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Andalucía no es diferente
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Andalucía no es diferente

Actualizado 11/12/2018
Fernando Robustillo

Quizá el artículo de hoy sea de historia, no de política, aunque es sabido que tarde o temprano la historia y la política se mezclan. Voy a referirme a un episodio que le ocurrió a nuestro Rey emérito en los albores de su reinado y que posiblemente ni siq

Es conocido que en una de las conversaciones que mantuvo Juan Carlos, príncipe aún, con Franco, cuando este casi se encontraba en el umbral de la muerte, como joven elegido por él para Rey, aunque sin tareas específicas, le preguntó: "Excelencia, ¿qué cree usted que debo hacer ahora?". Franco le contestó: "Viajar por España, dése Vd. a conocer". Y así lo hizo Juan Carlos, aunque de manera discreta.

Después, en los primeros meses de 1976, recién fallecido Franco, con la vida política inventándose por todos los frentes -la Corona también-, Don Juan Carlos, con tareas de Poder, por ser la única institución "puente" entre lo anterior y lo por venir -institución posteriormente refrendada en la Constitución-, quizá dando pábulo al consejo del todopoderoso jefe de Estado, incrementó sus visitas a las distintas regiones.

Una de las primeras zonas que visitó, dándose un baño de aclamación por parte de las multitudes, fue Andalucía y allí sucedió un episodio que ni por asomo estábamos acostumbrados a que ocurriera. Además, ya hacía muchos años que Franco, aparte de la arenga anual de la Plaza de Oriente, en la que desde el balcón no se mezclaba con la multitud, otros actos eran salir de El Pardo al Pazo o, para variar, tomaba días de asueto en esos lugares desde los que mandaba enviar fotos a la prensa para que los españoles conocieran sus progresos con la pesca o admiraran su poderío como gran golfista.

Pero ¿qué le ocurrió a Don Juan Carlos en Andalucía? Lo recordará muy poca gente, puesto que, acostumbrados los medios, la mayoría estatales, a la censura o a la autocensura, medían de tal manera las noticias, que pocos se atrevían a decir algo que molestara al jefe de Estado o que este quedara en evidencia, y como tal mandato había sido la norma en época franquista, con el flamante sucesor pocos se atrevían a realizar ningún tipo de crítica que no fuera la del halago.

No obstante, los de mi generación cumplimos la mili con la "Marcha Verde" y mientras Franco agonizaba, y aunque la "guerra" que nos tuvo en vilo era saber si nos acuartelarían o nos licenciarían, estábamos acostumbrados a leer entre líneas y con suerte encontrar noticias curiosas en una postdata.

Así fue como nos enteramos de un suceso que le ocurrió a Don Juan Carlos por tierras andaluzas. Lo insertamos a continuación retomado literalmente de una revista de las más progresistas de la época. Decía:

"RÍO REVUELTO. El reciente viaje de los Reyes por tierras andaluzas fue sin duda un éxito. Sin embargo, Juan Carlos I de España regresó a su casa con una cosa menos: un fabuloso reloj Rolex de oro que alguno o alguna entusiasta le sacó de la muñeca mientras el cortejo atravesaba las calles de Huelva y el Rey, desde su descapotable, daba la mano a la multitud que le aclamaba. El diario 'Pueblo' dijo que el objeto perdido había sido un anillo, pero hechas las comprobaciones se ha confirmado que, en efecto, se trataba del reloj. Al próximo viaje, y por si acaso, el Rey llevará el aparato pegado a la muñeca con cola de pescado". Punto.

Lenguaje inclusivo en ese "alguno o alguna", pero a nadie se le hubiera ocurrido señalar que quizá hubiera sido objeto de robo por parte de los inmigrantes. Recordemos que esto ocurría en 1976 y, si en aquellas fechas aún estaba por llegar la primera patera, ya no digamos las vallas o las concertinas.

Nuestra conclusión es que el robo podía haber ocurrido en cualquier lugar de España, no tenía por qué ser propio de los andaluces, y nosotros lo achacamos a la inexperiencia del Rey de estreno, pero si esto mismo ocurre hoy y el lugar del hecho es Andalucía, aunque el Rolex lo hubiera robado un votante de cualquier partido, damos por seguro que para 400.000 andaluces la culpa la tendrían los pobres inmigrantes.

Esta experiencia nos dice que, si queremos que en próximas elecciones no les echen a ellos las culpas, no se queden ustedes en casa engordando la abstención y voten. Los españoles, por necesidad, también fuimos emigrantes en muchos momentos de la Historia.

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