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Andrés Alén, la sola materia
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ENTREVISTA

Andrés Alén, la sola materia

Actualizado 13/04/2019
Charo Alonso

El artista salmantino estrena exposición en el Casino

Nadie como Andrés Alén entiende este collage de luces y sombras que es Salamanca. La Salamanca de cofradía, de Monte de los Olivos, de Arapiles rezumando sangre, de cielos estrellados, de jirones de color dorado, de tejados amontonados, de estrellas pintadas. Ciudad privilegiada con vocación humanística a la que retrata el pintor en las teselas del mosaico de su amor por ella. De una mirada y cultura infinitas, Andrés Alén estrena exposición en El Casino de Salamanca, y lo hace como sabe, con collages de color, puzzle de formas que une en un ejercicio artístico bien sabido por esta ciudad a la que estudia con la misma devoción con la que busca lo transcendente. Quienes conocen la obra artística de Alén saben bien que es oración activa, meditación de color, de forma y de matemática que engarza los fragmentos que componen al hombre para devolvernos a la Unidad perfecta con un Creador inasible. Andrés Alén: Tiene parte esta exposición de obra inédita y se titula 'De todo lo visible y lo invisible'. Se refiere al Credo, claro está, pero también es un homenaje al recordado Luis Santos Gutiérrez que escribió dos libros: De todo lo invisible y lo visible, y De todo lo habido y por haber. Aún recuerdo su esqueleto con zapatos?

Charo Alonso: ¿Un esqueleto con zapatos?

A.A.: En su libro de anatomía humana estaba ese dibujo. Este es el tema del arte, lo invisible y lo visible, porque la creación es otra cosa, el arte interpreta lo creado. El arte no crea, recrea lo creado.

Ch.A.: ¿Y cómo vives tú el arte ahora mismo?

A.A.: He nacido con eso, entiendo que hay una imposición en el arte y es el deseo de hacer, esta es mi vida y ya no lo cura la Seguridad Social, que no va a lograr a estas alturas que me vaya a ver obras y a dar de comer a los patos. Y en cuanto al arte ahora mismo, hemos perdido los conceptos que lo guiaban. Por ejemplo, la postverdad y las falsas noticias han existido siempre, ahora lo que pasa es que es continuo con las redes sociales y llega un momento en el que no podemos distinguir lo virtual de lo real. Hemos creado un mundo virtual, y ya sabemos que si repetimos una mentira varias veces se convierte en una verdad, y eso pasa en todo, también en el arte.

Ch.A.: ¿Y cuáles son esas mentiras?

A.A.: Lo que es bueno, lo que es malo, lo que sirve. Las catalogaciones. Yo soy abstracto, a los abstractos nos han catalogado siempre de decorativos? Mirad, hay dos formas de expresar el arte: una es como un narrador que narra el mundo y otra es la de un poeta que se mete dentro de su mundo para explicarse a sí mismo. La abstracción tiene ritmo, es como la música, juega con las texturas, pero no es una descripción de nada, aunque puede llegar al sentimiento y a mí me parece que el arte llega por el sentimiento.

Ch.A.: Yo no soporto que un artista se llame a sí mismo creador. Nadie crea de la nada, y ahora todo el mundo se cree muy importante.

A.A.: Es el ombliguismo, a esos yo les digo ¿por qué no vais al Prado? Ver la gran pintura supone una cura de humildad. Hay gente con autoestima muy alta que en mis tiempos llamaríamos engreimiento. Gente que dice que no se arrepiente de nada? pues si no te arrepientes de nada, métete en la política.

Ch.A.: Tienes una trayectoria tardía pero fecunda y reconocida.

A.A.: No soy un señor que se pare a contemplar su obra, sé muy bien lo que falta. Cuando uno decide ser autodidacta es consciente de lo que le falta. La verdad es que el arte me ha seguido, no pensé que me dedicaría a él aunque siempre ha estado ahí. Es como si me dijera "tengo que hacer una cosa que tengo que hacer", y esa cosa es más visible que invisible.

Ch.A.: Los montajes de tus obras son espectaculares, esas series de cuadros pequeños que conforman un todo, las series que practican una técnica concreta, un tema?

A.A.: La serie me da la posibilidad de pasar de una cosa a otra, de insistir, de contradecirme. Y cuando sé hacerlo, paso de una cosa a otra o me contradigo, el gusto me va salvando en todos estos intentos. Y me gusta la homografía, el políptico, porque tiene dos visiones y te da diferentes perspectivas: las obras juntas te dan un tono y al acercarte a cada pieza, te da otro. Hay gente que dice que mostrarlas así es desvalorizar cada obra. Me gustan las obras acabadas, pero yo le doy una cierta entrada al azar.

Ch.A.: Obligas a trabajar al espectador?

A.A.: Hay una cosa fundamental en el arte: lo que aporta quien lo ve, el espectador tiene que aportar su significado.

Ch.A.: ¿Y el crítico qué aporta?

