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Día de la Iglesia diocesana con el obispo D. Carlos
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Día de la Iglesia diocesana con el obispo D. Carlos

Actualizado 12/11/2018
Antonio Matilla

Día de la Iglesia diocesana con el obispo D. Carlos | Imagen 1

Paso a contarles lo sustancial de la homilía que he tenido ayer domingo en la misa de la catedral, a las 12, con unos datos y reflexiones finales:

Queridos hermanos: hoy celebramos el Día de la Iglesia Diocesana. Como la mayoría de vosotros yo fui bautizado en una parroquia, más o menos el día de Navidad de hace demasiados años.

La parroquia es la presencia más cercana de la Iglesia entre nuestras casas, vivamos en Salamanca, o en un pueblo o en una gran ciudad. Somos incorporados a la Iglesia por el Bautismo, recibido en una parroquia. Pero la parroquia no puede vivir sola, sino que es parte integrante de una diócesis; el párroco es un colaborador del obispo. El obispo es quien continúa la misión de los apóstoles en la diócesis. Por ello, cuando nos incorporamos a una parroquia, necesariamente nos incorporamos también a una diócesis.

La diócesis es la comunidad eclesial necesaria para llevar a cabo la misión de Jesucristo; en ella se realiza el anuncio de la Palabra de Dios, la celebración de los sacramentos y el cuidado pastoral de los fieles en la caridad. Y también la participación en la misión de la Iglesia, que corresponde a cada bautizado como "discípulo misionero", ha de realizarse en una diócesis, es decir, en comunión con un obispo, aunque de forma inmediata se realice en una parroquia.

Hay diócesis porque hay obispo y, en el fondo, todos los bautizados, los sacerdotes, los religiosos y religiosas, las sociedades de vida apostólica, las Cofradías y Hermandades y cada fiel cristiano en particular, todos somos y debemos ser colaboradores del obispo y para ello es necesario estar en comunión con él.

¿Saben Vds. quiénes han entendido bastante bien, aunque no del todo, qué es la Iglesia diocesana? Pues los de el periódico El País y los medios de comunicación que, en nuestro ámbito local, les copian. Da la sensación de que han pensado: "Si herimos al pastor, se dispersarán las ovejas" (Zc 13, 7, citado por Mt 26, 31). Y entonces ¿qué podemos hacer ante la avalancha de críticas dirigidas contra el obispo a propósito de posibles o reales casos de pederastia ocurridos en la diócesis hace taitantos años? Pues lo que dijo la nota de prensa del obispado el martes pasado: ahí tienen toda la información escrita y en audio, léanla, escúchenla y luego que cada uno se forme su propio criterio. No estaría bien que un periódico progresista como El País pretendiera hacernos creer que todo lo que se dice en sus columnas es dogma de fe. ¿Es obligatorio creer lo que dice El País y quienes lo copian? Estoy acordándome de una frase de película: ¿La opinión de los redactores de El País y de quienes les copian es "La Verdad, toda la Verdad y nada más que la Verdad"?

Les sugiero que recemos por nuestro obispo, que le apoyemos de manera afectiva, efectiva e inteligente. Y ¿cómo puede hacerse eso? Pues siendo críticos con la información que aparece en los medios de comunicación. ¿Y por qué tenemos que ser críticos? Porque somos ciudadanos de pleno derecho y tenemos derecho y obligación de formarnos nuestra propia opinión, sin dejarnos manipular.

El tema de la pederastia es muy serio. La Iglesia, apoyándose en el Papa Benedicto XVI y, actualmente, en el Papa Francisco, intenta practicar la tolerancia cero, busca conocer y reconocer los casos que haya podido haber; se organiza para escuchar y apoyar a las víctimas para que consigan su sanación; lleva a juicio y, si es el caso, condena a los abusadores y les ayuda también a sanar de sus heridas morales y personales. Los cristianos somos también ciudadanos y, como tales, como cristianos y como ciudadanos, nos interesa mucho luchar contra la pederastia. Pero hemos de tener cuidado porque la opinión pública en general, y los cristianos en particular, puede sacar la conclusión falsa de que la Iglesia es un nido de pederastas y, por consiguiente, despreocuparse de otros "nidos" mucho más peligrosos y más cercanos a los niños y a los adolescentes.

Lo prometido es deuda: dos datos y una reflexión. Ayer me tomé la molestia, porque es molesto y desagradable, de buscar en internet, durante diez minutos, casos recientes de pederastia que hayan llegado o vayan a llegar al Juzgado en 2018 en Salamanca. Encontré dos: hoy precisamente será juzgado A. G. M. al parecer por abusar de su sobrina; el 4 de agosto de 2018 Y.A.Q.R. ya fue condenado por la misma razón. No encontré ningún caso relacionado directa o indirectamente con la Iglesia y sus sacerdotes. Son datos referidos al último año, vamos, al actual, a 2018. Llama la atención que, en ninguno de los casos se den nombre y apellidos del infractor, como sí hace el diario El País en los casos, reales o presuntos, juzgados o no, en que andan por medio sacerdotes católicos. Alguien se está equivocando en la gestión de las noticias. O alguien actúa con evidente mala baba ¿e ilegalidad?

Esta mañana me han enviado un mensaje de wattsApp con una iniciativa interesante: el periódico El País ha dado una dirección de correo electrónico para denunciar casos de pederastia en la Iglesia: [email protected]. Muy bien, si conocen alguno, escriban a esa dirección, pero vayan primero a denunciarlo ante el juez. La propuesta que me ha llegado esta mañana es: "propongo sin embargo que les contemos a nuestros periodistas las historias edificantes de tanto bien y gracia que hemos recibido de nuestros sacerdotes y hermanos religiosos. Os propongo por tanto que mandemos estos testimonios de amor, entrega e intercesión que hemos recibido a la citada dirección en un ejercicio de reconocimiento y agradecimiento a la verdad". Que lo sepan y que se enteren, aunque no se den por enterados.

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