El Casino fue el marco perfecto para una presentación literaria con mucho de imagen, fotografía y reconocimiento
El Casino de Salamanca tiene ese encanto señorial y cercano, la mezcla perfecta de empaque y calidez que le convierte en un espacio cada vez más indispensable. Cuidadosamente preparado para cada acto, sus columnas y su cristalera, siempre me sorprenden así como la solemnidad que lleva consigo el Palacio de Figueroa, la misma que recibe, con un silencio callado y reverente, la entrada de los miembros de la mesa. Y todos dejamos de saludarnos y de aposentarnos ?yo le estaba diciendo al pintor Miguel Elías que extrañaba sus lienzos de bambú expuestos en esta misma sala- y no podemos por menos que sonreír, porque José Amador Martín, el nuestro, el de todos los días, el que pasea a horas intempestivas por la Salamanca madrugadora, tiene el aire y la solemnidad feliz y emocionada de los más importantes días.
Porque hoy es un día importante. Después de tantas colaboraciones, participaciones en volúmenes colectivos, recitales, encuentros? Amador publica sus poemas, una ocasión que, como recuerda Carlos de Tomás, editor de Amarante, no se repetía desde los años ochenta, cuando apareció un libro prologado por el que era su amigo, Aníbal Núñez. Ciudad interior resulta así un privilegio para los lectores del poeta, que tan bien conocen sus vídeos, sus fotografías, sus versos y sus artículos semanales en el periódico digital Salamanca al día y que ahora tienen en sus manos lo que parece una extensa antología.
"Ciudad interior ?reconoce el autor- resume toda la poesía que he hecho a lo largo de los años y tiene un subtítulo que es "Inventario de ti", refiriéndose al amor, a la ciudad, a las personas amadas, a Dios? Este libro intenta representar todo lo que soy como persona y como habitante de esta ciudad". Las palabras de José Amador Martín siempre tienen ese tono sosegado y emocionado. El de un enamorado de su trabajo que no puede por menos que mostrarnos sus imágenes y su poesía trenzadas, imbricadas en el vídeo cuya belleza nos emociona. "Fotografías a modo de poesías y poesías a modo de imágenes" como nos recuerda el poeta Vicente Rodríguez Manchado, amigo y conocedor de su obra como lo es el poeta y profesor Alfredo Pérez Alencart, quien ha prologado el libro y quien nos recuerda que este es un acto celebratorio, el de la recolección de los frutos de una larga siembra.
Amigo y cómplice del organizador de los Encuentros Iberoamericanos de Poetas, José Amador Martín siempre ha encontrado en el poeta peruano afincado en Salamanca el eco perfecto de su quehacer poético. Por eso la voz de Alencart es la más autorizada para recordarnos que, si el primer libro de Amador Salamanca ciudad interior, era un volumen de fotografías con esquirlas de poesía, Ciudad interior es un libro de poesía con esquirlas de fotografías. Un libro pleno de pasión por la poesía, por la ciudad, por el amor, por la vida; un libro fruto de una vida constante, que ha dado una poesía decantada, depurada y paradójicamente, razonada. La de un autor que, según Alencart, tiene además la virtud de la humildad y de la entrega a los demás en un mundo donde cada uno se mira a sí mismo. Buena prueba de ello es que José Amador Martín edita una revista digital Crear en Salamanca de amplia difusión y dedicada a difundir la obra de los artistas vinculados a la ciudad del poeta.
Y fruto de esa generosidad pródiga y legendaria es este acto. Un acto en el que José María Terrones lee los versos de Amador Martín y el doctor que mira sus ojos? los ojos inusitadamente claros del poeta, Manuel Marcos Robles hace un ejercicio de humanismo para elogiar a la poesía y desear, como Fray Luis de León, retirarse del mundanal ruido a través de los versos. Versos que para Amador han sido siempre música, de ahí que no pueda faltar y que se encarne en otro de sus amigos, porque nadie como él entiende la cultura salmantina en clave de amistad, conocimiento y reconocimiento del otro. El director de la Joven Orquesta de Salamanca, barítono reconocido e inmejorable impulsor de la ópera, Álvaro Lozano con su perfil de caballero renacentista y esa fuerza a la que los salmantinos aún no nos hemos acostumbrado, porque es un músico de tal valía que resulta un regalo inmerecido, canta entre las columnas neoclásicas, acompañado del maestro J Francisco Vicente piezas de Schubert y de Falla. Un silencio y una ocasión irrepetibles.
Sin embargo, así son las cosas con José Amador Martín, tiene la virtud serena, la alquimia imposible de reunirnos en torno a cultura, de propiciar el encuentro. Por eso le conocí hace treinta años en un programa de radio, su legendario "Rincón de encuentros", donde entrevistaba y ponía la música maravillosa que no se oía en otro sitio. Y allí cabían todos, los fotógrafos, como ahora su amigo Ángel Holgado quien recorre el acto con su cámara, como Aníbal Núñez, que fumaba y se envolvía en humo sentado al frente del micrófono. Y durante todos estos años, toda la poesía, toda la fotografía, toda la cultura y toda la música de Salamanca se ha reunido en torno a su persona.
Nos reúne en esta noche de diciembre José Amador Martín, bajo el perfil de Unamuno, a quien tanto ha trabajado el poeta en sus vídeos dedicados al vasco salmantino a quien considera "Un gran luchador que quería perpetuarse en la ciudad, quizás yo también quiera quedar en ella, ahí están mis poemas y mis fotografías para que alguien me recuerde". Nos reúne en esa celebración de la constancia, del trabajo duro, de todas esas horas en las que recorre la ciudad, la nuestra, buscando la luz "La luz es un poema en sí misma", afirma el poeta de formación científica que nos recuerda también la importancia del trabajo, la tarea diaria, constante, tenaz: "A mí un día me dijeron que la cámara pesaba mucho, que qué hacía todo el día cargado con ella. Y sí, hay que trabajar, hay que esforzarse, nunca sabes cuál va a ser el instante". Es la constancia de la tarea diaria, continuada? la del poeta Unamuno, hecho calle al paso de sus pasos por la ciudad, la misma en la que se encarna, ahora mismo, con voluntad de permanencia, otro poeta hondo al que Salamanca levanta con la palma de su mano. Nadie te ha mirado y reflejado como José Amador Martín, Salamanca, y nadie te seguirá mirando así, ciudad interior, ciudad infinita.
Texto: Charo Alonso.
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Fotografía: Lydia González.