Estad siempre alegres en el Señor, recomienda san Pablo a los Filipenses y nos lo aconseja también a nosotros.
Hoy celebra la Iglesia el 3º domingo de Adviento, "domingo de Gaudete". Se nos invita a alegrarnos porque está cerca el Señor.
Tener una actitud alegre conlleva el cambiar la forma de pensar y de relacionarse con los demás. En vez de ver el lado negativo y transmitir tristeza, trata la persona por se afable, dulce e intenta, siempre, mirar el lado bueno de todos los acontecimientos y resuelve mejor los conflictos.
La persona alegre transmite vida, energía y ánimo. La alegría genera siempre felicidad, empatía, armonía, tranquilidad, paz, bienestar general, acciones constructivas. La alegría ayuda a que el sistema inmune trabaje mejor . Sonreír, mantenernos alegres, nos permite aumentar nuestra resistencia física. "Un corazón alegre nos hace tanto bien como una medicina, mientras un espíritu quebrantado nos seca hasta los huesos" (Prov 17,22).
Hay motivos para estar triste, pero si nos esforzamos, podemos ver muchos más motivos para estar alegres. "Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por sufrir graves dificultades, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, aun en medio de las peores angustias" (Papa Francisco).
La alegría es una emoción contagiosa. Sentimos alegría cuando las cosas van bien, cuando la vida nos sonríe, cuando hemos obtenido algo que deseábamos? La alegría es realmente contagiosa. Una persona alegre transmite optimismo, cambia todo lo que la rodea y hace posible lo que, a primera vista, parece imposible.
Pero no sólo podemos o debemos estar alegres cuando algo nos es favorable, lo bueno es estar alegre a pesar de todos los pesares y todas las circunstancias adversas. Esto, no cabe duda, requiere de un aprendizaje permanente. Claro, esto no se aprende en un día, pues mirar la vida con actitud positiva, con alegría abierta y sincera, lleva su tiempo y también, cómo no, echarle ganas y esfuerzos.
"Es más sencillo obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada" (William Shakespeare). Por eso hoy versamos sobre la sonrisa y su capacidad para contagiar alegría y buenas vibraciones. Ojalá nadie nos tenga que decir: "sonría, por favor", porque ya lo hacemos en las buenas y en las malas.
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