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Si Rosa Parks levantara la cabeza
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Si Rosa Parks levantara la cabeza

Actualizado 30/10/2018
Fernando Robustillo

Es inconcebible que a la altura del siglo XXI ocurran sucesos de odio racial como el acaecido recientemente en un avión de la compañía Ryanair con itinerario Barcelona-Essex (Inglaterra)

Atendiendo a la máxima difusión, como así lo ha pedido David Lawrence, autor del vídeo que recogió la secuencia y por la vergüenza ajena que nos produce la vejación de un individuo blanco sobre una anciana negra, intentaremos aunar el pintoresquismo (#ryanairdoyoucare) con la ética y reprobar la acción desde cualquier punto de vista.

Lógicamente nos dio pena ver a la señora, de 77 años y con artrosis, insultada por un señor (si no fuera humano, sería un cafre), por ser negra, mayor y mujer -ya me hubiera gustado ver la actitud del británico ante un hombre de color-, profiriendo frases en inglés como "no me hables en un idioma extranjero, estúpida, vaca, fea"; "quítate de mi camino, mueve tus pies, no deberías estar sentada aquí", empleando los peores gestos

Pero también nos dio otro tipo de pena el susodicho individuo. ¿En qué país ha vivido? ¿De qué parte del universo procede? ¿Acaso no conoce nada de la Historia ni de la evolución natural? ¿No sabe que solo existe una raza, que es la raza humana? ¿No entiende que todos somos iguales y los rasgos diferenciales son producidos por mayor o menor exposición a distintos medios ambientales durante siglos? ¿Desconoce que Obama, uno de los mejores presidentes de los que ha disfrutado EE.UU., era negro? ¿Nunca ha oído hablar de Jesse Owens, el atleta que dio una exhibición en las Olimpiadas de Berlín ante Hitler -las del Führer-, en las que precisamente este quería demostrar la supremacía aria? ¿Tampoco se enteró de la vida de Cassius Clay, fuerza e inteligencia en un hombre que igual supo leer los combates de boxeo como la absurda guerra de Vietnam donde quisieron mandarle? ¿Ni sabe nada de Nelson Mandela o de Martin Luther King? Y seguiríamos?

Pero si ese señor estos ejemplos solo los ve como una lectura de género masculino, le explicaré brevemente una proeza parecida a la suya de una mujer negra. Pero no ante un pobre hombre blanco, sino frente a todas las leyes fabricadas por el Estado norteamericano para considerar a los negros de inferior categoría.

Ocurrió en 1955 y la protagonista fue Rosa Parks, una mujer de Alabama, negra y humilde, hija de un carpintero. Esta joven, harta de las humillaciones que recibían, se concienció que aquello debería de cambiar y no encontró otra razón que la de comenzar desobedeciendo las leyes que les marginaban y moralmente les seguían atando a la esclavitud heredada del siglo XIX. Los carteles de "solo blancos" o "negros no" eran tan normal en aquella sociedad de hace solo sesenta y cinco años que parecían parte del paisaje. Y que nadie se sienta ofendido, pero en manos de los blancos su situación nunca iba a cambiar.

El gesto de Rosa Parks el día que decidió desobedecer las órdenes instituidas fue también en un transporte público, en este caso un autobús. Sentada en los lugares de la mitad del vehículo, puesto que los asientos delanteros estaban asignados para los blancos y los traseros para los negros, los del medio podían ocuparlos los negros siempre que no hubiera un blanco de pie. Al subir un joven blanco, el conductor del autobús pidió a Rosa y a otros dos jóvenes negros que dejaran esa parte libre para que se sentara el caballero y otros posibles hombres blancos que pudieran acceder al vehículo. Así lo hicieron los jóvenes negros, pero no Rosa Parks. Ella estaba ya harta de ceder. Desobedeció al conductor y a la Policía reclamada por éste y aquella noche, aunque la pasó en el calabozo por causar disturbios públicos, fue el principio del fin de muchas humillaciones.

El caso fue conocido por la mayoría de la comunidad negra y se organizaron una oleada de protestas contra la segregación en autobuses públicos que duró más de un año. Y entre los indignados se distinguió el pastor de la iglesia bautista Martin Luther King. Gloria para él por su valentía y lucha -hasta perder la vida-, pero hemos de decir que en el principio de las movilizaciones estuvo una mujer.

El caso de Rosa Parks llegó a la Corte Suprema del país, que declaró la segregación como una norma contraria a la Constitución estadounidense. Y Parks, que en 1999 recibió la Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos, falleció en 2005, pero su lucha duró hasta el resto de sus días.

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