A.A.: Hay críticos tan crípticos? Te hacen introducciones tan herméticas para demostrar lo que saben que te detienen? El crítico también predispone a ver la obra de una o de otra manera. La obra tiene que estar abierta, a mí, ver "Las Meninas" nunca se me va a acabar, siempre me está diciendo algo, no es como la obra de los pintores flamencos, con tantos detalles, tan acabadas?

Ch.A.: Siempre pregunto a los artistas cómo ven el arte en Salamanca ¿Cómo lo ves tú?

A.A.: Salamanca tiene un problema que se va solucionando gracias a los francotiradores. Aquí ha habido cosas muy disgregadas, los pintores con los pintores, los poetas, los narradores? no se aglutina todo?

Ch.A.: Sin embargo tú colaboras siempre con los autores, le has hecho las portadas a libros de poetas amigas mías, eres muy generoso con tu obra?

A.A.: Colaboro con quienes me llaman sí, hay que prestarse a las cosas, somos animales sociales, el individuo no puede estar solo, las cosas las hacen funcionar los demás. Charo, en Salamanca hacen falta espacios, hay espacios como el DA2 que son para lo universal, para aquellos que tienen todas las asignaturas aprobadas, pero hacen falta espacios muy dignos para todo tipo de gente. Echo de menos más salas donde todos quepamos, y sobre todo, echo de menos el recuerdo de los grandes pintores. Tenemos que ver a los grandes pintores de Salamanca? ¿Dónde puedo ver las obras de De Nó, de Secall, de Zacarías, de Marcos? Tantos pintores, tantos.

Ch.A.: Es verdad que deberíamos recuperar esas obras, y volver a hablar de todos los artistas que vamos olvidando, Andrés, yo tengo particular empeño en Genaro De Nó.

A.A.: No recuerdo una persona mejor que Genaro, has elegido bien. Salamanca tiene que cuidar a sus artistas, mostrar sus obras. Ha habido y hay buenísimos pintores en Salamanca, no puedo citarlos a todos pero te recuerdo a Fernando Segovia, a Paloma Pájaro, a Martín Bolonio que expuso en el Reina Sofía. Eso sí somos un poco provincianos, expones aquí y te crees que ya has conquistado el mundo y no te conocen más allá de Zamora?

Ch.A.: Pero me has hablado antes de lo virtual y de la postverdad ¿Quién decide lo que vale o cuál es su precio?

A.A.: No sé, el mundo del arte son unos cuantos y ellos deciden qué es lo bueno y qué es lo malo y lo que cuesta. Yo busco la intensidad en el arte. Y hay que contar con el espectador, algunas veces hacemos obra abierta o cerrada y el espectador, el que lo ve, va cerrando o abriendo. Ya te lo he explicado. Ante una obra de arte hay que ir abierto, y tener cuidado con los críticos que predisponen para bien o critican para mal.

Ch.A.: Ante alguna de tus exposiciones hay que ir como se va a la iglesia, con reverencia? No sé si por el montaje o por el tema.

A.A.: Hay pocas exposiciones que tenga un solo tema, en ORA ACCIÓN recuperamos la transcendencia, creo que lo dices por ella. Todo el que se dedica al arte tiene un cierto sentido de la transcendencia, quiere buscar algo que está más allá. Esa exposición mía recordaba el lema ORA ET LABORA. Era una exposición que tenía un significado en esa dirección y que acababa en el cielo de Salamanca? Es como la llamarada de San Juan de la Cruz. A veces los caminos del arte son como los que describía el poeta de Fontiveros cuando decía: "Para ir a donde no se sabe, hay que ir por donde no se sabe", no puedes ir en el AVE o tomar un autobús haciendo arte.

Ch.A.: Lo que es cierto es que la gente ahora va deprisa?

A.A.: Va todo tan deprisa que se exige inventarte algo rápido. El arte necesita periodos de reflexión, de duda, de inacción, periodos que te van a aportar luego el conocimiento de la verdad. Buscar, equivocarse? la duda es para aprender. Cuando veo a los que están crecidos, creídos de lo suyo me espanto. Más que un discurso, esa gente tiene un sermón.

Ch.A.: Tú experimentas con los materiales, con las texturas, las técnicas. Los collages son tu marca de la casa. A.A.: Hay cosas que las tienes muy asimiladas, las ensayas y no llegas a lo mismo. Busco el sentimiento a través de la abstracción, del color, de la forma. Los pintores que narran el mundo suelen ser ilustradores cuando narran el mundo imaginario, y realistas cuando narran el mundo real.

Ch.A.: Mi cuadro preferido de los tuyos es un paisaje, el paisaje de Los Arapiles.

A.A.: Lo viste en una exposición en la iglesia de Calvarrasa de Arriba. Mira, en esto hay que aprender, no es como en política, que tienes todo el discurso hecho. Sabes de lo tuyo y no aceptas nada más, esos son los ortodoxos y a mí me gustan más los heterodoxos, los que están a punto de ser herejes?. Aunque a veces eso de ser herejes o santos es una cuestión de propaganda.

