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Un 2018 muy unionista
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Opinión de Miguel Ángel Galán

Un 2018 muy unionista

Actualizado 23/12/2018
Miguel Ángel Galán

El presidente de la Federación de Peñas de Unionistas de Salamanca analiza la victoria ante el Coruxo y hace balance de un año histórico para el club blanquinegro

Nos quedan muy pocas fechas que arrancar del calendario anual, echamos la vista atrás para recordar lo que nos regaló el 2018, un año que ha sido muy Unionistas.

El 2018 comenzaba con el navío unionista surcando los mares de la tercera castellanoleonesa con la vista puesta en el ascenso de categoría. Una segunda vuelta muy regular dejó a los chicos comandados, por aquel entonces, por el Almirante Astu muy cerca de avistar la ansiada Segunda B.

Hubo que sufrir mucho hasta alcanzar "la tierra prometida". El grumete Razvan, con amplia experiencia en batallas navales, nos condujo hasta el gran tesoro. Un ascenso deseado y festejado hasta los confines del nuevo mundo.

Desde entonces, una alegría contagiosa se apoderó del club. Sus gentes son felices, y en el planeta recién desembarcado, todo es una gran algarabía controlada, un festín cada fin de semana. Unionistas vive en una atmosfera de positividad, todo fluye.

Su juego es rocoso, sus rivales los temen, y desde hace doce jornadas, los hombres dirigidos por Aguirre son imparables. La grada es un hervidero de animación, de echar una mano al equipo cuando lo necesita. El aliento de su hinchada no desfallece, y los suyos, galopan por el fútbol de bronce con aires superlativos de grandeza.

La victoria ante el Coruxo, no hace más que demostrar que el equipo navega a ritmo mistral, con fuerza, sin pausa y enamorando. Los jugadores están llenos de confianza, juegan de menoría con automatismos marcados a fuego. Relajados y con viento a favor, sus figuras se engrandan, son inmortales. Sus rivales palidecen ante la inmensa figura que proyecta Unionistas sobre el terreno de juego.

Sin fisuras, el portero junto a los defensas son infranqueables, los medios tejen una telaraña sobre el centro del campo que atrapa e inmovilizan a sus oponentes. Los de arriba se divierten, y don Carlos de la Nava, luce, brilla, y desde su infinita calidad, maneja la fiesta a ritmo de bolero. El equipo, en los últimos metros, se desliza por la pista de baile al compás de una grada enfervorecida que se siente muy agradecida. Unionistas no desfallece, vuela con el último impulso de sus incondicionales.

La batuta de la orquesta la mueve Roberto Aguirre con maestría, suavidad y tacto. Suena música celestial lo que interpreta su filarmónica. Muy afinada, provoca millones de aplausos que arrancan sin compasión del patio de butacas. La ovación es incontestable, atronadora, etc. El equipo y el club siguen haciendo historia, y como decía la canción: "qué el ritmo no pare". Se termina el año, y Unionistas sigue regalando felicidad.

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