobre pilares verticales, esos muros que sustentan mi mente, que forman el andamio sobre el que las personas nos vamos construyendo. En este Equipaje guarda sus muchos bártulos. El maletín de cosas sueltas y primeras, y sus maletas de canciones: la de las cosas entrañables, la de las pequeñas rebeldías, la de los amigos, la de las cosas del corazón, la de las cosas de mi pueblo (incluyendo la nostalgia, dice), el baúl del charlatán, la de buscar el equilibrio de las cosas, y el maletín de mano. Así estructura él este bagaje, que puede, muy bien, ser el que nos moldea a todos a lo largo de la vida.

La bellísima canción Te llegará una rosa cada día está dedicada a Renée. Una rosa "que medie entre los dos una distancia y será tu silente compañía cuando a solas, te duela la nostalgia". Una hermosa composición que promete ese amor diario y constante. Se dice que eso fue así, y que durante una larga gira hizo llegar cada día esa flor a su amada.

Y por si fuera poco disfrutar de este libro tan lleno de poesía cuyas páginas van amarilleando conmigo, (tiene varios publicados) encuentro no hace mucho un lugar virtual, que lleva su nombre, con sus poemas y relatos. Allí descubro una parte que no conocía y que quiero compartir.

En una larga gira que realizó por Chiapas, en la peor época posible, él llevaba un ordenador, que conectaba en los hoteles según iba haciendo su camino, para hacer llegar a Renée por fax un soneto a diario, en el que expresaba su amor por ella y cuánto la echaba de menos (me pregunto si esta era la rosa que le enviaba cada día). Cuenta también que al cumplir su actuación número cien, que era en México, él encontró en el escenario un gigantesco ramo de flores de Renata que le dejó tan emocionado que tuvo que sobreponerse para poder cantar.

Renée, con quien llegó a celebrar más que las bodas de oro, ilustra con dibujos tan simples como bellos este libro que, desde hace años, tengo en mis manos, el de una vida dedicada a la música que ha llenado muchas horas de poesía en la vida de los miembros de mi familia.

La voz, infatigable, de Alberto Cortez, se ha ido con la lluvia de este Abril. Nos deja todo su fecundo Equipaje, tanto en música como en papel. Si le escuchamos, si le leemos, podremos conseguir la magia de que nos llegue una rosa cada día.

mioficioescribir.blogspot.com

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