Ch.A.: Entonces eres un heterodoxo que sabe hacer las cosas pero que aprende otras. Montse ha viajado, conoce, sabe, tiene sensibilidad. Ha escrito un excelente texto y ha cuidado la exposición.

A.A.: Tienes facilidad y sabes hacer las cosas. Hay gente que sabe hacer las cosas y las hace, otros no. Yo ahora estoy en la época de Cristo por la Cuaresma y si me pongo a garabatear me va a salir un Cristo. Una vez le dije a un cura que no tenía tiempo para nada porque estaba pintando Cristos y me dijo "Qué mejor oración". Yo me pongo a hacer cosas y del garabato salen cosas, me gusta esperar a que salgan. En una ocasión hice 400 caras, a mí lo que me gusta es manchar y manchar hasta que sale algo que te mira.

Ch.A.: Este Cristo que estás bocetando me lo voy a llevar?

A.A.: Hay gente que lo hace todo bien pero le falta el genio, hay cosas muy bien hechas a las que le falta el alma. Ningún plano va a estar mejor dibujado que el de un arquitecto, pero ¿tiene alma? Por ejemplo, empiezas con trazos, empiezas como a firmar, te van saliendo dibujos, surge algo y me han aparecido unos soldaditos que van dispuestos a la batalla. Hice muchísimos, todos iguales y todos diferentes, desde lejos eran como firmas.

Ch.A.: Me llevo tu Cristo y tus soldaditos? Eres un hombre de cofradías y has pintado un retablo en la iglesia del Carmen.

A.A.: Fue un encargo, querían un fondo para dignificar sus imágenes. Imágenes que llegaron de la Veracruz cuando se cerró. Sabéis que se dice que cuando se muera la última monja de clausura, se acabará el mundo. La Veracruz era un sitio increíble, un lugar espiritual de otro tiempo. Entrabas allí y te transportabas.

Carmen Borrego: Ha sido una pérdida para todos. Andrés, ¿Cuál es tu trabajo en la Comisión de Patrimonio?

A.A.: En la Comisión de Patrimonio tengo una misión de asesor, se trata de relacionar la iglesia con el arte más moderno. El divorcio entre iglesia y arte contemporáneo ha durado ya un siglo, me gustaría ver una iglesia presidida por un Tàpies. ¿Qué hay más ascético y místico que un Tàpies?

Ch.A.: ¿Tú eres ascético o místico?

A.A.: Yo hago lo que puedo, con tanta abstracción me estoy haciendo invisible. Esta exposición de lo visible y lo invisible, que se hace en El Casino, que es un espacio ganado al arte y del que debemos felicitarnos, está dedicada a Luis y a Carmina, ellos están detrás de todo ello y creo que es un homenaje bien merecido.

Carmen Borrego: Siempre dices que trabajas cortando, pegando ¿No quieres probar técnicas digitales?

A.A.: Lo he intentado y se me enfría la obra, quiero ensuciar, quiero cortar, trabajar con el collage, con el vinilo. Entre esas formas de trabajar para mí existe la misma diferencia que hay entre la letra del ordenador y la caligrafía. Mi padre tenía una letra ininteligible pero preciosa, y viéndola siento la pulsión, la pluma de mi padre, la intensidad del plumín cargado de tinta. La fuerza. Eso busco en el trabajo.

Ch.A.: Te comisaria esta exposición en El Casino una historiadora del Arte con la que tengo el privilegio de trabajar, Montserrat González.

A.A.: Montse ha viajado, conoce, sabe, tiene sensibilidad. Ha escrito un excelente texto y ha cuidado la exposición. Es una persona que sabe mucho y sabe escuchar. Oye, Charo, no sé cómo vas a escribir esta entrevista. A mí me gusta contradecirme, y me gusta hablar de otros pintores? Mirad, ahora me voy a escuchar un concierto con Fernando Segovia? Anda que no ha paseado él por Salamanca con tu Genaro De Nó?

Sobre el mármol de la mesa, Andrés Alén ha pergeñado en unos trazos el rostro de un Cristo que nos recuerda su profunda religiosidad, su compromiso con la Pasión. Al otro lado del papel, lo que parece una firma rápida se vuelve un soldadito en posición de revista, otro, otro y parecen elevarse del papel y enfrentarse al ejército napoleónico por las rojas tierras de los paisajes de Andrés Alén. Geometría que se alza en forma de árboles y rocas, cruces y rostros sufrientes hacia ese cielo de Salamanca donde suena la música de las esferas. Carmen le retrata así, bajo su tríptico salmantino, universitario, que convierte en un círculo del cielo el salón de Plenos de Santa Marta de Tormes dedicado al Arte Contemporáneo. Milagro de institución volcada en el coleccionismo de lo nuestro. Sube al cielo como una oración el trabajo, paciente, callado, monástico, de Andrés Alén, artesano de su oficio, artista de su mano. Y el mundo, piezas dispersas, collage de lo visible, encuentra el acomodo de su plenitud, de su gracia y de todo lo creado.

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