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¿El futuro del transporte en eléctrico privado?.
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¿El futuro del transporte en eléctrico privado?.

Actualizado 24/11/2018
José Fermín Rozas

¿El futuro del transporte en eléctrico privado?. | Imagen 1

Autobús eléctrico que estuvo en pruebas por nuestra ciudad.

Hablaba el otro día del coste de las infraestructuras para el transporte y la necesidad que tenemos de repensar de forma realista lo hecho hasta ahora y cómo se encara el futuro. Tengamos presente que al hablar de ello se incluye a la industria para fabricar vehículos, al modelo energético para moverlos o servicios adicionales, con mucho empleo dependiente (que se olvida cuando se reconvierte algún sector económico). Y en estas aparece la ofensiva del vehículo eléctrico, azuzada por el fiasco del diésel.

Se quiere cambiar la energía que impulsa a los vehículos por carretera, abandonar el petróleo que nos hace vulnerables como país (algo que no parece preocupar a los patriotas sobrevenidos), aparte de su grave impacto ambiental. Se apuesta por la electricidad como alternativa sin emisiones contaminantes. Por supuesto sin discutir el modelo de sociedad y desarrollo vigente, cambiar cada coche actual por uno eléctrico no es una alternativa tan limpia y eficiente como se pretende. Se obvia, una vez más, la necesidad de plantearse cuáles son nuestras reales necesidades de movilidad, y si el modelo urbanístico y social existente sirve para evitar desplazamientos innecesarios de personas y de mercancías.

También se olvida que para obtener esa electricidad, sustituir el petróleo-carbón por otro hidrocarburo como el gas natural, por no hablar de la perversa y aparentemente limpia producción nuclear, no resuelve el problema. Aparte que con el vehículo eléctrico se necesitará más capacidad de generación, complicando la transición a un sistema basado en energías renovables. Por no hablar del coste ambiental de fabricar baterías y los metales que requiere, como cobalto, níquel, cobre, manganeso o litio, con sus elevados impactos medioambientales al extraerlos y la difícil recuperación posterior, aparte de su carácter estratégico, limitadas reservas y precios volátiles. Y la aparente limpieza de la energía eléctrica podría incrementar el uso del automóvil privado, sin que se perciba sus implicaciones ambientales.

El coche eléctrico sólo representará una alternativa sostenible en un contexto de movilidad diferente, y con la energía eléctrica producida con fuentes renovables. Limitar significativamente el impacto ambiental del transporte por carretera requiere reducir de forma drástica el uso privado y parar el crecimiento del parque automovilístico mundial (1.282 millones de vehículos en el mundo en 2015, con un incremento del 43% desde 2005 y una estimación de 3.000 millones en 2050). Sean eléctricos o convencionales, es difícil que nuestro planeta soporte tal incremento de presión sobre sus recursos.

¿El futuro del transporte en eléctrico privado?. | Imagen 2

Imagen de la inauguración en 2014 del punto de recarga eléctrica para vehículos situado en el Campus Miguel de Unamuno. El Ayuntamiento prometió que en 2018 habría más, falta un mes para finalizar...

Por tanto, el coche eléctrico no puede servir de excusa para no cambiar nada, tiene que incorporarse a políticas muy distintas. La actividad comercial ha de reducir la distancia de sus circuitos y centrarse más en el consumo local. El modelo urbanístico y de ocupación del territorio debe crear espacios habitables, equilibrados, accesibles y respetuosos con el entorno ambiental. Y la energía tiene que centrarse en el uso de renovables y limpias para generar electricidad, que en el transporte debe impulsar a los modos público y colectivo junto a los más sostenibles, relegando al vehículo individual a una situación de último recurso.

En España se quiere prohibir la venta de coches de combustión en 2040. Otros países en 2030 e incluso 2020. El IPCC, grupo de científicos que radiografían el cambio climático para la ONU, dijo hace poco que la humanidad necesita cambios "rápidos" y de "gran alcance" si se quiere dejar el calentamiento global dentro de umbrales manejables. Expertos en transporte alertan que la fecha límite debería ser 2035. Por si faltaba poco, estos días el Instituto Nacional de Estadística (INE) recuerda que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero en España volvieron a crecer en 2017 un 2'6%, el transporte un 3,5%.

En cambio, la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) rechaza "de plano" por "excesiva en sus objetivos y acelerada en sus plazos" la propuesta de 2040 y lograr la descarbonización total del transporte en 2050. Y rematan con que se necesitan subvenciones. Para variar, representantes de la economía de libre mercado pidiendo la intervención estatal, con dinero de por medio por supuesto. Que estemos ante un grave problema que afecta a la supervivencia de nuestra especie no parece merecer ningún esfuerzo por su parte, ante todo el negocio.

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