Las palabras trajeron la civilización; pero también la posibilidad de utilizarlas para perturbar y contaminar el contexto humano sin acudir a las pruebas como manifestación de actos y conductas. Es decir, las palabras nos remiten a lo que vemos; pero también a lo que no vemos y, actualmente se utiliza la palabra con excesiva frecuencia para manipular, engañar, crispar e incluso mentir para conseguir objetivos, incluidos los inconstitucionales. Su utilización en las redes sociales y en los WhatsApp equivale con frecuencia a manifestar un sentimentalismo de gran superficialidad y, con frecuencia supone un triunfo de lo falso frente a la verdad porque son expresiones y palabras vacías de responsabilidad y compromiso que se hace gratuitamente. Además, estos avances tecnológicos se utilizan actualmente en amplios sectores socioeconómicos para incluir noticias falsas y conseguir objetivos inconfesables por sus conflictos de interés y, sin el esfuerzo que conlleva la validación de su contenido, de la competencia profesional y crédito social que se hace utilizando la razón. Esta manipulación de la sensibilidad con la palabra está ocurriendo en todos los sectores y ámbitos de la Vida.
En el sector de la Salud existe actualmente sentimentalismo porque se observa una gran dosis de obsesión por la Salud; pero todo lo que se lleva a cabo con el estilo de vida está enfocado a la enfermedad que a la Salud. Se habla de Salud y se pone en valor la enfermedad por no utilizar la razón y, si los sentimientos. También cuando a pesar de tener un gran Sistema Sanitario en caída libre y una Salud Pública que ha conseguido una gran expectativa de vida del mundo, sin embrago, existe una excesiva demanda y utilización innecesaria de los servicios asistenciales por la falta de Alfabetización y Educación para la Salud. Es decir, mucho sentimentalismo institucional y profesional; pero la población está indefensa ¨en ascuas¨ para afrontar problemas triviales de Salud y, para cubrir sus necesidades con autocuidados. Todo se quiere solucionar con medicamentos y, por ello, la Vida está medicalizada. Pero siendo esto un problema, lo más grave es que una gran parte de la población busca soluciones en las terapias alternativas o pseudoterapias cuyo diagnóstico y tratamiento se basa en un sentimentalismo tóxico porque se ofrecen soluciones y tratamientos basado en palabras que inciden en la sensibilidad y los sentimientos mediante improvisación y basados en un conflicto de interés, en lugar de profesionalismo, ética y competencia profesional con diagnósticos y tratamientos basados en pruebas y evidencias obtenidas mediante metodología científica.
Estas dinámicas basadas en el sentimentalismo suponen un factor de riesgo emergente para la sostenibilidad del Sistema Sanitario por lo expuesto, pero también porque existe la creencia generalizada de que todos los problemas de Salud y las enfermedades tienen solución y, que se curan siempre que se pongan los esfuerzos adecuados y, se disponga de los recursos económicos y avances científicos necesarios para afrontarlos. Esta situación requiere profesionalidad y competencia de gestión institucional y, que cada profesional asuma su responsabilidad, competencia y ética porque en la Sociedad virtual que estamos creando existen muchos medios de comunicación y sectores sociopolíticos que fomentan el sentimentalismo por tener como objetivo entretener más que informar y formar cuando lo que es necesario poner en valor el esfuerzo y fomentar el espíritu crítico para poder entender la realidad, mejorarla y disfrutarla.
La expresión de los sentimientos es necesario e imprescindible en la Vida; sin embargo el sentimentalismo se ha convertido en un factor riesgo emergente para la Sociedad y, para su prevención sólo existe una herramienta, el cerebro y, la utilización de la razón para tratar de desenmascarar la falsedad y el fingimiento que existen en la compleja Sociedad actual por sus conflictos de interés, con los que hay que convivir y a los que hay que controlar.
En mi opinión, no se puede seguir fabricando y fomentando este sentimentalismo como factor determinante del estilo de vida porque lo importante no es quedar bien cuando lo importante y trascendente es hacer aquello que conviene al conjunto de la Sociedad mediante el profesionalismo como competencia esencial para conseguir afrontar la enfermedad y mejorar la Salud, sin perder de vista el compromiso social con los grupos más vulnerables como son las personas mayores y personas con discapacidad y/o dependencia,
JAMCA
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