Supe su nombre, como muchas cosas ocurren, por casualidad. Bebiendo a sorbos uno de los cafés que he tomado en mi vida con alguien conocido (que han sido muchos menos de los que me gustaría). El caso es que entre el aroma del café, entre el sonido de la taza al reposar en el plato, y sin saber por qué (siempre hay un "por algo", aunque no lo sepamos en ese momento) comenté a mi amiga Yolanda algo que casi nadie sabía: que me gustaba escribir y que no encontraba tiempo para ello desde hacía tantos años que parecían siglos. Entonces su nombre apareció ante mí a través de su voz.
Me comentó que una persona que nunca se había dedicado a escribir estaba a unos meses de estrenar en televisión una versión de su novela, y que se encontraba escribiendo la siguiente. Aquello fue como un aguijón que se clava en ese lugar que siempre te ha llamado desde dentro, que siempre te ha dicho estoy aquí, en ese espacio grande que sabes que existe en ti desde que eras niña. Y nada más llegar a casa, en cuanto nos despedimos, busqué su nombre en internet.
La magia digital me la trajo delante, no sin gran sorpresa por mi parte. Porque su primer libro fue publicado en 2006, El gran arcano. El segundo, en 2009: La brisa de Oriente. El tercero, El alma de las piedras, vio la luz en 2010. Las tres heridas, en 2012. Y La sonata del silencio en 2014, que era el que se llevaría, en una serie, a la pequeña pantalla. Desde ese momento, para mí, que admiro tanto a quienes escriben, la autora ya tenía mucho ganado: ¡cinco libros publicados! Y así, Paloma Sánchez-Garnica me fue creciendo dentro en una etapa en la que yo estaba saturada de trabajo a todas horas y se prolongaba en el tiempo.
Pasaron apenas unos días y me llegó la noticia: había obtenido el Premio de Novela Fernando Lara. Me ilusionó tanto como si me lo hubieran dado a mí, y recuerdo hasta la ropa que ella llevaba al recogerlo, a través de las imágenes que salían en las noticias.
Una mañana que siempre tendré grabada, mi amiga apareció de improviso con una bolsa. No puedo describir la alegría que me produjo ver la portada de Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido. Y, en ese reflejo que todos tenemos de coger un libro y hojearlo, pude ver la dedicatoria de la autora, que aún me hizo emocionar mucho más. Parecía que ella conocía tanto de mí? Esa sexta publicación, ese día de Junio de 2016, al tocarla, tenía el pulso de la imprenta de la que acababa de salir; poseía también una impronta, ese mensaje de la autora que yo obedezco (y que queda para mí), y el latido de mi amiga, que estará siempre en este regalo que me hizo.
Por fin empecé a bucear entre esas casi quinientas páginas. Cuando lo hice, comencé a bautizarla la diosa. Después me empapé las novecientas páginas de La sonata del silencio.
Esta escritora vino a presentar su libro justo en una fecha imposible para mí, y desde donde estaba sentía a cada minuto no poder estar en directo. Tuve que esperar casi un año más para coincidir. Aún no me lo creo. Tampoco lo olvidaré. Un día de terrible calor, unas sandalias blancas me llevaron hasta ella. Pude tener enfrente a la diosa de la escritura.
Yo, que no soy de divos, estaba en el Olimpo cuando pude saludarla y conocerla, preguntarle algunas de las mil cuestiones que se me habían acumulado desde que oí su nombre entre el aroma de aquel café. Y vi que era de carne y hueso. Al rato me dijo (ella) de hacernos una foto, que conservo y miro a veces. Por algo que no sé, aquel día fue tan importante para mí. Fue un oasis entre todo lo que me rodeaba. Fue un mundo de nubes en un desierto. No sabría explicar.
Lo que más me gusta de su escritura es que da igual en qué época histórica se desarrolle la acción: te engancha en las primeras páginas, y aunque no tengas tiempo lo encuentras, y aunque el libro tenga novecientas páginas estás deseando llegar a la ochocientas pero luego te da pena acabar las otras cien, porque desarrolla una trama elaborada que no cesa de encadenarte con los avatares de la vida de los protagonistas, porque utiliza un vocabulario más que cuidado, porque refleja descripciones de detalles de las escenas que hacen meterte en el relato, porque define y da carácter a los personajes, porque, como ella dice, "cuando escribo yo tengo una idea, pero son los personajes los que me llevan".
La diosa de la escritura acaba de publicar un nuevo libro: La sospecha de Sofía, que se ha presentado esta misma semana. Se inicia con una carta que cambia unas vidas en los años 70, y cuya acción se desarrolla entre Madrid, París y Berlín. Habrá que parar el reloj para adentrarse en él.
Paloma Sánchez-Garnica nos observará desde la contraportada con su mirada profunda. Quizás algún día yo vuelva a calzar aquellas sandalias blancas que me llevaron hasta ella. Mientras tanto, sus libros están en mi librería como un fetiche, como un gran tesoro, envueltos en fundas que los protegen del polvo, de la luz, del paso del tiempo, para que nada borre ninguna de sus letras, ningún punto, ninguna coma, ninguna palabra de su trama (ni de su dedicatoria).
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