El año 2017 fue uno de los años con más asesinatos para un país que no conoce otra cosa que la guerra, no solo desde el 2001 con la intervención de la coalición internacional contra los Talibanes, sino que lleva en continua situación bélica desde 1979 c
Léa Martínez Goursaud
Activista por los Derechos Humanos
Afganistán es un Estado fallido, un país en guerra donde los civiles sufren terriblemente las atrocidades de los conflictos armados. Un país en conflicto continuo, inestable e inseguro. El país es víctima de múltiples atentados por grupos terroristas como los talibanes y el Estado Islámico, y de los combates entre las fuerzas gubernamentales y esos grupos. La evolución de la situación hace que cada vez sea mayor el impacto sobre los civiles.
Según el jefe de la Misión de asistencia en Afganistán de las Naciones Unidas, Tadamichi Yamamoto, en 2017, el país conoció una cifra récord de víctimas de atentados. De hecho, 2.300 civiles fueron asesinados o heridos en atentados. En total, los 57 ataques suicidas y otras formas de atentados hicieron 605 muertes y 1.690 heridos, es decir, 17% más que el año anterior. Así, los ataques suicidas con minas y otros materiales explosivos son las primeras causas de mortalidad, antes que los combates terrestres. En 2017, en total, debido al conflicto son más de 10.000 civiles los que resultaron asesinados o heridos, la mayoría por ataques terroristas de los talibanes y de Daesh. En Afganistán, tras los 13 años de intervención, el balance es terrible. En efecto, según la Misión de asistencia de Naciones Unidas en Afganistán, más de 17.000 civiles fueron asesinados del 2001 al 2014. Entre 2007 y 2011, más de 12.000 civiles fueron asesinados.
Los civiles son asesinados en sus actividades cotidianas, cuando viajan en bus, rezan o caminan en la ciudad. En enero de 2018, en la capital del país, un atentado perpetrado por los Talibanes, que hicieron explotar una ambulancia llena de explosivos en la calle, causó 95 muertos y 158 heridos. Durante los primeros seis meses del año, 95 civiles, la mitad de ellos niños y niñas, murieron a causa de ataques aéreos. Se contabilizaron 12 ataques transfronterizos de artillería lanzados desde Pakistán, que causaron 10 muertes de civiles y 24 heridos en Afganistán.
Según datos del Alto Comisario para los Refugiados, hay un millón de afganos desplazados en el interior del país por la situación de inseguridad y las violaciones de los derechos fundamentales de los civiles. Las personas internamente desplazadas carecen de vivienda adecuada, comida, agua, atención médica, oportunidades de educación y empleo. Hoy en día es muy complicado tener cifras exactas, pero hay alrededor de 2,6 millones de afganos refugiados en 70 países, la mayoría en Pakistán.
La situación de las mujeres y de los niños es preocupante en Afganistán y cada vez más frágil. El Ministerio de Asuntos de la Mujer del país afirma que hubo un aumento de los casos de violencia de género contra las mujeres, sobre todo en zonas controladas por los Talibanes. Los grupos armados perpetran numerosos actos de violencia de género, tortura y otros malos tratos y abusos contra los derechos humanos, imponiendo castigos corporales a las mujeres. Las mujeres son raptadas, violadas, lapidadas por los grupos terroristas. El 87% de las afganas son víctimas de violencia doméstica. Según informes, aumentó el número de castigos públicos infligidos a mujeres por grupos armados en aplicación de la sharia (Ley islámica).
El 13 de octubre de 2018, durante una concentración electoral en el norte del país, un atentado causó la muerte de 22 personas (nueve eran candidatos para las legislativas) y 36 personas resultaron heridas. Durante la campaña electoral para las legislativas del 20 de octubre, calificadas por los Talibanes de ilegítimas, los ataques se multiplicaron para impedir dichas elecciones, lo cual muestra la incapacidad y debilidad del Estado en sus misiones esenciales, entre ellas la seguridad de su población, la cual teme salir para votar lo cual complica el proceso electoral y el futuro del país.
La conferencia del proceso de Kabul para la paz en Afganistán se inició a principios del 2018. 25 países, las Naciones Unidas, la Unión Europea y la OTAN estuvieron presentes, siendo esta la segunda edición de dicha conferencia (la primera tuvo lugar en junio del 2017, sin resultados ni toma de decisiones). La segunda Conferencia tiene como objetivo llevar a cabo un proceso de paz entre el Gobierno y los grupos anti gubernamentales. Sin embargo, el diálogo entre el Gobierno y los Talibanes es complicado, lo que acarrea la intervención de los Estados Unidos. De hecho, los Talibanes califican el Gobierno como ilegítimo y prefieren tratar directamente con Estados Unidos. Así, el emisario americano para la paz en Afganistán, Zalmai Khalilzad, se reunió este 12 de octubre, en Qatar, con una delegación talibana para tratar del fin del conflicto. El fin de los conflictos en Afganistán representa una necesidad vital para su población.
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