Los investigadores aseguran que la profesora murió de un golpe en la cabeza contra el suelo en casa del asesino
Desde el primer momento de la investigación Bernardo Montoya era «el sospechoso con mayúsculas» del asesinato de Laura Luelmo. Así lo ha confirmado este mediodía el coronel Ezequiel Ramos, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva y responsable de la investigación de la muerta de la profesora de Zamora en el municipio onubense de El Campillo.
Ha explicado que Montoya fue identificado por agentes del cuerpo el primer día de la investigación, el 14 de diciembre, dos días después de la desaparición de la joven de 26 años. Al comprobar sus antecedentes, con abundantes ingresos en prisión y una condena por asesinato, la Guardia Civil controló todos sus movimientos, ha señalado Ramos. Desde ese momento, no vuelve entrar en su casa y deambuló por Cortegana, un municipio cercano donde viven su padre y sus hermanas, y se desplazó hasta Huelva y Palos de la Frontera en su coche, un Alfa Romeo de color negro. Pero aunque no regresó a su domicilio, lo intentó. El mismo 14 de diciembre, por la noche, unos vecinos vieron a Montoya caminar por el campo, y luego por las calles «ocultándose». Comprobó que ante su vivienda había una patrulla de la Guardia Civil y se fue.
¿Por qué no se le detuvo entonces? El teniente coronel de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil Jesús García Fustel ha precisado que a pesar de sus antecedentes, su vecindad con la casa de la víctima, su actitud huidiza y sus desapariciones ocasionales no eran «suficiente carga probatoria» para ordenar la captura del principal sospechoso en ese mismo momento. Además, en los primeros días la hipótesis del accidente o de que estuviera escondida en algún lugar no se había descartado por completo.
El jueves, o quizá el viernes, según el coronel, fue a un centro de salud en Cortegana para ser atendido de un golpe en las costillas. «Pensamos que fue fruto de un forcejeo con Laura», ha explicado el mando de la Guardia Civil. Pero Montoya tenía un seguimiento permanente desde el mismo viernes en que fue identificado. Con el paso de las horas, los investigadores comprueban que no sale a la calle, y sospechan que está refugiado en casa de algún familiar en Cortegana. Además de la vigilancia permanente, tiene su teléfono intervenido. El lunes, 17 de diciembre, se va hasta Huelva en su coche, que también tiene instalada una baliza de seguimiento, y acude al hospital Juan Ramón Jiménez «para ir al servicio» al ver a una patrulla de la Policía Nacional, según confesaría después.
Regresa hacia El Campillo, pero se detiene en Valverde del Camino, «y se adentra en el campo». Los agentes del equipo de seguimiento detienen en ese momento a Montoya. Para entonces, la Guardia Civil ya ha encontrado el cuerpo sin vida de Laura Luelmo.
«Nos cuenta una película y se inventa muchas cosas», ha relatado el coronel Romero. Pero entre las falsedades hay alguna verdad. Como que había estado con la víctima, y que el 12 de diciembre le había preguntado dónde estaba el supermercado. Le indicó la ubicación y la esperó a la salida. Se ofreció a llevarla en su coche, Laura se niega y Montoya reconoce que la intenta introducir en el vehículo. En el forcejeo se golpea con la puerta en la frente. Al ver que se encuentra mal, la tira en el campo en el lugar donde cinco días después fue hallado el cuerpo.
Fue la primera versión que dio el asesino confeso, que negó que hubiera agresión sexual. Para explicar que el cuerpo estuviera desnudo de cintura para abajo, contó a los investigadores que «le quitó los pantalones y le hizo tocamientos», de acuerdo al relato del comandante en jefe de Huelva.
Pero un registro posterior de la casa de Montoya permite comprobar que hay sangre, aparecen los objetos que la joven compró en el supermercado(media docena de huevos y dos botellas de agua, falta una bolsa patatas porque «se las comió» el asesino) y el tique de compra.
La Guardia Civil cree que Laura murió la misma noche del día de su desaparición, el 12 de diciembre, y que la causa de la muerte fue «un fuerte golpe en la cabeza contra el suelo». «Laura estuvo en su casa (la de Montoya) poco tiempo», ha afirmado el coronel Romero, quien ha señalado que una vez asesinada, el homicida la metió en el maletero del coche y el cuerpo fue arrojado en el lugar donde se encontraría cinco días después el cuerpo.
El teniente coronel García Fustel ha apuntado, sin embargo, que, de acuerdo a los datos que tienen, están «seguros de que la noche del 12 al 13 de diciembre Laura no estuvo en la casa de Montoya». Entonces, ¿cuándo murió la joven profesora? «No tenemos una autopsia totalmente finalizada, los datos que existen son previos y, con lo que nosotros manejamos, puede que no se correspondan con la realidad», ha respondido el coronel Romero. Los informes preliminares de la autopsiasitúan la muerte entre dos y tres días después de su desaparición. La Guardia Civil, sin embargo, cree que se produjo el mismo día de su desaparición.