Cerca de 400 valientes recorren la Ruta de Mieza para conocer el mayor bosque de almez de Europa

Una edición más Mieza no tenía fortuna con la climatología el día de su ruta senderista. Había que ser muy valiente para enfrentarse este primer domingo de abril a las predicciones de frío y lluvia en plenos arribes, en una ruta senderista exigente, quizá la de mayor dificultad de cuantas se organizan este año en la vertiente salmantina del Parque Natural Arribes del Duero, pero al final, como ha sucedido en más de una ocasión, las nubes respetaron el desarrollo de la marcha, al menos permitieron atravesar la zona más dura del recorrido. Eso sí, la lluvia caída la jornada anterior condicionó el diseño de la marcha, se acortó el recorrido y la comida se celebró en las escuelas en lugar de en el paraje de Balcoiso como estaba previsto.

La anécdota de la jornada sería la presencia de dos senderistas asiáticas, concretamente procedentes de China y Japón, y que si no fue por su procedencia, lo que sí llamó la atención del resto de los senderistas fue su equipo, abrigo de paño y zapatos de charol con plataforma para subir desde el almezal a orillas del Duero. Al final, cerca de 400 senderistas con un grupo procedente de Portugal que llenaba un autobús.

Pero es que, la vigésimo cuarta edición de la Ruta de Senderismo de Mieza, proponía este año una novedad importante como era adentrarse en el mayor bosque de almez de Europa occidental, un 'accidente' biológico resultado de esas características climatológicas y orográficas únicas que se dan en Las Arribes, unas 300 hectáreas de almez a orillas del Duero y que hasta habían permanecido como el tesoro oculto de los miezucos junto con su Virgen de la Code.

Al margen de esta singularidad, como anteriores ediciones la ruta de Mieza ofrecía un recorrido de gran riqueza paisajística por Las Arribes, pues no en vano los senderistas conocerían parajes como el Mirador del Teso de las Chinas, con una extraordinaria panorámica sobre el cauce del Duero, el Mirador de El Carvajal, La Era y el coqueto arroyo Ventevá del otro lado del Duero, así hasta concluir en las escuelas del pueblo, donde darían cuenta de una suculenta comida a base de asados de carne.

El recorrido estimado era de unos 9 kilómetros de dificultad media-alta, trazado que realizaron en unas cuatro horas, dándose la salida de la Plaza del pueblo cerca de las 11 de la mañana. La llegada de los senderistas al pueblo se daba sobre las dos y media de la tarde, donde les esperarían productos del cerdo asados a la brasa y queso de Las Arribes, aceitunas de Mieza, fruta y vino de Arribes, para rematar con café, aguardiente y dulces típicos.

Finalizada la comida, estaba prevista la actuación del grupo de folclore Santa María de Liminares de Lumbrales.