Como manda la tradición, desde hace 70 años, el Centro Social acogía este Viernes Santo el clásico juego de las Mecas, iniciativa única que se remonta a 1949 y que es una simpática forma de pasar un rato divertido entre amigos y disfrutar de la también clásica limonada. En esta ocasión, se dieron cita en torno a una veintena de participantes, que tiraron los dados, cantaron, burlaron a los perdedores y mantuvieron viva una costumbre única de Peñaranda.
Este curioso juego tiene solo una sesión anual que se desarrolla durante la tarde del Viernes Santo, a las cinco en punto de la tarde, un horario y un pasatiempo que tiene su origen en el "bar Autocar", establecimiento en el que se celebró durante una larga temporada. Tras cerrar, 'Las Mecas' se trasladaban a "La Flor del vino", y tras la jubilación de sus dueños, ha fijado su sede hasta nuestros días en el salón interior del Centro Social.
Las reglas de este pasatiempo son sencillas: la suma de puntuaciones a través de los dados tirada tras tirada. Cada jugador lanzara los dados, tantas
veces como sea necesario para sumar entre 24 y 31 puntos. Llegada a esta cantidad el lanzador se planta. Pero si se pasa de puntuación, ha perdido la ronda y la jarra de limonada, que recibe el nombre de lamentación. El participante que supere los 31, o que se plante en 24 o más, pero el resto de jugadores le superen, pierde la lamentación y recibe las burlas de los demás lo que provocara que durante la jugada siguiente, tenga delante de él, sobre la mesa, un cirio alumbrando, mostrando que ha perdido la ronda.
Una vez acabada la sesión, se redacta el acta correspondiente, reflejando las alusiones principales y se firma con originales mensajes. Es la denominada hora de las lamentaciones. Aún se conservan de su origen algunos detalles tales como un grueso lapicero Purgante Besoy con el que se anotan, año tras año, las partidas perdidas por cada jugador.
Una curiosa tradición que año tras año coge más fuerza y renueva jugadores, que además cuenta con un gran cariño entre numerosos jóvenes peñarandinos, que ya no dudan en marcar en su agenda esta cita como imprescindible en la Semana Santa.