Estas dos estrofas reflejan bien las contradicciones de nuestra cultura:
(1ª)
"No ha nacido entre las rosas,
tampoco entre el romero,
ha nacido en un pesebre,
entre la paja y el heno."
(2)
"Esta noche es Nochebuena
y mañana Navidad,
saca la bota María,
que me voy a emborrachar"
Por un lado, todas las sociedades cristianas celebran el nacimiento de de un niño, tenido por hijo de Dios, que nace pobre, en la mayor precariedad. Por otro, esta fiesta se celebra con comida y bebida abundante. Antes se celebraba en familia, hoy estos días se acercan cada vez más a la locura de Noche Vieja y Año Nuevo.
En el portal de Belén ya se puede percibir esta contradicción. A él acuden los pastores y los Reyes.
La propia Iglesia, pasados los primeros años del cristianismo, cuanto los Poderosos Romanos se dieron cuenta de que para gobernar y mantener el poder les era más útil reconocer a un solo Dios y hacer una alianza con los cristianos, se convirtió en una institución llena de contradicciones. Por un lado, mantuvo el discurso evangélico de la pobreza y, por otro, se convirtió en una de las instituciones más ricas y poderosas de la sociedad.
Esta contradicción se mantiene hoy en la Iglesia y en la sociedad, desde muchos puntos de vista. La Iglesia sigue manteniendo el mensaje evangélico (ese es su discurso y tiene instituciones, como Cáritas, y mensajeros por todo el mundo, que viven de forma muy austera), a la vez que es una Institución con mucho poder social y rica (Iglesias, Catedrales, Conventos y Colegios, incluso un Banco, etc.). De hecho, parece atrapada en una contradicción irresoluble.
Y en la sociedad, ¿qué queda de este mensaje original de la Nochebuena? Solo encuentro algo en la escena del nacimiento de Jesús: que los Reyes Magos llegaron en los camellos, "aviones propios de su tiempo", y le regalaron al niño "oro, incienso y mirra". Con ello se introduce el valor del dinero, la riqueza y el poder, a la vez que se profetiza lo que sería nuestro tiempo: una sociedad dominada por los mercaderes del dinero contante y sonante, los que ya ni siquiera se manchan las manos con los productos de consumo, les basta apoderarse de las monedas y prestarlas de forma abusiva. Esta es la profecía que adultera el mensaje de un niño pobre, Dios u hombre, que años después, echó a los mercaderes del Templo. ¿Quién echará a los dueños de este sistema financiero, que presta dinero a los Estados, que estén gobernados por la derecha o la izquierda se endeudan para ganar elecciones?, ¿Quién cargará finalmente con esta deuda que acabará justificando todo tipo de sacrificios, precisamente para los más pobres?
Disfrute de la Navidad, estimado lector, cante y baile, pero dedique unos minutos, si le parece bien, a contestar estas preguntas. Solo unos minutos, Ernesto Sábato decía que no se puede estar lúcido todo el tiempo. Pues adelante, que ya llegan las fiestas y hay que llenar la bota de vino y olvidarse por un tiempo de nuestras contradicciones.
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